Capítulo 21

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El frío del invierno ya estaba llegando a la ciudad de Kioto.

Las calles se veían cubiertas por finas capaz de nieve, los árboles ya carentes de cualquier tipo de hojas, y con la brisa helada de la estación llevándose las pocas hojas secas que se habían mantenido caídas debajo de los árboles.

Un día como cualquier otro.

Los niños se encontraban jugando en los jardines o en las calles, haciendo formas con la nieve o jugando a las típicas peleas de bolas de nieve.

Siendo ese un día de descanso para algunos adultos, se podía ver a algunas familias disfrutar del clima helado, con un delicioso vaso de chocolate caliente en sus manos.

— ¡Ryoma! ¡Por aquí! —.

El pelirrojo se levantó de la banca con una sonrisa, sus mejillas ligeramente ruborizadas por el clima, y con un cardigán negro y una bufanda de color rojo en su cuello para contrarrestar un poco el frío.

Se acercó con un paso alegre a su pareja, dejando un beso en sus labios.

— Me alegra que llegaras — Sonrió cálidamente, manteniendo el toque juguetón y divertido en su mirada.

— Hm... hola, Karma... ¿para qué me pediste que viniera? — El mayor cuestionó algo confuso, sus manos sujetando al pelirrojo de su cintura al momento en el que el menor se acercó a él para besarlo.

— Uhm, bueno... — Sus mejillas se pintaron de un rojo más fuerte, un toque de timidez en su expresión — Me gustaría... invitarte a comer. En el McDonald's sacaron una nueva promoción para las parejas debido a la estación, y bueno... ¿quieres ir? —.

Se alejó de Ryoma unos pasos hacia atrás, colocó sus manos detrás de su espalda, mirándolo esperanzado.

No quería ir solo.

¿Por qué siempre tiene que poner esa cara? — Pensó para sí mismo, sus mejillas calentándose ligeramente — Como sea — Apartó su mirada.

La sonrisa del pelirrojo se hizo más grande al escuchar su respuesta, exclamando con alegría "¡Vamos!", acercándose nuevamente y aferrándose a su brazo izquierdo.

Comenzaron a caminar en silencio, el pelirrojo con una sonrisa mientras usaba su teléfono, sin separarse del brazo de su pareja, mientras que el mayor simplemente veía sus alrededores, sintiendo su corazón palpitar más rápido de lo que debería.

¿Por qué Karma se veía tan tranquilo?

¿Por qué sólo me pasan estás cosas a mí? — Pensó, cuestionando la forma en la que el pelirrojo podría hacerlo hacer quien sabe cuántas cosas con sólo pedírselo.

Para él, su orgullo se había ido desde que se enamoró del pelirrojo.

~ • ~

Ingresaron al local de comida, el pelirrojo casi jalando y empujando al mayor para que fueran a pedir su orden antes de que la fila en la caja registradora se hiciera más grande debido a los niños que buscaban el juguete que estaban promocionando.

Antes muerto que perderse del juguete de colección.

Una vez fue su turno al frente de la fila, pidieron sus respectivas órdenes de comida. Terasaka: Una hamburguesa doble, una orden se papas fritas y una Coca-Cola. Karma: Una cajita feliz y un refresco de fresa.

Se fueron a sentar a una de las pocas mesas qué quedaban libres al lado de los ventanales, cerca de los juegos para niños.

Terasaka tomó su hamburguesa, su mirada viajando por el lugar, y observando como algunas personas, adultos o adolescentes, veían al pelirrojo, había desde ternura a un toque de burla, al verlo tan feliz con su cajita feliz.

Tantas reacciones por algo tan insignificante como un adolescente comprando algo para niños. Incluso en eso, la sociedad podía verlo de maneras tan distintas.

A lo más inocente, a lo más perverso.

El pelirrojo no estaba del todo mal al decir como la gente fue capaz de hacerlo dependiente de sus comentarios y opiniones.

La gente podía ser demasiado cruel.

— ¡Ryoma, mira! — Exclamó con entusiasmo, mostrándole el pequeño juguete.

Un lindo oso polar teniendo en sus patas delanteras una Coca-Cola y en la otra una cajita feliz.

Ryoma sonrió ligeramente al ver al pelirrojo tan feliz con su pequeño juguete. Continuó con su comida con calma, a veces siguiendo con la mirada las acciones de su pareja, observándolo jugar cual niño.

Era adorable.

Comieron con calma, el menor siempre soltando cualquier tipo de comentarios random o jugando con su juguete, a veces molestando a Terasaka y robando de sus papas fritas una vez se acabaron la suyas.

Un ladrón experto de comida, que cuando Terasaka se dió cuenta, el pelirrojo ya había terminado con la mitad de sus papas.

La respuesta del menor fue simplemente sonreír con inocencia mientras tomaba de su refresco.

— Eres demasiado infantil como un niño, pero eso sólo te hace más lindo y tierno, pequeño demonio — Fue su respuesta, sin dejar de comer su hamburguesa.

Ya no hubo más risas, todo se quedó en silencio, y con una simple mirada, observó las mejillas coloradas del pelirrojo.

Desde hace semanas, de hecho los primeros días desde que comenzaron su relación, ya había conseguido la forma perfecta de calmar al pelirrojo o hacerlo callar.

Y era básicamente, hacerlo avergonzar.

Rebelde y todo, pero hacerlo avergonzar era más fácil de lo que el mayor pudo haber imaginado alguna vez, y debía admitirlo, le gustaba verlo sonrojado o apenado por algo tan simple como un comentario.

Las palabras sí tenían demasiado peso.

— Terasaka... tonto... — Karma hizo un puchero, comiendo ahora en silencio los nugets que venían con su cajita feliz.

Adorable —.

Terasaka siguió con su comida, está vez mirando a la sección de juegos, donde había diversos niños jugando y riendo entre ellos, mostrando la inocencia de cualquier ser humano a esa edad.

Le era algo molesto escuchar tanto ruido, más sin embargo, también le era agradable de ver a los niños divirtiéndose.

Se acordaba de él y sus amigos en ese entonces en la niñez.

Sonrió con los recuerdos, más una nueva duda llegó a su mente. Karma ya le había contado sobre cómo había sido su infancia, pero había sido de manera breve y sin detallar, sólo recalcando los puntos que lo habían llevado a su inseguridad y problemas de alimentación.

¿Habría tenido a alguien cercano en ese entonces?

— Karma — Mencionó su nombre, dirigiendo su mirada nuevamente a su pareja, quien se había quedado en silencio mientras comía ahora su yogur.

— ¿Ah? —.

Karma levantó su mirada, sus mejillas aún ligeramente ruborizadas por el anterior comentario del mayor.

— No me incumbe, pero tengo cierta curiosidad. ¿Tuviste algún amigo cuando eras niño? — Preguntó de manera directa, interesado en la respuesta.

— ¿Un... amigo? —.

El pelirrojo jugó con su juguete por unos segundos, bajando la mirada nuevamente.

— No... no tuve algo como tal —.

De otro cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora