Capítulo 25

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Y ahí estaban.

Era 20 de Diciembre, y la clase "E" en su mayoría estaba reunida en la feria de la ciudad, algunos habiendo tomado su propio camino para irse a los juegos o a los puestos de comida.

— ¡Ryoma, vamos allá, y también allá! — Karma se veía en especial emocionado, apuntando a cada juego mecánico que veía.

— Karma parece muy animado — Nagisa sonrió apenado mientras ladeaba la cabeza.

— Hm... — Kayano y Nakamura miraron con especial curiosidad al menor — Nagisa, ¿ya has venido a la feria con Karma–kun antes? — La rubia preguntó intrigada, observando como Terasaka estaba siendo jalado como saco de papas por todo el lugar.

— No... algunas veces lo he invitado, aunque siempre se negaba — Se encogió de hombros, sonriendo al pelirrojo — Jamás supe la razón por la que no quería ir —.

Sólo el moreno sabría que era la primera feria del pelirrojo fuera de las cámaras.

— ¡Vamos allá primero! — Finalmente, el menor se decidió por un lugar, un puesto de golosinas, donde principalmente vendían paletas de caramelo en forma de rosas, corazones y estrellas.

~ • ~

— Veo que estás muy animado — Fueron sus primeras palabras, tratando de buscar algo a lo que aferrarse para empezar una conversación con su infantil novio pelirrojo.

— Siempre quise subirme a una de estas — Confesó, sonriendo suavemente mientras apoyaba sus manos sobre el cristal de la cabina.

Habían tenido que hacer una larga fila, pero finalmente habían subido a la rueda de la fortuna.

— Todo parece tan pequeño desde aquí... —.

Karma miró el paisaje que se mostraba frente a él con nostalgia. Su última vez en una feria había sido hacia unos ocho años quizás, tal vez menos, no podía recordar la fecha exacta. Una de las últimas veces que su salida pasó por las redes sociales.

Para después ser olvidado...

Sólo un chico promedio en su familia llena de artistas o futuras promesas de la moda. Padre actor, madre modelo, y hermanos mayores que estaban siguiendo los pasos de su madre.

Simplemente él no encajaba ahí.

No era lo suficientemente atractivo para los estándares de belleza, tampoco estaba interesado en el modelaje ni en la actuación.

Sólo un raro en un lugar donde la aprobación de los críticos era lo más importante.

Y la razón para desaparecer de las cámaras...

Terasaka, que estaba sentado a un lado del pelirrojo, estaba pasando por un colapso mental, sin saber qué más hacer ahora que estaban solos.

Debió de pedirle más consejos a Hazama antes de tomar su propio camino con el menor.

Miró de reojo a Karma, la mirada de este seguía afuera de la cabina, en las luces de los puestos que iluminaban el lugar. Dudó por un momento, pero finalmente lo hizo.

Acercando su mano, tomó la del pelirrojo.

Los ojos de Karma se abrieron ligeramente al tacto, volteando a ver a su pareja.

Luego, una pequeña risa escapó de sus labios. Una risa que hizo que el corazón de Terasaka se detuviera por unos segundos.

— Ryoma... en serio gracias por aceptar venir conmigo. Sé que no te agrada participar en cosas cuando es Koro–sensei quien las organiza — Su voz era tranquila, su mirada suave mientras le sonreía con un suave rubor.

Las mejillas del mayor rápidamente se calentaron.

— A–Ah... no hay problema — Miró a otro lado, tratando de relajarse los latidos de su corazón — Por cierto... quería decirte algo —.

— ¿Uhm?, ¿qué es? — Preguntó con interés.

— Bueno, sí no tienes planes para ese día... ¿te gustaría pasar la navidad con mi familia?, mis padres ya quieren conocerte, y Akame quiere verte en persona — Soltó finalmente, apretando su mano libre en su pierna.

Mentiría si dijera que no estaba nervioso.

— ¿Pasar navidad... en tu casa? — El mayor asintió — Ah... lo siento, sólo me tomó por sorpresa — Rió suavemente — Claro, estaría encantado —.

Karma tomó con un poco más de fuerza la mano de Terasaka, acercándose y robándole un beso en los labios.

El mayor casi pasó por una taquicardia.

~ • ~

— ¡Algodón de azúcar! —.

Ya habían pasado por casi todos los juegos mecánicos, incluyendo la montaña rusa donde al mayor de los dos casi se le sale el corazón. Y ahora estaban simplemente caminando, con el menor comiendo felizmente su algodón de azúcar.

Terasaka había preferido no comer nada por el momento, sentía que iba a vomitar tan sólo lo hiciera.

Karma se aferró a uno de los brazos de Terasaka, juntándose un poco más con él mientras seguían caminando. De repente, su mirada se cruzó por dos adolescentes ya conocidos que pasaban a su lado.

— Feliz noviazgo, Kari–chan — Sonrió con leve burla.

— Lo mismo sigo, Shuu–chan — Sacó su lengua.

Karma rió suavemente, recostando su cabeza en el hombro del mayor.

— Terasaka... — Suspiró suavemente, y como un gato, frotó su rostro contra el brazo del mayor, sus mejillas estaban suavemente ruborizadas por el ambiente gélido — Te quiero... — Murmuró en voz baja.

~ • ~

— ¡Vamos, Ryoma! ¡Ya casi es hora! — Karma animaba a su pareja a que se subiera con él en la rama de aquel árbol.

— Ya voy, ya voy —.

Y ahí se encontraba, subiendo un árbol para acompañar a su pareja, que repentinamente había tenido la idea de subir unas colinas cerca de la feria, y subirse a uno de los árboles más altos ¿La razón?, aún la desconocía.

— Mira, tenemos una buena vista — Sonrió, observando el paisaje de luces que la feria les ofrecía — Me encanta —.

Karma acostó su cabeza en el hombro de Terasaka, sonriendo con nostalgia mientras suspiraba levemente, su mano tomando la de su novio.

— Gracias por acompañarme... sé que no es tan fácil soportarme — Sonrió apenado.

— Sabes que no hay problema, Karma — Luego de unos minutos en silencio, tuvo las palabras que quería decir — ¿Sabes?... también estuve disfrutando esta salida. Es mejor que soportar a mis molestos hermanos —.

Karma rió.

— Ya lo veo... ¡Oh, mira! ¡Ya están empezando! —.

Los ojos de Karma se abrieron con admiración resplandeciente, observando como el cielo nocturno se llenaba de diversos colores, mostrando algunas formas gracias a los fuegos artificiales.

— Woah... —.

Terasaka volteó a ver a Karma, él le devolvió la mirada mientras sonreía alegremente.

Sin pensarlo, Ryoma tomó a Karma de su rostro, uniendo sus labios en un beso lleno de afecto que muchas veces no era capaz de expresar en palabras. Karma abrió suavemente los ojos por la sorpresa, pero terminó por corresponder el beso mientras posaba una de sus manos en el cuello de su pareja.

— Karma... también te quiero —.

Sin saberlo, sobresaliendo de algunas hojas, estaban unos tentáculos amarillos que sujetaban una cámara.

De otro cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora