Terasaka abrió lentamente sus ojos, su cuerpo ligeramente adormecido por el peso extra que había dormido sobre él. Siendo despertado por el sonido de un teléfono vibrar constantemente cerca de él.
Parpadeó lentamente, algo desorientado, su mirada fija en el techo blanco, esperando a que su cerebro terminara de procesar la información necesaria para poder funcionar correctamente.
Al menos en su 60%.
Sus manos se dirigieron primero al cuerpo del pelirrojo que seguía tranquilamente dormido sobre su abdomen, luego, su mirada viajó a la mesita de noche, justo de donde provenía aquel sonido.
Era su teléfono el cual estaba vibrando.
Su mano derecha se aferró a la cintura del menor, en un intento de no moverlo tanto, mientras que estiraba su brazo izquierdo para alcanzar su teléfono, y contestar la llamada entrante por la cual había sido despertado.
Al tener su teléfono móvil entre sus dedos, lo llevó a su dirección, contestando la llamada y sin fijarse en el nombre del usuario que le había marcado.
Alejó el teléfono de su oído al escuchar gritos.
— ¡Cariño! ¿¡Por qué no contestabas el teléfono!? ¡Nos tenías a tu padre y a mi preocupados! — Exclamó su madre exaltada, mostrando la típica preocupación de no saber en dónde se encontraba su hijo.
Estaba por reclamar el hecho de ser despertado completamente a base de gritos, más sin embargo, decidió morder su lengua para guardar silencio.
Pensó un momento, sabía que debía de controlarse antes de decir o actuar de manera equivocada.
Quería aprender a pensar antes de actuar.
— Madre, disculpa por no avisarte de que no iba a llegar a casa. Me encuentro en la casa de Karma justo en este momento — Respondió con la voz más tranquila se podía. De manera inconciente, atrajo más a Karma al momento de hablar.
Como sí Karma le entendiera, se acurrucó más en su abdomen.
Del otro lado de la línea, logró escuchar como su madre suspiraba de alivio, y ahora su voz tomaba un tono más animado y relajado.
— Así que estás con tu novio. Debiste decirlo antes, cariño, me preocupé cuando no llegaste a la hora de la cena — Confesó con una voz más calmada.
Terasaka alzó una ceja al escucharla, alejó momentáneamente el teléfono para ver la hora.
8:03pm.
De acuerdo, ahora ya comprendía por qué su madre había sonado tan preocupada y exaltada. No pensó que se quedaría dormido, ni que durmiera tanto realmente. Dormir abrazado del pelirrojo había resultado ser demasiado confortante.
— ¿Y cuándo piensas traer a tu novio a la casa? Muero por conocer a mi yerno — Inquirió su madre con un tono esperanzado, esperando pronto cumplir la ilusión de poder conocer al novio de su hijo.
Un sueño creado desde que su hijo le había confesado que ya tenía pareja.
Un perceptible sonrojo cubrió las mejillas de Terasaka al escuchar la pregunta de su madre, aclarando su garganta antes de dar cualquier respuesta.
— Quizás en algunos días — Respondió vagamente, su mente recreando la idea de que algún día, probablemente cercano, el pelirrojo llegara a conocer a sus padres.
Su padre seguramente lo abrazaría tan solo al verlo y le diría que era más que bienvenido a la familia, además de querer contarle sus anécdotas de cuando tenía su edad, y seguramente haciendo una broma sobre cómo llegó a fijarse en su hijo.
Su padre podría ser cualquier cosa, menos ciego, sabía claramente lo que pensaría del pelirrojo al verlo, entre ello, su atractivo.
Mientras que su madre le resaltaría su delgadez luego de saludarlo y lo llevaría casi de manera inmediata al comedor, donde lo esperaría una mesa repleta de comida.
Luego, muy probablemente lo harían pasar a él la peor y mayor vergüenza de toda su vida hasta el momento, cuando comenzaran a contarle al pelirrojo las anécdotas de su infancia, y de lo doble de [idiota] qué estaba en ese tiempo, además de ingenuo.
Sí antes el pelirrojo de burlaba de él y le llamaba idiota, imbécil, etc., no se quería imaginar las burlas que llegarían luego de que sus padres revelaran su [oscuro] pasado, pintado de color rosa y llenó dulces.
Incluso cuando no lo parecía, su infancia realmente había sido bastante agradable, amigos, juegos, dulces, amor y atención, no le faltó nada en ese tiempo, y estaba más que consciente de eso.
Tenía padres amorosos y él era un matón... ahora que Terasaka lo pensaba bien, era bastante irónico.
De hecho... las pocas veces que se ponía a reflexionar, agradecía haber tenido una infancia bastante tranquila y armoniosa... más ahora que había conocido la [compleja] infancia de su pareja.
La conversación con su madre terminó al cabo de un tiempo, el móvil siendo dejado nuevamente sobre la mesita de noche, y con su propietario acostándose de lado, y haciendo cucharita a su pareja.
Aún con los nervios, no iba a desaprovechar el momento.
— Ryoma... — El pelirrojo murmuró con voz suave y lenta, su cuerpo moviéndose ligeramente al ser rodeado por los brazos del mayor, terminando por acurrucarse una vez encontró comodidad.
Un momento de calma donde su mente se tranquilizaba, y sentía la calidez que su pareja quería transmitirle.
— Descansa... mi pequeño demonio —.
~ • ~
Poco a poco abrió sus ojos, su vista tratando de acostumbrarse a la iluminación de la habitación, con su cerebro aún un poco adormilado, pero pensando en una sola cosa: había olvidado cerrar las cortinas.
Se acurrucó en su lugar, tratando de bloquear la luz con la sábana de lo cubría, mientras sentía como unos brazos restringían su movimiento.
Luego de unos minutos donde inevitablemente su cerebro comenzó a reaccionar, recuperó más de su conciencia y de la posición en la que se encontraba, comenzando a moverse un poco para liberarse de los brazos que lo tenían sujetado como cadenas.
— Ryoma — Murmuró al haber logrado cambiar de lado, logrando ver el rostro de su pareja que aún yacía dormida.
Suspiró con pesadez, lo que había aprendido con las veces que se dormía con el mayor, era que sí lo cachaba con sus brazos, iba a ser imposible soltarse de su agarre hasta que él lo soltara por su cuenta.
— Hm... —.
Los brazos de Terasaka atrayeron más el cuerpo del pelirrojo, sus párpados moviéndose como sí no quisiera abrirlos, y revelando su postura de no querer despertarse todavía.
No iba a despertar, pero tampoco lo dejaría ir, al menos no sin luchar.
Ya sea con movimientos... o palabras.
— Pequeño demonio... sólo duérmete, sigue siendo temprano — Dijo con voz adormilada, manteniendo sus ojos cerrados mientras ejercía más fuerza en su agarre.
Realmente ni siquiera estaba conciente del tiempo, pero era lo que menos le importaba en ese momento.
— ¿Me... Me acaba de llamar "pequeño demonio"? —.
Un rubor cubrió sus mejillas al instante, sonriendo inconcientemente de manera amorosa, acurrucándose más con él y aceptando sus palabras de dormir nuevamente, o al menos lo intentaría.
Ya ni siquiera se reconocía a sí mismo.
Un matón que caía a los pies se su pareja ante cualquier muestra de afecto, fuera cariñoso o sensual. Y un delincuente que se avergonzaba fácil y con un cambio de comportamiento ante cualquier cosa que lo hiciera avergonzar o hacerle sentir felicidad.
Matón y delincuente.
Príncipe y princesa.
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De otro cuento de hadas
Fiksi PenggemarTeraKaru (KarmaxTerasaka) Esta será mi primera historia de estos dos y también la primera que no es KaruShuu Porfavor denle una oportunidad, se que les gustará O eso espero Sin nada más que decir, disfruten su lectura