💥Capítulo 24

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«Si no accede por las buenas, tendrá que ser por las malas y tenga por seguro que no será tan amable como lo he sido yo».

Las palabras se repetían constantemente en su cabeza. Se pasó la mano por la frente en una clara señal de cansancio combinado con frustración. Observó de nuevo la pantalla delante de ella donde se podía ver los vuelos que estaban por salir en las próximas horas, sintió el papel entre sus dedos antes de darle una última mirada y dirigirse hacia el cesto de basura más cercano para romperlo en pedazos y tirarlo.

Estúpida. Estúpida. Estúpida.

¿Cómo había podido ser tan estúpida de olvidar ese pequeño pero importantísimo documento que necesitaba para poder viajar de manera internacional llamado pasaporte? Quizás su mente solo se había enfocado los últimos días en encontrar la mejor opción de vuelo para salir de ahí de una buena vez por todas, por lo menos antes de que aquel hombre volviera a aparecer.

La semana anterior se había encontrado por casualidad a aquel hombre que la recibió en el aeropuerto el día que arribó a aquel país. Con cautela se había acercado hasta ella para decirle que era hora de regresar a Estados Unidos. A Holland le tomó un par de minutos comprender que si la querían de regreso es porque el famoso juicio en contra de Zech estaba por llevarse a cabo. La paz y tranquilidad en la que se había sumido al llegar a ese lugar desapareció cual estrella fugaz.

De inmediato todo su sistema se puso en alerta. El hombre pudo detectar aquel cambio en su semblante y se puso algo nervioso. Volvió a comentarle que debía ir con él porque tenía órdenes de más arriba, dándole a entender que eran órdenes del gobierno. La joven pelirroja se mantuvo firme y con toda la seguridad que pudo impregnar en su voz le dio un tajante no.

La chica no esperó a que aquel hombre dijera algo más, simplemente reanudó su camino a una velocidad más elevada de lo que normalmente caminaba, pensando que así se libraría de él.

Se había equivocado.

Tan solo tres días después de nuevo ese hombre apareció ahora afuera de la casa donde vivía. Volvió a insistir que tenía que marcharse con él, que ya tenía todo listo para su regreso a Washington. De nuevo la joven respondió que no iría a ningún lado y fue entonces cuando el hombre le dijo que si no accedía por las buenas tendría que ser por las malas y que no serían tan amables como lo había sido él. Holland se mantuvo en su negativa hasta que el tipo se volvió a marchar.

Esa amenaza implícita le había revuelto las entrañas, no podía negar que sentía miedo ante la idea de que volviera por ella una tercera vez y ahora sí la hicieran regresar. Impulsada por ese miedo fue que tomó la decisión de salir de una buena vez de ese país y buscar a su familia.

Lo primero había sido intentar contactar con sus padres, les había enviado un correo electrónico desde la dirección oficial de la joyería donde les comentaba brevemente que estaba viva y se debía mantener oculta para intentar sobrevivir, sin embargo, nunca obtuvo una respuesta. Podía atribuírselo a dos posibles razones, la primera que sus padres hubieran ignorado el correo porque era una dirección desconocida y pudieran incluso pensar que era uno de esos correos fraudulentos con los que robaban información bancaria y datos personales; la segunda, que pensaran que era una broma de muy mal gusto.

Llegó a considerar la posibilidad de contactarlos por teléfono, pero no tenía caso. No recordaba ningún número por lo que tuvo que descartar esa opción.

Solo le quedaba una idea factible, era arriesgada y costosa, pero era lo único que se le ocurría en ese momento. Fue así, que los últimos dos días había buscado desde la computadora de la joyería opciones de vuelos, costos y horarios para ir hasta un país en Europa donde sabía su padre tenía familiares. Su plan consistía en llegar ahí para poder contactarlos y poderse reunir con ellos. Ya pensaría después en cómo cambiar su identidad para que el gobierno de Estados Unidos no pudiera encontrarla nunca.

Sin Escape - #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora