MISIÓN Y ALGO MÁS

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KARINA

Karina sonrió mientras El Tigre explicaba los detalles finales del trato. Estaba a punto de cerrar el acuerdo cuando notó algo que la hizo sentir un escalofrío en la espalda.

El Tigre la estaba vigilando. No, no era solo eso. La estaba estudiando, analizando cada movimiento, cada gesto.

Karina se mantuvo calmada, pero su mente comenzó a trabajar a toda velocidad. ¿Qué había descubierto El Tigre? ¿Sabía que era una agente encubierta?

Mantuvo la sonrisa en su rostro, pero sus ojos se movieron rápidamente hacia los agentes encubiertos que la rodeaban. Thompson, Jackson y Rodríguez estaban en sus posiciones, listos para intervenir.

—Entiendo —dijo Karina, asintiendo—. Entonces, ¿estamos de acuerdo?

El Tigre sonrió.

—Sí, estamos de acuerdo. Pero antes de firmar, quiero asegurarme de que entiendes completamente los términos.

Karina asintió, pero su instinto le decía que algo no estaba bien.

—Por supuesto —dijo—. Estoy dispuesta a escuchar.

Mientras El Tigre comenzaba a explicar los términos, Karina notó que su mirada se desviaba hacia su muñeca. ¿Qué estaba buscando?

De repente, lo supo. El dispositivo de seguimiento que llevaba en su muñeca. El Tigre lo había detectado.

Karina se mantuvo calmada, pero su mente trabajaba a toda velocidad. Tenía que salir de allí, y rápido.

—Disculpa —dijo, levantándose—. Necesito ir al baño. Un momento, por favor.

El Tigre asintió, pero su mirada la seguía.

Se dirigió al baño, sabiendo que tenía que actuar rápido. El Tigre había descubierto su tapadera. La misión estaba en peligro.

Finalmente entró en el baño y se acercó al lavabo, mientras escuchaba las instrucciones del coronel y los agentes a través del auricular.

—Karina, hemos detectado que El Tigre te está vigilando —dijo la voz del coronel—. Tenemos que sacarte de allí lo antes posible.

—Entendido, coronel —respondió Karina en voz baja—. Pero necesito cerrar el trato primero.

—Negativo, Karina —interrumpió Thompson—. El Tigre ya sabe que eres una agente encubierta. No podemos arriesgarnos.

—No estoy segura —dijo Karina—. Creo que puedo mantener la tapadera un poco más.

—Karina, no vale la pena el riesgo —insistió el coronel—. Tenemos que protegerte.

—Entendido, coronel —respondió Karina—. Pero dame un minuto más.

—Treinta segundos —concedió el coronel—. Luego, te sacamos de allí.

Karina asintió, aunque sabía que el coronel no podía verla.

—Recibido —dijo—. Treinta segundos.

Mientras hablaba, Karina se miró en el espejo y se ajustó el auricular. Luego, se lavó las manos y salió del baño, lista para enfrentar a El Tigre y cerrar el trato.

Pero al salir, se encontró con El Tigre y dos de sus hombres, bloqueando la puerta.

—Creo que ya es hora de que dejemos de jugar, señora Pérez —dijo El Tigre, sonriendo—. Sé quién eres realmente.

El Tigre se rió mientras Karina se detenía frente a él, su mirada helada.

—Sí, sé quién eres —dijo El Tigre—. Eres una agente encubierta. Y ahora, eres mia.

Karina sonrió, sacando una pistola de su bolsillo.

—No creo que sea así —dijo.

De repente, el área se llenó de disparos. Los hombres de El Tigre abrieron fuego contra Karina, pero ella se defendió con habilidad, disparando contra ellos.

Los agentes encubiertos, Thompson, Jackson y Rodríguez, salieron de sus escondites y se unieron a la batalla, disparando contra los narcotraficantes.

El coronel, por el auricular, gritaba instrucciones.

—Karina, ¡sal de allí! ¡Tenemos refuerzos en camino!

Pero Karina estaba enfrascada en la lucha, disparando y esquivando balas.

El Tigre se enfureció, viendo a sus hombres caer.

—¡Maten a esa mujer! —gritó.

Karina se lanzó hacia El Tigre, pistola en mano.

—No vas a salir de aquí vivo —dijo.

El Tigre sonrió, sacando una pistola de su cintura.

—Vamos a ver quién sale con vida —dijo.

Los dos se enfrentaron, disparando al mismo tiempo.

Pero Karina era más rápida. Su bala alcanzó a El Tigre en el hombro, haciéndolo caer.

—¡Fin de la misión! —gritó el coronel por el auricular—. ¡Refuerzos llegando!

Karina se levantó, pistola aún en mano, mientras los agentes encubiertos y los refuerzos militares llegaban para arrestar a los narcotraficantes.

La misión había sido un éxito. El Tigre había sido derrotado.

Pero Karina sabía que esta no era la última batalla. La guerra contra el narcotráfico seguiría.

La Obsesión Que Nunca Quise +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora