KARINA

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ASLAN

Salí de la mansión Rosenberg, pero mi mente se quedó atrás, fijada en ella. Karina.

Había pasado tanto tiempo esperándola, necesitándola. Y finalmente, la había encontrado.

Recuerdo la primera vez que supe de su existencia. Un acuerdo entre familias, una promesa hecha en el pasado. Pero yo no había entendido entonces lo que significaba hasta que la vi.

Ella es hermosa, inteligente y valiente. Y mía.

No puedo dejar de pensar en su mirada, en su sonrisa. En la forma en que se movió cuando entró en la habitación.

Había algo en ella que me llamó la atención desde el principio. Algo que me hizo sentir que era la única persona que podía entenderme.

Pero también vi miedo en sus ojos. Miedo de mí.

Sé que no es fácil para ella. Sé que no entiende por qué su familia hizo esa promesa.

Pero yo sí lo entiendo. Entiendo que es el precio que debo pagar por mi posición, por mi poder.

Y estoy dispuesto a pagar ese precio. Por ella.

Karina no sabe lo que soy capaz de hacer por ella. No sabe lo que haría para protegerla.

Pero pronto lo descubrirá.

Sonreí para mí mismo mientras conducía de regreso a mi hogar. Pronto, Karina sería mía. Y nada ni nadie podría separarnos.

Mi teléfono sonó, rompiendo el silencio. Era mi asistente.

—Señor, tenemos noticias sobre la familia Rosenberg —dijo.

—¿Qué noticias? —pregunté.

—Parece que están buscando una forma de salir de la promesa.

Me reí.

—Eso es imposible —dije—. La promesa está hecha. Y yo siempre cumplo mis promesas.

Colgué el teléfono y seguí conduciendo, mi mente fijada en Karina.

Pronto, ella sería mía. Y nada podría cambiar eso.

Era una mujer enigmática, llena de contradicciones. Su belleza era innegable, su cuerpo espectacular. Pero había algo más en ella, algo que me fascinaba.

Su inteligencia, por ejemplo. Era rápida, astuta. Podía ver la forma en que su mente trabajaba, analizando cada situación, buscando soluciones.

Pero había algo más, algo que no encajaba. Algo que ella escondía.

La observé durante nuestras conversaciones, buscando pistas. Era como si estuviera ocultando un secreto, un secreto que podría cambiar todo.

Me gustaba el desafío. Me gustaba la idea de descubrir lo que ella escondía.

A veces, la veía sonreír, y su sonrisa era como un rayo de sol. Pero otras veces, la veía mirar hacia la distancia, y su mirada era como un abismo.

¿Qué había en ese abismo? ¿Qué secreto escondía?

Mi instinto me decía que era algo importante. Algo que podría cambiar el curso de nuestra relación.

Decidí investigar más a fondo. Decidí descubrir lo que Karina escondía.

Llamé a mi investigador.

—Necesito saber más sobre Karina Rosenberg —dije—. Quiero saber todo.

—Señor, ya hemos investigado mucho —dijo—. Pero podemos seguir buscando.

—Quiero saber lo que ella esconde —dije—. Lo que no quiere que nadie sepa.

—Entendido, señor —dijo—. Nos pondremos a trabajar de inmediato.

Colgué el teléfono y me reclíne en mi silla, pensando en Karina.

Pronto descubriría sus secretos. Pronto la conocería completamente.

Y cuando lo hiciera, la tendría en mis manos. Para siempre.

Pero lo que yo no sabía era que lo que descubriría me llevaría a la ruina, y eso era Karina Rosenberg mi ruina y destrucción.

La Obsesión Que Nunca Quise +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora