DESPUES DEL DÍA

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KARINA

Me senté en la sala de mi casa, rodeada de mi familia. Respiré profundamente antes de comenzar a contar mi historia.

—Después de dejar el ejército, me sentí perdida —dije—. No sabía qué hacer con mi vida.

Mi madre me miró con preocupación.

—¿Por qué no nos contaste nada, Karina? —preguntó.

—No quería preocuparlos —dije—. Quería protegerlos.

Mi padre se inclinó hacia adelante.

—¿Qué pasó luego? —preguntó.

—Me uní a una organización secreta —dije—. Luchábamos contra la injusticia, pero de una manera diferente.

Mi hermano Elliot se sorprendió.

—¿Qué tipo de misiones realizabas? —preguntó.

—Misiones de rescate, de inteligencia... —dije—. Cosas que requieren habilidades especiales.

Mi madre se cubrió la boca con la mano.

—¿Estuviste en peligro? —preguntó.

—Sí —dije—. Muchas veces.

Mi hermano Ethan me abrazó.

—Lo siento, Kari —dijo—. No sabíamos.

—No podían saber —dije—. Yo misma no lo sabía.

Hice una pausa antes de continuar.

—Pero hubo algo más —dije—. Algo que cambió todo.

Mi familia me miró con curiosidad.

—¿Qué fue? —preguntó mi padre.

—Conocí a alguien —dije—. Alguien que me enseñó a vivir de nuevo.

Mi madre sonrió.

—¿Quién es? —preguntó.

—No importa —dije—. Lo que importa es que me enseñó a dejar el pasado atrás.

Mi familia me rodeó, abrazándome, apoyándome.

—Estamos aquí para ti —dijo mi padre—. Siempre.

Me sentí un llanto en mi garganta.

—Gracias —dije—. Gracias por estar aquí para mí.

Pero sabía que aún había algo que debía hacer. Algo que debía enfrentar.

Aslan.

El hombre que me había reclamado como suya.

El hombre que no sabía lo que había pasado en mi vida.

Pero pronto lo sabría.

Y pronto enfrentaría las consecuencias.

El no se imaginaba lo que yo era, ni tampoco todo lo que había prendido estos años, quería una esposa y tal vez la tendría, pero lo que el no sabía es que el enemigo lo tendría más cerca de lo que imaginaba.

ASLAN

Regresé a mi rutina diaria, sumergiéndome en mi trabajo y negocios. La visita a la familia Rosenberg había sido un recordatorio de mi compromiso con Karina, pero no podía dejar que mi vida personal afectara mi imperio empresarial.

Mi asistente me esperaba en la oficina, con una pila de documentos y informes.

—Señor, tenemos varias reuniones programadas para hoy —dijo.

—Excelente —dije, revisando la agenda—. Comencemos.

El día pasó en una sucesión de reuniones y decisiones importantes. Mi mente estaba enfocada en los negocios, pero en el fondo, Karina seguía presente.

Mi teléfono sonó durante una reunión.

—Disculpa —dije, respondiendo—. ¿Sí?

—Señor, tenemos actualizaciones sobre Karina Rosenberg —dijo mi investigador.

—¿Qué hay? —pregunté.

—Parece que ha estado investigando sobre su familia y la promesa que hicieron con usted —dijo.

Me sorprendí.

—¿Qué más? —pregunté.

—No ha encontrado nada concreto, pero sigue buscando —dijo.

Sonreí.

—Eso es esperable —dije—. Mantén vigilancia.

Colgué el teléfono y regresé a la reunión.

Karina Rosenberg pensaba que podía escapar de su destino.

Pero yo siempre estaba un paso adelante.

Y pronto, ella sería mía.

De pronto me quedé absorto viendo a la nada y me vino el recuerdo de siempre

Asentí para mí mismo, recordando las palabras de mi padre y abuelo. La promesa que habían hecho con la familia Rosenberg era sagrada.

—La primera hija del matrimonio Rosenberg será tuya, Aslan —me había dicho mi padre—. Es una promesa que hemos hecho para asegurar nuestra alianza y proteger nuestros intereses.

Mi abuelo había asentido en acuerdo.

—Karina Rosenberg será tu esposa, Aslan. Y con ella, consolidaremos nuestro poder y riqueza.

Desde ese momento, supe que Karina era mía. Que estaba destinada a ser mi esposa.

Y ahora, después de todos estos años, finalmente estaba cerca de hacerla mía.

Mi familia había trabajado duro para mantener nuestra posición y riqueza. Y yo no iba a permitir que nada se interpusiera en mi camino.

Ni siquiera la misma Karina.

Sabía que ella no entendía la promesa que habían hecho su abuelo. No entendía por qué estaba destinada a ser mía.

Pero pronto lo sabría.

Y cuando lo hiciera, aceptaría su destino.

Porque no había otra opción.

Era mi derecho.

Era mi deber.

Y era mi deseo.

Karina sería mía.

Y ni ella misma podía cambiar eso.

La Obsesión Que Nunca Quise +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora