Capítulo 1.

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Hace seis meses, por fin cumplí uno de mis más grandes sueños, abrir mi propia tienda, algo por lo que he trabajado incansablemente desde que decidí lanzar mi marca de ropa. Las ventas han superado mis expectativas y cada día me siento más orgullosa de lo que estoy construyendo.
Muchos años de esfuerzo y noches sin dormir por fin están dando sus frutos. Parece que fue ayer, y a la vez se siente tan lejano, el momento en el que me gradué en diseño de moda; no me voy a olvidar nunca la felicidad en el rostro de mi padre cuando recibí mi diploma. Recuerdo también mis días de prácticas en diferentes empresas, compaginado con las noches trabajando como DJ para ahorrar un poco más, pero todo llega y hoy puedo decir que valió la pena cada sacrificio.

Me levanté de la cama y, tras lavarme los dientes, fui a la cocina a prepararme el desayuno. Allí estaba Carmen, mi compañera de piso y una de mis mejores amigas. Alquilamos en Madrid, el piso no es muy grande, pero es luminoso y acogedor, tiene una cocina-comedor con un pequeño living integrado, un balcón, un baño y dos habitaciones.

— ¡Buen día! — le sonreí mientras preparaba una taza de café. Ella me devolvió la sonrisa sin apartar la vista de la notebook. Decidí sacar un tema de conversación —. ¿Recuerdas a Marcos, el fotógrafo que me recomendaste? Hoy viene a la tienda para mostrarme el book de mi nueva colección de otoño-invierno.

— Fina, ¡buen día! Ay sí, Marcos. —Levantó la cabeza para mirarme—. Es muy majo y tiene muchísimo talento, no dudo que serán unas fotos preciosísimas —dijo, mientras me acariciaba el brazo para tranquilizarme—. Vamos, que te conozco como la palma de mi mano, no estés nerviosa, que todo va a salir bien.

—Gracias amiga —La miré con curiosidad—. ¿Y tú qué haces tan temprano con la compu? ¿Ya estás trabajando? **Carmen trabaja en el área de relaciones públicas de una droguería.

—No, no, que va, solo estaba viendo el portal de noticias. Pero mira —dijo, girando la notebook hacia mí—. Observa esto: "Marta De La Reina elegida la mujer más influyente de España en 2024."

Continué leyendo "La empresaria española, dueña y CEO de Laboratorios De La Reina, licenciada en Ciencias Empresariales y máster en Finanzas, con tan solo treinta y cuatro años, ganó el premio de Monthly Awards como la directiva más influyente del mundo en el sector de cosmética y perfumería, y la más joven en obtener este reconocimiento".

La nota era larguísima, detallaba toda su trayectoria, logros y valores. Pero solo podía concentrarme en la imagen que la acompañaba. Era ella, Marta, de pie frente a un escritorio, luciendo un elegante blazer y pantalón negro a juego, con ambas manos en la cintura. Quedé hipnotizada contemplando aquella mujer de ojos azules y cabello rubio rizado. La voz de Carmen me sacó de mi ensueño.

—Imponente, ¿verdad?, ¡Que mujerón! —dijo, con los ojos abiertos de par en par y emitiendo un suspiro que transmitía pura admiración—. ¡Y yo sigo sin poder creer que tú la conoces!

Conocía pensé.

Isidro, mi padre, trabajó toda su vida para la Familia De La Reina. Ahora es el chofer privado de Marta, pero durante años se encargó de las labores de mantenimiento de la casa de la familia.
Cuando mi madre falleció, yo tenía apenas diez años, y mi padre tuvo dificultades para conseguir una persona que pueda cuidar de mí. Por eso, muchas veces me llevaba con él. Yo lo acompañaba a la gran mansión y lo ayudaba con sus tareas.
De La Reina pertenecía a la clase alta y no escatimaban en lujos.
Mis recuerdos de esa época son vagos, como si mi mente hubiera tratado de borrar los momentos en los que aprendí a sobrellevar la ausencia de mi madre. Sin embargo, tengo algunos destellos intactos, como los días corriendo por sus jardines persiguiendo mariposas, o las risas compartidas con los empleados que siempre estaban dispuestos a hacerme sonreír. Pero lo que realmente quedó grabado en mi memoria, es ella, Marta. Me lleva 7 años, y ya desde pequeña la idolatraba.
Admiraba su rebeldía, esa chispa inquebrantable que la hacía desafiar el mundo, sin permitir que nadie, ni siquiera sus hermanos, la menospreciara. Su inteligencia, su bondad y su carisma eran un faro en mis días grises, iluminando con suavidad mi camino. En su forma de hablar había una empatía que acolchaba mi corazón herido, haciéndome sentir que era uno de ellos, que no era solo la hija de un empleado. Pero también, admiraba profundamente su belleza. Me enseñó muchas cosas, entre ellas, a ser fuerte y apoyarme en mis seres queridos, asegurándome que no estaba sola. También gracias a ella mejoré en mis clases de matemáticas; se empeñaba en ayudarme, no tenía obligación, pero lo hizo igual.
Y gracias a ella, descubrí que me gustaban las mujeres.

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