Capítulo 6.

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Marta de la Reina.

Era un día antes del sábado, y el deseo por ver a Fina se hacía casi insoportable. Estaba en mi despacho, intentando concentrarme en los documentos delante de mí, pero la imagen de su sonrisa seguía asomándose, suave y persistente.

Buscaba desesperadamente alguna excusa para verla, pero ninguna idea parecía remotamente creíble. Sumida en mis pensamientos, me llegó un mensaje de Fina.

Te he enviado por mail
el boceto del vestido.
Llámame cuando puedas

La emoción se apoderó de mí al abrir su correo. Allí estaban, varias imágenes del vestido; pero lo que capturó mi atención fue un video, una animación 3D que me permitió ver el diseño girante, mostrando todos sus detalles desde diferentes ángulos. Era un hermoso y elegante vestido negro largo, con transparencias y encaje.
Había pensado que recibiría un dibujo a lápiz, pero esto era increíble. Me quedé asombrada por el talento y la rapidez con la que Fina había logrado crear una representación tan detallada y hermosa. Sin perder un momento, la llamé enseguida.

—¡Fina! El diseño es simplemente espectacular. —exclamé, intentando contener mi emoción.

—¡Me alegra que te guste! —respondió encantada, con una sonrisa en su voz—. Quería comentar un par de detalles contigo.

—Claro, por supuesto. Pero oye, prefiero hacerlo en persona. ¿Puedo pasar por la tienda?

—Es que no estoy en la tienda ahora, pero si quieres, me acerca a tu oficina —propuso sin dudar.

—Eso sería genial. Estoy en la oficina central. ¿Puedes estar aquí antes de las 15?

—¡Claro! En 20 minutos estoy allí —respondió con determinación.

—Perfecto. Cuando llegues, dile al de seguridad que tienes una reunión conmigo, para que te dejen pasar.

—Vale, ¡nos vemos en un rato!

Colgué la llamada con un suspiro de satisfacción, y con una sonrisa, satisfecha de haber encontrado una forma de verla. Me levanté de mi escritorio y me dirigí a la oficina de mi asistente.

—Isabel, en 20 minutos tengo una reunión con Fina Valero. Avísale a recepción para que la dejen subir cuando llegue —le dije, tratando de sonar profesional, aunque estaba emocionada.

—Claro, ningún problema —respondió Isabel, haciendo una nota en su libreta. Luego agregó—: Por cierto, quería recordarle que debemos revisar el informe trimestral antes de la reunión con el equipo el lunes. Esta mañana lo dejé en su escritorio para que lo mire.

—Gracias, Isabel. Ahora mismo lo reviso —dije, regresando a mi despacho.

Una vez allí, me sumergí en el informe, repasando los datos financieros y haciendo anotaciones sobre los puntos a discutir. El tiempo pasó volando mientras me concentraba en los números y proyecciones, hasta que un suave toque en la puerta me sacó de mis pensamientos.

—Disculpe, ya ha llegado Fina Valero —informó Isabel desde el umbral.

Sentí una oleada de entusiasmo.

—Perfecto, hazla pasar, por favor.

Fina entró al despacho. No pude evitar sonreír de oreja a oreja al verla. Le indiqué que cerrara la puerta y tomara asiento frente a mi escritorio. Ella, visiblemente asombrada, observó a su alrededor antes de hablar.

—El edificio es precioso —comentó, un poco perpleja—. Las oficinas son enormes. No me imaginaba el lugar así.

—Así ¿cómo? —pregunté sonriendo.

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