MONSTRUOS En La Ciudad

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La mano de Luhan se balanceaba muy cerca de la suya mientras caminaban, Sehun la atrapó y entrelazó sus dedos.

El demonio observó por un instante su mano unida a la del humano y las comisuras de sus labios se curvaron un poco. Le encantaba la forma en que sus acciones denotaban un firme deseo por estar a su lado, aunque también le preocupaba un poco. Irremediablemente sentía que de una forma u otra le estaba arrebatando su corta vida humana. El rastro de su sonrisa se borró de golpe.

—De nuevo tienes esa expresión —Sehun señaló con desgana.

Luhan alzó su mirada y se encontró con la decepción que apagaba un poco el brillo en los ojos de Sehun.

—Perdona, es que...

—¿Te arrepientes de haberme seguido?

—No, es solo que... deberías ser capaz de vivir tu vida plenamente —Luhan musitó con culpabilidad—. Conmigo no tienes nada, excepto el temor de que un error te quite la vida.

Sehun soltó los dedos de Luhan y buscó sus llaves para abrir la puerta de su casa. Ambos entraron y al cerrar la puerta se detuvieron por un momento en el recibidor. El lugar estaba a oscuras, los señores Oh aún no regresaban.

—Tú dijiste que no podías tomar un alma marcada —Sehun dijo con suavidad—, si me dejaras...

—No, esa no es la solución —Luhan lo interrumpió con una firme negativa.

—¿Por qué? ¿Dejarías de estar interesado en mí si dejo de ser humano?

—Lo dudo mucho.

Sehun esperó por una explicación, pero Luhan no dijo más. Soltó un frustrado suspiro y fue a su habitación, ya habían tenido esa discusión antes, cuando Luhan le había explicado que no podía tomar las almas de otros sobrenaturales. Sehun había propuesto buscar la ayuda de Chen o de Baekhyun, pero el demonio se había negado rotundamente.

Luhan observó a Sehun mientras este se perdía en el interior de su casa y se preguntó si no sería mejor marcharse y obligarlo a olvidar que alguna vez se habían conocido.

—¿Qué haces ahí todavía? —Sehun preguntó mientras salía de su habitación con una camiseta limpia en su mano y el pecho desnudo.

Luhan se olvidó de cualquier pensamiento que hubiera rondado su cabeza antes de ese instante, justo en ese momento en todo lo que su mente pudo concentrarse fue en el cuerpo del humano. Se teletransportó a su lado y le rodeó la cintura.

Sehun le tomó el rostro y lo miró a los ojos, que se habían vuelto negros por el deseo. La maldita abstinencia estaba matándolos a ambos. Se inclinó sobre sus labios y los tomó en un beso para nada recatado.

Luhan se regocijó en la intensidad del joven humano. La forma en que desquitaba todas sus ganas entre húmedos roces, suaves mordidas y caricias de su lengua era realmente excitante. Sehun le tomó las caderas y continuó saqueando su boca mientras lo aplastaba contra la pared. 

—Ah, Luhan —Sehun exhaló sobre sus labios—. Te deseo.

El demonio de la lujuria sonrió satisfecho y Sehun decidió llevar los besos hacia su cuello y colar las manos bajo su ropa. Luhan suspiró, ya lo había dejado avanzar demasiado. Iba en contra de su naturaleza, pero tenía que obligarlo a detenerse.

—Para —Luhan pidió entre jadeos.

Sehun no lo escuchó, en cambio lo empujó hacia su cama y se posicionó sobre su cuerpo para continuar besándolo sin ningún recato. Luhan gimió con delirio mientras Sehun le devoraba los labios y se frotaba contra su cuerpo, hasta que se percató de la presencia de un igual.