🎃🎃🎃🎃🎃

1.2K 202 52
                                    


Unas chicas reunidas en una mesa fuera de un café se congelaron boquiabiertas ante la presencia de Kai. Una de ellas incluso tuvo el atrevimiento de acercarse para hablarle. Por supuesto, no obtuvo más que gruñidos.

—Vaya, de verdad tienes un problema con las chicas —Chen señaló.

—Ya han causado suficiente daño —Kai gruñó, mirándose los nudillos distraídamente mientras caminaban a paso lento por el vecindario de clase alta.

Chen suspiró. 

—Lo siento —murmuró con una ráfaga de compasión. Kai se giró hacia él y le dio una mirada extraña—. ¿Tus ojos siempre han sido grises? —preguntó con asombro. 

Kai se cubrió inmediatamente los ojos y se frotó los párpados.

—Cambian de color —Kai murmuró —Hay demasiada luz aquí.

—Sí, todo aquí es tan extraño... No recordaba al mundo así —Chen comentó angustiado, mirando en todas direcciones, buscando una sola cosa que no le resultara ajena—. Mira, eso sí lo conozco —exclamó con repentina emoción señalando un lugar frente a ellos. 



¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Minseok atrapó el balón y anotó dos puntos. Sonrió cuando el resto de su equipo lo vitoreó y por alguna razón desvió su mirada hacia la banca. Había dos chicos sentados en las gradas y uno de ellos estaba mirándolo fijamente. Minseok le sostuvo la mirada inicialmente, pero empezó a sentirse incómodo luego de unos segundos. Intentó seguir jugando con normalidad, pero no podía evitar voltear en dirección al extraño desconocido cada par de minutos. 

Tomaron un descanso para el cambio de canasta y Minseok fue por su botella de agua intentando ignorar al sujeto que lo miraba y fallando miserablemente. Lo primero que hizo fue levantar sus ojos hacia él. No debió hacerlo; esos ojos ambarinos estaban desnudándolo con su anhelante mirada. Minseok decidió que no debería seguir prestándole atención, bebió su agua y regresó a la cancha. En algún momento miró de soslayo en dirección a las gradas y gracias al cielo el sujeto se había ido.

—¡Minseok, cuidado! —Niel advirtió, pero antes de que la pelota lo golpeara una mano ágil atrapó el balón. El sujeto con gorro que lo había observado fijamente durante todo el primer tiempo estaba ahora demasiado cerca; se había unido al equipo contrario sin que él se diera cuenta y lo que restó del partido se la pasó detrás de Minseok, quien hacía un monumental esfuerzo por seguir con el juego como si nada extraño estuviera pasando.

No fue fácil teniendo en cuenta que el nuevo jugador era hábil y se había convertido en su sombra. Por supuesto, Minseok podía notar que el muy pervertido estaba mucho más concentrado en cada detalle de su cuerpo que en el balón. Cada vez que tenía oportunidad rozaba sus brazos o piernas, por mucho que él intentara poner distancia entre ellos.

MONSTRUOS En La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora