El camino de regreso fue tranquilo, pero lleno de un nuevo tipo de paz. Duxo había logrado, por fin, disfrutar de sus primeras noches sin pesadillas, y el cambio en él era notable. Su rostro, antes marcado por la oscuridad y el cansancio, ahora brillaba con una luz que Aquino no veía desde hacía mucho tiempo. Su energía parecía haber vuelto, y con ella, una sonrisa genuina. Aunque Aquino sabía que aquello solo era un respiro temporal, verlo tan feliz y despreocupado lo hizo sentir un poco más tranquilo.Pasaron los días, y ambos se permitieron un descanso merecido, disfrutando de momentos tranquilos y sencillos. El peso que había caído sobre ellos parecía haberse desvanecido por un tiempo, y aunque Aquino seguía alerta, decidió permitirse esa pausa.
Una tarde, mientras Aquino descansaba, Duxo apareció frente a él, una sonrisa en el rostro y los ojos llenos de emoción.
—¡Aquino! —llamó con entusiasmo. Aquino giró hacia él, intrigado.
—Ven, tengo una pequeña sorpresa para ti —dijo Duxo, tomando su mano con una suavidad que hizo que el corazón de Aquino latiera un poco más rápido. Lo guió fuera de la casa, sus dedos entrelazados como si no quisieran soltarse nunca.
Al llegar al patio, Aquino vio un pequeño pícnic preparado, sencillo pero lindo. La manta extendida sobre el césped, la comida cuidadosamente colocada, y el suave aroma de las flores cercanas creaban una atmósfera mágica.
—Duxo... es precioso —murmuró Aquino, su voz llena de emoción.
Duxo se sentó en la manta, mirándolo con ternura. —Te lo mereces. Siempre me cuidas, siempre estás ahí para mí. Es lo mínimo que puedo hacer por ti.
Aquino se sentó a su lado, y por un rato, todo pareció detenerse. El aroma de las flores silvestres que rodeaban el patio impregnaba el aire, mezclándose con el suave susurro del viento entre los árboles. Aquino podía sentir el calor del sol en su piel, pero nada era tan reconfortante como el de tacto de los dedos de Duxo entrelazados con los suyos.
Sus risas llenaron el aire, ligeras y sinceras, mientras compartían la comida y charlaban sobre todo y nada a la vez. Duxo se rió de un chiste, pero Aquino notó que su risa era más corta de lo normal. ¿Había un leve temblor en su mano? Aquino apartó la preocupación; no quería estropear el momento.
En ese instante, Aquino observaba a Duxo, su sonrisa cálida y su voz tranquila. Por un momento, deseó poder congelar el tiempo, vivir eternamente en ese instante. Pero una sombra permanecía en el borde de su mente, un recordatorio de que todo esto podría desaparecer en cualquier momento.
Cada vez que Duxo sonreía, Aquino intentaba no pensar en las sombras del pasado, en las preguntas sin respuesta. Quería aferrarse a ese instante de alegría, pero una parte de él se resistía, siempre vigilante.—Oh, se acabó el jugo —dijo Duxo de repente, levantándose para ir por más. Pero en cuanto lo hizo, un leve mareo lo detuvo.
—¿Estás bien? —preguntó Aquino de inmediato, la preocupación marcando su rostro.
—Sí, solo me levanté muy rápido —respondió Duxo con una sonrisa tranquilizadora antes de dirigirse hacia la cocina. Mientras Duxo se levantaba para ir por más jugo, Aquino notó un leve tambaleo en sus pasos, una pequeña vacilación que hizo que su corazón se encogiera por un instante, aunque Duxo rápidamente lo disimuló con una sonrisa. Pero la desechó la idea al ver la calma en el rostro de su amado.
Cuando Duxo regresó, se sentó junto a Aquino, apoyando su cabeza en su hombro con un suspiro satisfecho. Aquino, en un gesto instintivo y lleno de cariño, tomó su mano, entrelazando sus dedos como si ese simple contacto pudiera mantenerlos unidos para siempre. El mundo se sentía tan perfecto, tan en paz, que era fácil creer que nada malo podría romper ese momento.
De repente, Duxo se apartó un poco y lo miró directamente a los ojos. El silencio entre ellos fue profundo, pero no incómodo. Aquino acarició suavemente el rostro de Duxo, sus dedos recorriendo cada contorno, como si quisiera grabar ese momento en su memoria para siempre.
—Contigo me siento tan tranquilo... —susurró Aquino, su voz temblando de emoción— Duxo, yo...
Pero antes de que pudiera terminar, Duxo se tensó de repente, su cuerpo pareció perder toda la fuerza. Sin previo aviso, su cuerpo se desplomó contra Aquino, inerte. El pánico inundó a Aquino, su corazón latiendo a mil por hora mientras sostenía a Duxo entre sus brazos.
—¡Duxo! ¡Despierta! —gritó Aquino con desesperación, su voz quebrándose. Lo sacudió suavemente, con la esperanza de ver esos ojos violetas abrirse una vez más. Pero Duxo no respondía. El terror lo atravesó como una daga, cada segundo que pasaba se sentía eterno, su mente intentando comprender qué estaba pasando. ¿Cómo había cambiado todo tan rápido? Hace apenas un momento, estaban riendo, compartiendo un respiro de felicidad. ¿Por qué tenía que suceder esto ahora, cuando finalmente parecía que podían encontrar un poco de paz?
Aquino abrazó a Duxo con fuerza, luchando contra el miedo que crecía en su interior, rogando en silencio que no fuera demasiado tarde.
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Realidad Rota [Duxino]
FanfictionEs un ciclo interminable, un bucle en el que Aquino y Duxo están atrapados, condenados a repetir una y otra vez la misma historia. Cada vez que Aquino retrocede en el tiempo, es con la esperanza de salvar a su amigo, de evitar el final trágico que s...