15 - Remedios caseros (InuYasha x Kagome)

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Kagome se había vuelto a enfermar. Luego de una caída accidental a las aguas frías de un estanque, se encontraba con un resfriado terrible. Regresó a su época para recuperarse. Ni siquiera podía ir a la escuela, su malestar la mantenía desconcentrada. Sus amigas de la escuela de conjunto con Hojo vinieron a visitarla.

Ella los agradeció, aunque apenas pudo atenderlos. Su voz estaba algo ronca, incluso la cabeza le dolía.
- Ay, Kagome, nunca paras con tus enfermedades: asma, gastritis, diabetes, hipertensión, un parásito intestinal, un hongo en el pie... - contaba Yuka con sus dedos.
Horrorizada, Kagome se llevó una mano a la cara, ¡Las cosas que su abuelo inventaba!
- Me impresiona cómo con tantas enfermedades sigo viva. - murmuró, sin saber qué otra cosa decir.
- No digas eso, Higurashi, tú eres muy fuerte. - le dijo Hojo.

En ese momento entró por la puerta quien menos quería ella que llegara: InuYasha. Las amigas de Kagome lo saludaron alegremente, Hojo lo miró con extrañeza.
- ¿Eres el novio de Higurashi? - preguntó, intrigado.
- Si se puede decir de esa forma. - respondió InuYasha, rascándose tras la oreja.
- Por cierto, InuYasha, bien realista tu disfraz. - dijo Ayumi, jalándole de las orejas a InuYasha. - ¿Por qué las llevas puestas?

El mediodemonio frunció el ceño, no le gustaba que le tocaran las orejas. Kagome se apresuró a responder, con tal de que no se revelara el extraño secreto de ambos.
- Es que InuYasha va a una guardería, va a entretener a los niños con su disfraz de perro. - respondió, con una sonrisa forzada. - Vamos, InuYasha, se te hace tarde. Vete a ver a los niños.

Él alzó una ceja, sin entender del todo la indirecta de Kagome para que se marchara.
- Pero, Higurashi, a esta hora las madres ya recogieron a sus hijos. - agregó Hojo.
Aquella se llevó una mano a la cara.
- Quizás acaba de regresar de allá. - sugirió Eri.

La enferma comenzó a asentir con la cabeza de una forma exagerada. InuYasha repitió el gesto, pero sin entender del todo lo que pasaba.

Los cuatro amigos de Kagome se prepararon para irse. Hojo le estrechó la mano a InuYasha.
- Fue un gusto conocerte. Higurashi es una chica especial, hermosa, valiente, inteligente... espero que la valores como se merece.
- Ajá, eso ya lo sé.
Hojo asintió con la cabeza, antes de irse, mencionó un cumplido sobre las largas uñas de InuYasha.
- Me encantan, parecen como garras. Creo que yo también me las voy a dejar crecer.
- No, Hojo, eso no combina contigo. - dijo Eri, riéndose.

Cuando InuYasha y Kagome quedaron solos, la chica se incorporó en la cama. Con un grito algo ronco, dijo:
- ¿Acaso eres tonto?, Casi se dan cuenta de que eres mediodemonio.
- Vamos, tus amigos son estúpidos. Le creen a tu abuelo todas las enfermedades que se inventa. - respondió, con una sonrisa burlona. - ¿Cómo estás?, Creo que te voy a traer el mismo remedio de la otra vez.
- No, esa cosa era asquerosa.
- ¡Pero funcionó!, ¡Vamos!, Te la vas a tomar sí o sí.

El mediodemonio se fue. Horas después regresó con la misma bebida maloliente de la otra ocasión. Ella se tapó la nariz.
- ¿No puedes hecharle algo para cambiarle el olor? Tengo menta en la cocina.
- Confía en mí. Tómatela hasta el fondo.

No creyó Kagome tener que enfrentarse a beber esa asquerosidad de nuevo, pero sabía que InuYasha lo hacía por su bien. Aguantando la respiración se la tomó entera. Al momento se sintió mejor. Realmente él sabía lo que hacía.
- Gracias, InuYasha.
Se acomodó en la cama, y tuvo una idea algo curiosa: vender el remedio, su efectividad era realmente buena. Luego desistió, la inversión era muy grande: para una sola tasa, InuYasha necesitaba millones de ingredientes, y aparte, nadie se tomaría esa bebida asquerosa ni aunque lo amarraran con cadenas. Ella pensó para sí misma que sólo la había probado porque quería y confiaba en InuYasha, de otra persona no se hubiera atrevido a olerla.

Amores singulares - FluffTober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora