16 - Día de gala (Ana x Kristoff)

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Era el cumpleaños de Ana. Desde la mañana hasta la tarde hubo baile en la plaza del pueblo. Cuando ella llegó, los niños se le acercaron para regalarle flores, algunos aldeanos le brindaron pastel, e incluso una pequeña le dió por regalo una muñeca. Participó de cada entretenimiento que había sido organizado para aquel día, como la competencia de quién tomaba más ponche, hasta de los juegos infantiles como la gallinita ciega. Ese era el tipo de fiesta que ella disfrutaba, la natural, donde podía bailar y hablar con quien quisiera sin tener que sostenerse por protocolos. Sin embargo, la peor parte del día se acercaba: la fiesta de gala.

Tenía que ir al castillo, y recibir a los invitados de otros reinos. Además de mantener una imagen educada que no manchara la reputación de Arendelle. Faltando dos horas aún, se fue a su cuarto, donde su vestido ya había sido apartado por una sirvienta. Era una hermosa pieza de encajes verdes. Comenzó a vestirse, cuando escuchó un toque en la puerta. Terminó de ponerse la vestimenta principal, entonces dejó entrar al que había llegado, Kristoff.

El chico picahielos tenía toda la cara roja, como si por primera vez tuviera pena de algo.
- Lo siento, Ana, quería preguntarte si... si me invitabas a tu fiesta de cumpleaños.
- Claro, tú eres el primer invitado.
- Sí, pero no me dejarán entrar si no llevo la vestimenta correcta. - explicó, dando una vuelta en el lugar, exhibiendo su ropa desgastada y pobre.

Ana se enganchó de su brazo, haciéndolo acercarse al clóset. De allí sacó un traje masculino de apariencia elegante.
- Ana, ¿Por qué tienes eso en tu clóset?
- Me lo robé, lo uso para disfrazarme de chico cuando quiero pasar desapercibida.
- Y..., ¿A quién se lo robaste?
- No es importante, ¡Vamos!, ¡Pruébatelo! - le respondió, dándole unos empujones hasta el vestidor.

A regañadientes, aceptó ponérselo. Luego de unos minutos, Ana lo pudo ver adornado con aquel elegante traje, le quedaba a la medida. Él la ayudó a ella a atarse los últimos lazos del vestidos. Entonces, ambos dieron unas últimas vueltas por el castillo antes del inicio de la gala.

La sala principal estaba decorada con telas de coloridas, habían mesas con manteles de encaje, las cuales encima llevaban los dulces favoritos de la joven princesa. Los invitados ya habían llegado, recibidos por Elsa. Cuando comenzó la celebración, Ana llegó del brazo con Kristoff. Todos los recibieron entre aplausos.

El joven picahielos escuchó como la gente cuchicheaba sobre él. Decían "¿Quién será él?", "Debe ser un príncipe, mira qué traje tan elegante", "¡Seguro es el novio de la princesa Ana!". Él se alzó con orgullo, creyéndose una sensacional. Luego se dió cuenta de que un señor lo miraba con el ceño fruncido, de una forma para nada agradable.

Comenzó a sonar la música, Ana bailó con Kristoff.
- Pensé que no sabías hacerlo. - murmuró Ana, riéndose.
- Los trolls me enseñaron de todo.
El vals tenía un ritmo lento, pero satisfactorio. La princesa y el picahielos se mantenían observando los ojos del otro, sin perderlos por un segundo. Estaban contagiados de una especie de alegría sin motivo. A Ana le pareció que por primera vez disfrutaba de una fiesta de gala, sin verla aburrida. Quizás era porque en otras ocasiones no había estado Kristoff. Ahora sabía que cada vez que tocara una, él debía ser el primero en llegar.

Al terminar la danza, todos aplaudieron, excepto el señor de antes, que se acercó manteniendo su ceño fruncido.
- ¿De dónde sacaste ese traje?
- Es mío. - respondió Kristoff, intrigado.
- ¿Tuyo?, ¡Ese traje me lo robaron en la fiesta del año pasado!

Kristoff miró a Ana, la cual tenía la cara roja como un tomate. Elsa, notando la incomodidad, se acercó.
- Debe ser una confusión. - dijo, tratando de calmar al señor.
- ¡No!, ¡Incluso tiene bordado mi escudo real! - contradijo, mientras señalaba con su dedo un bordado de escudo en su pecho, y luego apuntaba a otro en el traje de Kristoff. Elsa se acercó a mirar, y comprobó que realmente ambos motivos eran idénticos. Miró a Ana de reojo, la había visto otras veces con ese traje en su clóset.

- En efecto, fui yo quien se robó el traje. - dijo Kristoff, dando un paso hacia delante. Las hermanas lo miraron con los ojos muy abiertos.
- ¡Esto es un escándalo!, En mi reino, el castigo por hacer estas cosas es cortar la cabeza.
- Pero no estamos en el reino de usted, estamos en Arendelle. - se adelantó Ana, valientemente. - Vamos a devolvérselo, y de paso, puede llevarse todo el ponche que quiera, ¿Le parece bien?

Aquel se rascó el bigote, algo resentido, afirmó con la cabeza. La princesa regresó con Kristoff al vestidor. Ella se disculpó.
- No era mi intención meterte en ese problema.
- Descuida, está bien.
- ¡No!, ¡Te echaste la culpa!, ¡Y fui yo!
El chico picahielos sonrió.
- No iba a dejar que te expusieras delante de todos en tu cumpleaños.
Ella quedó en silencio. Nunca había visto esa faceta de Kristoff.

Amores singulares - FluffTober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora