28 - Anillos de promesa (Koharu x Asahi)

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En el centro de la mansión Kasumi, los tres hermanos se hallaban sentados alrededor de una mesa redonda. Mahiru traía los dedos cruzados bajo su mentón. Miraba el centro de la mesa con los ojos perdidos en otro mundo. Asahi estaba recostado en la silla; a veces, de soslayo, su observar se dirigía a Mahiru. Con los ojos encorvados y los labios apretados, él daba a entender que no tenía el mismo humor burbujeante de siempre. Las pupilas de Yozora pendulaban entre sus dos hermanos.
– ¿Quién va a hablar primero?

Mahiru y Asahi se señalaron con los índices.
– Vamos, ya no son niños; hablen sus problemas como adultos que son. – dijo Yozora, sin perturbar la tranquilidad de su tono. – Además, no me acabo de enterar del motivo de la discusión.

Asahi se acomodó en el asiento.
– Hice una compra con la tarjeta de Jake, el novio de Mahiru. – confesó. – ¡Él me la prestó!, Es que la mía la perdí.
– Y yo encontré en el cesto de la basura un recibo. – dijo la mujer mencionada. – Decía que mi novio había comprado un anillo, ¡Me ilusioné como no te imaginas!

Yozora miró a Asahi, con los ojos bien abiertos. Se llevó ambas manos a la boca.
– ¿A quién se lo compraste?
El hombre suspiró, antes de responder:
– Quería que fuera una sorpresa... Voy a pedirle matrimonio a Koharu.

A la mayor de los hermanos se le pudo ver un brillo especial en la mirada. Chilló como si fuera una adolescente.
– ¡Ah!, ¡Voy a tener cuñada! – exclamó.
Mahiru seguía con el cejo fruncido.
– ¿Por qué a mí no me emociona? – preguntó en voz alta.
Asahi le pasó una mano por el hombro.
– Vamos, hermana. Yo sé que nunca has aceptado la relación mía y de Koharu, pero nos amamos.

Ella respiró profundo.
– Eres tú el que no me entiende. – respondió, mientras se cruzaba de brazos. – Ambas somos amigas, y la conozco como si fuera la cuarta hermana de esta familia. Ella es inocente, y romperle el corazón no es difícil, ¿Crees poder hacerla feliz?
Él miró a los ojos a su hermana.
– No lo creo, ¡Voy a hacerla feliz!... ¡Verla sonreír es lo único que me mantiene respirando!

Mahiru notó como Yozora se deterría con la conversación. Las palabras de Asahi le habían parecido lo más romántico del mundo.
– Ya quisiera yo que alguien dijera lo mismo de mí. – comentó. – Vamos, Lunch, no te interpongas en su matrimonio.

La mujer se sintió algo avergonzada al ser llamada Lunch, su apodo infantil.
– ¡No lo voy a hacer!, ¡Sólo me preocupo!
Asahi le dió una última palmada en el hombro, y se fue con una sonrisa enigmática.

Al salir de la mansión Kasumi, se dirigió hasta la sede de Rainbow Berry Parfait. Allí la encontró, dirigiendo a sus empleados con la misma amabilidad de siempre. Hablaba de pasarelas, promociones, compromisos con tiendas de ropa... Sin dudas, estaba cumpliendo el sueño de su vida. Al ver llegar a Asahi, ella sonrió. Detuvo la llamada, y se acercó a él.
– ¿Cómo estás, amor? – preguntó, mientras le deba un beso en la mejilla. – Ahora estoy un poco ocupada, pero te puedes quedar.
– En realidad, quería pedirte algo.

De atrás de su espalda, sacó la caja con el anillo. Koharu se acomodó los lentes, tratando de asegurarse de que lo que veía era real. Varios empleados curiosos los rodearon. El enamorado abrió el estuche, dejando ver con claridad el hermoso accesorio. Él se arrodilló.
– Koharu Nanakura, ¿Quieres casarte conmigo? – preguntó, la voz le salió algo temblorosa por los nervios.

Los ojos de la diseñadora ya se habían llenado de lágrimas de emoción. Los metiches de los empleados comenzaron a aplaudir, y a gritar "¡Que acepte!", "¡Que acepte!".
– ¡Por favor!, ¡Hagan silencio! – pidió ella. Al instante todos se quedaron callados.
Ella se agachó junto a él.
– Asahi Kasumi... – murmuró.

Él se puso más nervioso que nunca, casi creyó escuchar — aunque no tuviera sentido — un "Sólo te veo como un amigo".
– ¡Acepto ser tu esposa! – dijo Koharu, mientras le acariciaba la mejilla.
Los corazones de ambos latieron al unísono, llenos de emoción.

Los empleados empezaron de nuevo con los aplausos. "¡Felicidades, jefa!", gritaban. Él le colocó el anillo en el dedo, como promesa del amor eterno que estaban por jurarse el día de su boda.

Luego del pequeño rato de celebración, ambos regresaron a la mansión Kasumi. Allí, Mahiru y Yozora seguían en las mismas posiciones. La mayor se levantó, y se lanzó en un abrazo a su futura cuñada.
– ¡Dime que aceptaste!
– Claro que sí. – contestó Koharu, con una pequeña sonrisa.

Mahiru también se levantó. Su amiga notó su inquietud. Ambas se tomaron de las manos.
– Prométeme que si necesitas algo, vas a contar conmigo. – pidió la Kasumi.
La comprometida asintió.
– Gracias, pero creo que no hará falta... Cuando estoy con tu hermano, no necesito nada más. – respondió, en un tono tranquilizador.

Finalmente, Mahiru dejó escapar una sonrisa.
– Está bien, entonces..., felicidades. Deseo que sean felices.

Amores singulares - FluffTober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora