Capítulo Quince

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No puedes dejar la historia así, no ahora abuela, ¿qué pasa con Laertes?, ¿en qué consiste El Sometimiento?, ¿Dónde está la princesa?, ¿qué ocurre con Sialia?, ¿y con Zana?

- Creo que ha llegado el momento de despedirnos. -dijo Layla.

- ¿Crees que deberíamos casarnos? -pregunto en un susurró.

- Si. Claro... tu no. -respondió con congoja.

- Sí, te amo más que nada, pero...

- ¿Pero qué? -dijo con angustia en su voz y una mirada triste, mientras tomaba su mentón y lo obligaba a verla.

- Pero no nos vemos desde hace cinco años, ahora te iras, y no nos veremos hasta dentro de tres años, las personas cambian Layla. Entiendo que mi deber como futuro rey es conocer a los pueblos que voy a gobernar, pero también debería pasar tiempo contigo. -le respondió juntando sus frentes. -

- Lo haremos, tenemos toda la vida para estar juntos, reencontrarnos y conocernos.

- Cada segundo que no estas a mi lado se siente como un siglo que llevo muerto.

- Tú lo dijiste Laertes, a las mujeres se nos educa para ser madres y esposas. Este tiempo separado nos puede venir bien para conocernos a nosotros mismos, ver qué clase de monarcas queremos ser, cuales son nuestros anhelos, nuestros sueños. Y así cuando nos reencontremos podremos conocernos en profundidad con todas y cada uno de los fragmentos que nos van a hacer ser quienes seamos.

- Serás una reina muy sabia. -dijo para besar su mejilla.

- Tu un gran rey. Además, nos veremos en poco tiempo.

- ¿Por qué? -respondió desconcertado ante aquella declaración.

- En unos meses será la boda de Zana. Supongo que estaremos invitados.

- Si...

- ¿Qué ocurre? -quiso saber al ver como su cara se descomponía.

- Prométeme que si tenemos hijos nunca les obligaremos a casarse con nadie que ellos no elijan.

- Lo prometo. Ahora sí, debo marchar. -contestó para marchar hacia la estancia donde se encontraban el resto de las mujeres.

Y tras aquellas conversaciones se separaron de nuevo y cada uno volvió a su labor como futuros gobernantes, ajenos a una oscuridad que se cernía sobre ellos, pues no todos eran sus aliados y en el momento más inesperado los traicionarían.

El tiempo pasó y cuando Laertes quiso darse cuenta ya habían pasado un año y medio que lo acercaba más a su próximo destino el reino de Shu.

Aquel día se levantó y decidió ir a dar un paseo por su propia cuenta, estuvo tan ensimismado con sus propios pensamientos sobre el futuro que no se percató por donde iba.

- ¡Pum! -sintió un golpe en su cabeza para llevar su mirada al suelo y ver una piedra al lado de su pie. – ¿Pero ¿qué? -dijo extrañado, para elevar la mirada y observar un pequeño ser con un gorro de tela marrón que imitaba a las setas del bosque.

- Ñasss ñassarrr. -dijo la criatura para mostrar sus dientes que eran todos puntiagudos.

- ¿Eh? -dijo aún más desconcertado.

- Dice que quiere ese broche que tienes en el chaleco. -dijo una voz detrás de él, lo que le hizo voltearse.

- ¿Y tú quién eres? -demando saber el príncipe.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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