Capítulo Catorce

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- Yo no he dicho nada de asesinar, pero puede que en un futuro haya que tomar decisiones drásticas y tendrás que elegir la amistad o el bien.

- ¿Y qué bien hay en matar Sialia? -pregunto de forma directa.

- Depende.

- No contestes ambigüedades y responde de forma directa por favor.

- Matar por matar es deleznable, hacer guerras, humillar y masacrar a otros. Pero matar a alguien que hace el mal...

- Es igual de deleznable, es justificar un crimen en base a la moral de hacer el bien, y eso es una mentira.

- ¡¿Y qué harás cuando la profecía se cumpla?! -dijo desesperada por la gravedad del asunto.

- Pues cuando eso suceda pensaré que hacer y lo dialogaré con los demás monarcas, pero si no se cumple no voy a condenar a un inocente.

Y mientras estas conversaciones se daban en dos brujas sirvientes de Hécate habían empezado la misión que se les encomendó hace eones restaurar La Hueste Escarlata, Reunir a los Espectros, y unir a sus fuerzas a sus criaturas de la noche.

Estas se encontraban en una de tantas grutas que conectaban el reino de Lurra e Ignis. Una de ellas de nombre Zêmyna tenía el pelo castaño, su tez era bronceada, ojos marrones, tenía en su brazo izquierdo un tatuaje de un triángulo invertido y una línea cortándolo esto simbolizaba la tierra, su elemento concedido las diosas, vestía de pieles de animal con un top ceñido y unos pantalones de lino abullonados.

La otra, respondía al nombre de Vesta su pelo era rojo vino, los ojos rojo granate, su tez era pálida llegando a grisácea, vestía un body ceñido cuyo material era parecido al cuero de las caderas del body salía una falda abierta por la parte central todo ello de color rojo y negro, y unas botas de cuero negras, al igual que su compañera tenía un tatuaje, pero en el brazo derecho el cual era un triángulo normal que simbolizaba el fuego elemento del que era portadora concedido por las diosas.

A pesar de llevar eones vivos, sus elementos las hacían no envejecer, por lo que pasaban muy desapercibidas entre los reinos y al igual que Hécate y Lúa, su existencia había pasado a ser una vieja leyenda, la gente nombraba brujas a las que eran sus hechiceras y hechiceras a sus meigas, pues se habían ocultado y la gente había olvidado su existencia.

- Vesta... a que esperas... -dijo con un tono sombrío la otra bruja que se encontraba removiendo el lodo en su cuenco.

- Ya hago más que tú Zêmyna, me he encardado de destruir las reliquias de la gran colisión, de reunir a los Dragoba y a los Makuba.

- ¿Sí? -preguntó con ironía. - Y que has hecho por la Hueste o los espectros.

- Sabes tan bien como yo que hasta que no se cumpla la profecía no podemos hacerlo, lo sabes tan bien como yo esa traición creará un terremoto tan grande que sacudirá todo, desde el Mar de Terremack hasta el desierto helado más allá del territorio de Xeo, aquello provocara que el mal vuelva a nacer y despertará a todos nuestros aliados.

- Pero aún falta para eso además nos falta Magokaba, además podemos incentivar nuestra causa...

- Crees que no he sembrado ya la semilla de la discordia en él, ¿qué crees que hice cuando estuvo en mi reino?

- No sé cómo te puede gustar estar entre lava, aunque bueno, es tu elemento.

- Si, y por eso todas mis hechiceras y meigas ya están de mi lado y han empezado a orquestar todo para cuando sea el momento.

Matayrit I (Balada de Pardales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora