Los príncipes Laertes y Lamec eran uña y carne, capaces de hacer todo por el otro. Estudiaban y entrenaban juntos, no había nada que los separase.
Aunque era del conocimiento de ambos príncipes que Laertes tendría siempre más responsabilidades que su hermano, fue lo que provocó que según se fueron haciendo adultos, a pesar de seguir unidos, se fueran alejando.
Laertes como heredero de la corona a la edad de diez años al igual que hizo su padre y este al igual que su padre y así durante generaciones antes que él tuvo que irse a conocer los otros reinos sobre los que sería rey. El joven heredero no llevaría más compañía que su mascota Atlas.
Aquella separación les dolió a los dos hermanos pues también eran mejores amigos. Pero sobre todo le dolió a una niña dos años menor que el príncipe cuyo nombre era Layla, pues ambos eran amigos desde que nacieron.
Y fue así como Laertes pasó dos años en el reino de Hamada, en ese período aprendió la cultura de aquel lugar, las tradiciones que debería respetar como rey.
El reino de Hamada era totalmente diferente a lo que había en Atalanta, la gente vestía con ropas de lino, en su mayoría de color blanco.
Las mujeres llevaban vestidos que dejaban los brazos y la mitad de la pierna al descubierto ya que allí hacía mucho calor.
De calzado empleaban sandalias, llevaban las uñas pintadas de azul o rojo, y utilizaban joyería en base al oro o una aleación de plata normalmente adornada con piedras como el cuarzo, turquesa, lapislázuli, cornalina, gemas, alabastro, amatista, etc.
Los hombres sin embargo llevaban una falda de lino hasta la mitad de la rodilla y en la parte superior un chaleco fino, también vestían con sandalias.
Ellos llevaban collares de los mismos materiales que las mujeres, al igual que anillos para demostrar a quién desposaban o de que familia eran.
Las personas de clase llana tanto hombres como mujeres lo llevaban hecho de un cordel con cuentas de madera y anillos hecho de cobre.
El palacio también era distinto a pesar de estar todo, hecho en piedra y la entrada compuesta por cuatro columnas que terminaban en forma de palmera que aguantaban la fachada, esta se encontraba tallada por escenas de la historia del pueblo de Hamada.
Al entrar había un gran pasillo que se dividía en dos, si tomabas el de la derecha llegarías a un gran patio que tenía cinco salidas, la del pasillo de la entrada al palacio real, la salida a las habitaciones reales, la salida al campo de entrenamiento, la salida a los aposentos de los hombres y salida a los aposentos de las mujeres y el servicio.
El pasillo de la izquierda tenía varías puertas a lo largo de él, puertas que conducían a otras partes del castillo como las mazmorras, las cocinas... Pero la importante era la que seas,. encontraba de frente al pasillo, tras ella estaba la sala del trono.
Un trono hecho de oro que se erguía sobre unas escaleras las cuales eran enmarcadas por un camino de agua ya que el agua era un símbolo de vida en el desierto.
La primera noche que Laertes pasó en aquel lugar fue una de las más cálidas, pero no era aquello por lo que no podía conciliar el sueño, sino por lo que había dejado atrás.
Se decidió a dar un paseo, pero durante todo el recorrido no podía dejar de preguntarse sobre Lamec, ¿qué estaría haciendo?, ¿seguiría entrenando?
¿Y Layla?, ¿seguiría trepando a los árboles para coger las manzanas, aunque eso supusiese destrozarse el vestido y ser regañada por su madre por no comportarse como una señorita?
ESTÁS LEYENDO
Matayrit I (Balada de Pardales)
FantasíaEntre lo que se conoce como la aurora o el ocaso en donde se une el océano con el sol, esa fina linea donde intercede el sol más allá de aquellas fronteras se encontraba otro mundo. Puede que esta historia sea como tantas otras que se nos han contan...