Capítulo Diez

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Se alejaron de la zona del pantano hasta llegar casi al sector templado, allí llevo al joven un árbol con hojas amarilla y le hizo entrar dentro de él.

- ¿Tu sabías lo de la profecía? -quiso saber el joven.

- ¿Qué profecía? -pregunto con extrañeza la joven.

- Ninguna.

- No sé qué habréis oído, pero sé que uno puede llevar el camino que quiera es uno mismo quien toma decisiones y decide como ser su futuro culpar al destino es de necios.

- Supongo. -dijo con simpleza.

- Me han hablado las hijas del aire, quieren darle un presente a la futura reina.

- ¿Qué clase de regalo? -preguntó con extrañeza.

- Quieren darle un collar de corazones el día del Equinoccio, quieren nombrarla la reina del amor.

- Habláis del collar de Lairet, la guerrera de bien y la paz, la reina del amor.

- Si, la que libero al pueblo sometido y termino con la Hueste Escarlata. Creen que es digna de ese título, para hacerle honor.

- ¿Y se lo regalaré yo?

- Si, porque para recibir ese título el collar debe darlo de un corazón lleno de amor puro a otro, es un sello de amor verdadero, a l Lairet, se lo digo el fuego. Por eso es un corazón eterno.

- ¿Y puedo verlo? -quiso saber.

- Claro. -dijo para invocar el collar que aprecio ante la mirada de ambos.

Después de aquella conversación le llevó dos días a Laertes regresar al castillo de Metsa donde le aguardaba una preocupada Odette

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Después de aquella conversación le llevó dos días a Laertes regresar al castillo de Metsa donde le aguardaba una preocupada Odette.

- ¿Dónde estabas? -pregunto alterada.

- Quería despejarme después de...

- No deberías escuchar a la anciana. -dijo con sinceridad.

- Claro que debo hacerlo, al igual que tú. – contestó incrédulo ante semejantes palabras.

- Laertes, eres buena persona. -dijo como si fuese obvio para todo el mundo.

- La gente cambia. -respondió serio.

- No tanto. -dijo para apoyar su mano sobre su hombro en señal de apoyo. -Si eso fuese cierto no hubieses sido envuelto por el aliento de los dioses.

- A lo mejor se equivocaron.

- No lo creo, ellos son más sabios que nadie. Además, lo que ha pasado me a servido de mucho. -dijo con pesar.

- ¿Por qué? -quiso saber el joven.

- La anciana llevo tiempo teniendo esos delirios como como el de hoy, pero a veces a tacaba a las criaturas del bosque incluidos los Basoba.

Matayrit I (Balada de Pardales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora