Capítulo Doce

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- Odette, tu obligación es reinar. -respondió Zana.

- Y casarte. -contestó Afra. -Aunque sea lo último que quieras.

- ¿No queréis casaros? -pregunto incrédula Layla.

- No es eso. Pero nos gustaría decidir por nosotras mismas cuando queremos hacerlo y con quien, son los varones quienes piden las manos. -dijo Denka.

- No todas se casan por amor. -respondió Zana.

- Ya, pero, aun así. Ser madre, tener una familia. No os gustaría. -quiso saber Layla.

- ¿Tu solo tienes eso? ¿No tienes ningún sueño propio? -pregunto Odette.

- No... no lo sé.

- Por mucho que hablemos no cambiarán las cosas. -respondió Afra.

- Tiene razón lo mejor será seguir la fiesta. -dijo Zana, para marchar en otra dirección.

Aquella conversación removió algo en Layla, cuantas veces había escuchado a su madre decir que debía seguir unas normas sociales, debía prepararse para ser madre, para ser reina.

Luego estaban las lecciones de la institutriz aun podía recordar cómo decía las normas de lo que era una buena esposa y reina.

1. Siempre Alegre.

2. Nunca una palabra fuera de lugar.

3. No hablar sin el permiso de tu esposo.

4. Mantener siempre la corona.

5. Nunca quejarte.

6. No sobresalir por encima de tu marido.

7. No reprochar sus actitudes.

8. Nunca engañarlo, aunque él lo haga.

9. Cuidar a tus hijos.

10. Responsabilizarte de la conducta de tu familia.

11. Ir siempre impecable.

12. Procurar el bien del reino.

13. Concertar matrimonios que sean prósperos.

14. Nunca mostrarte rota.

Ella amaba a Laertes, pero su vida debía verse mermada a ser solo su esposa. Si tenía una hija debería casarla con alguien que no amase, las mujeres solo eran un arma empleada por los hombres para dar herederos y aparentar ser una familia perfecta. Mientras pensaba todo esto se dirigía al pasillo donde la esperaba Laertes.

- Layla. -dijo con una sonrisa. – Vamos. -la tomo de la mano y la llevo hacia uno de los balcones del castillo.

- ¿Qué quieres?

- Verte. Te he echado de menos. -respondió obvio.

- Pues podrías haber respondido mis cartas. - dijo indignada.

- Tienes razón y lo siento. Pero tengo algo para ti.

- ¿El que? -quiso saber con curiosidad.

- Esto. -respondió para sacar el collar.

 -respondió para sacar el collar

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Matayrit I (Balada de Pardales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora