En el consultorio de la Dra. Park Rose, un lugar de calma en el ajetreo de la ciudad, cada día traía una nueva historia. Sin embargo, cuando Lisa Manoban, una joven con una mezcla de tristeza y determinación en sus ojos, entró por primera vez, algo...
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Había pasado un año desde que Rose y yo comenzamos nuestra relación. Doce meses de risas, pasión y amor incondicional, pero también de desafíos y luchas internas. Nuestra relación había sobrevivido a altibajos, y cada día me hacía sentir más segura de que Rose era el amor de mi vida. Sin embargo, a veces los fantasmas del pasado resurgen de formas inesperadas, trayendo consigo el caos que creíamos haber dejado atrás.
Esa mañana, Rose salió temprano para atender a sus pacientes. Me quedé en casa, pensando en lo afortunada que era por todo lo que habíamos construido. Después de todo, estábamos en el mejor momento de nuestra relación. O al menos eso creía. Lo que no sabía era que, en unas pocas horas, el destino iba a poner a prueba todo lo que había llegado a significar nuestra relación.
En la consulta de Rose...
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Rose repasaba sus citas del día cuando su asistente le dejó una carpeta con el nombre de su próxima paciente.
Jennie Kim.
El nombre se clavó en su mente como una daga fría. Se quedó inmóvil por un instante, su pulso acelerándose, su respiración entrecortada. ¿Jennie? El nombre resonaba en su mente, conectándolo de inmediato con una sola persona: Lisa. Jennie había sido su gran amor antes de que Rose apareciera, la persona que había dejado una marca profunda en la vida de Lisa, y ahora estaba ahí, buscando a Rose como si el destino se estuviera burlando de ella.
Intentó mantener la calma mientras llamaba a su paciente. Cuando Jennie entró a la oficina, Rose sintió un nudo en el estómago. Ahí estaba, tal como Lisa la había descrito: su belleza fría, su andar seguro, su presencia casi abrumadora. Cada parte de Rose se sentía amenazada.
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