En el consultorio de la Dra. Park Rose, un lugar de calma en el ajetreo de la ciudad, cada día traía una nueva historia. Sin embargo, cuando Lisa Manoban, una joven con una mezcla de tristeza y determinación en sus ojos, entró por primera vez, algo...
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La tormenta no había cesado, ni afuera ni dentro de nosotras. Cada paso que daba por el apartamento me alejaba más de Lisa, pero a la vez, algo me mantenía atada a ella, a lo que habíamos sido. Mis pies no tenían fuerzas para huir, pero tampoco para quedarme. Estaba rota en más pedazos de los que podía contar, y no sabía cómo juntar ninguno.
Lisa aún estaba allí, arrodillada entre los restos de lo que habíamos destruido juntas. La vi, con la cara empapada, su piel pálida bajo la luz tenue que apenas iluminaba la habitación. Me partía el alma verla así, pero el dolor en mi pecho era más fuerte que cualquier otra cosa. Cada segundo que pasaba entre el eco de los truenos y el silencio sepulcral entre nosotras era una agonía.
Lisa: con la voz rota, suplicante -"Rose... por favor. No puedo... no puedo perderte. No lo soporto."
Me aferré al borde de una mesa volcada, tratando de encontrar estabilidad, pero la furia seguía quemando dentro de mí. Sabía que no podía seguir de esta manera, pero ¿cómo podía apartar mi corazón de ella cuando había sido la única persona que me había hecho sentir viva?
Rose: enfrentándola con lágrimas en los ojos, gritando entre sollozos- "¡Ya me perdiste, Lisa! ¡Me rompiste en pedazos! No hay nada que puedas decir para arreglar esto."
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Lisa se estremeció con cada una de mis palabras. La vi encogerse, como si mis palabras fuesen balas que la atravesaban, y, de alguna forma, me odié por hacerle daño. Pero luego, la imagen de ella besando a Jennie cruzó mi mente, y el dolor regresó con una fuerza devastadora.
Lisa: llorando, sin poder contener las lágrimas- "¡Fue un error! Yo... no sé en qué estaba pensando... No significó nada, Rose. ¡Nada comparado con lo que tú significas para mí!"
Mis manos temblaban mientras me limpiaba las lágrimas, pero era inútil. Las palabras de Lisa rebotaban en mi cabeza, y cada una parecía más vacía que la anterior. ¿Cómo podía decir que no significaba nada cuando para mí lo significaba todo? Mi pecho subía y bajaba con respiraciones erráticas, tratando de encontrar el aire en una habitación que se sentía demasiado pequeña para el dolor que contenía.
