Capítulo 8:"El Río"

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Lilith emergió del agua, jadeando y temblando de frío. Miró a su alrededor, pero no vio a Alessandro por ningún lado. La corriente la había llevado lejos de él, y ahora se encontraba sola en la orilla del río.

-Alessandro -llamó, su voz débil y desesperada.

No hubo respuesta. Lilith se levantó y comenzó a caminar por la orilla, buscando cualquier señal de Alessandro. Pero no había nada.

La oscuridad parecía cerrarse sobre ella, y la soledad era opresiva. Lilith se sentía vulnerable y asustada, sin saber qué había pasado con Alessandro.

-¿Alessandro? -llamó de nuevo, su voz más fuerte esta vez.

Pero solo hubo silencio.

Lilith comenzó a correr por la orilla, su corazón latiendo con fuerza. Tenía que encontrar a Alessandro. Tenía que saber que estaba bien.

Mientras corría, recordó la carta y la maldición. ¿Era posible que Alessandro hubiera sido arrastrado por la corriente y no hubiera podido sobrevivir?

La idea la llenó de pánico. No podía perder a Alessandro. No ahora que había descubierto la verdad sobre su pasado.

Lilith siguió corriendo, su respiración agitada y su corazón lleno de angustia. Tenía que encontrar a Alessandro. Tenía que saber que estaba vivo.

De repente, escuchó un ruido detrás de ella. Se giró, esperando ver a Alessandro emergiendo del agua. Pero en su lugar, vio una figura oscura y amenazante.

Lucien.

Lilith se quedó paralizada, su corazón deteniéndose en su pecho. Lucien la había encontrado ...Y Alessandro... ¿dónde estaba Alessandro?
Lilith se desmayó del mismo terror, y su mente se sumergió en un sueño lívido y aterrador.

En su visión, vio a Alessandro atado de manos, su rostro distinto al que conocía. Ya no tenía esa mirada angelical que siempre la había hecho sentir segura. En su lugar, había una sonrisa en su rostro, una sonrisa que parecía burlarse de ella.

Lilith se vio a sí misma frente a Alessandro, su corazón latiendo con fuerza. De repente Alessandro se soltó y un puñal apareció en su mano atravesando así el corazón de Lilith.

Lilith sintió un dolor agonizante y vio cómo su vida se esfumaba. Alessandro tenía una sonrisa creciendo en su rostro.

En ese momento, Lucien apareció en la visión, su rostro lleno de dolor y desesperación.

-¡Hermana, no! -gritó Lucien, corriendo hacia Lilith.

Lilith se despertó con un grito, su corazón latiendo con fuerza. Estaba tendida en el suelo, con Lucien inclinado sobre ella, su rostro lleno de preocupación.

-Lilith, despierta -dijo Lucien-. No te haré daño. Te juro que te protegeré.

Lilith se sentó, su mente confundida. ¿Qué había pasado? ¿Era real lo que había visto en su sueño?

Miró a Lucien con desconfianza, y luego recordó su grito en la visión.

-¿Hermana? -preguntó Lilith, su voz temblorosa.

Lucien se detuvo, su rostro tensándose.

-Nada -dijo-. Solo una palabra sin sentido.

Lilith no estaba convencida. Había algo en la mirada de Lucien que la hacía dudar.

-¿Qué relación tienes conmigo? -preguntó Lilith.

Lucien se levantó, su rostro alejándose de la luz.

-No es importante -dijo-. Lo único que importa es que estás a salvo.

Lilith se levantó, su corazón lleno de dudas y miedo. No sabía qué creer ni a quién confiar. Pero sabía que debía encontrar a Alessandro y descubrir la verdad. Y también debía descubrir la conexión entre Lucien y ella.
Lilith miró fijamente a Lucien, intentando reconciliar el rostro que veía ahora con el que había visto al entrar en la mansión. No era el mismo. El Lucien que había conocido era un hombre pálido y delgado, con ojos fríos y cabello liso. Pero el hombre que estaba frente a ella ahora era completamente diferente.

Lucien era moreno, con ojos rojos que parecían arder en la oscuridad. Su cabello era rizado y oscuro, y su sonrisa, aunque ahora estaba distorsionada por la preocupación, parecía haber sido esculpida por los dioses.

Lilith se sintió confundida. ¿Quién era este hombre? ¿Por qué había cambiado su apariencia?

-¿Quién eres? -preguntó Lilith, su voz era temblorosa.

Lucien se acercó a ella, su rostro lleno de emoción.

-Soy Lucien -dijo finalmente-. Tu hermano.

Lilith se sintió un golpe en el estómago. ¿Hermano? No recordaba tener un hermano.

-No entiendo -dijo Lilith-. No recuerdo tener un hermano.

Lucien suspiró, su rostro tensándose.

-No te culpo -dijo-. Tu memoria ha sido manipulada. Pero te juro que soy tu hermano. Y te protegeré con mi vida.

Lilith se sintió abrumada por las emociones. No sabía qué creer ni a quién confiar. Pero algo en la mirada de Lucien la hizo sentir que podía confiar en él.

-¿Qué ha pasado con Alessandro? -preguntó Lilith.

Lucien frunció el ceño.

-No lo sé -dijo-. Desapareció en el río. Pero lo encontraré. Y me aseguraré que estés a salvo.

Lilith asintió, su corazón lleno de dudas y miedo. Pero sabía que debía confiar en Lucien, al menos por ahora.

Del amanecer al ocaso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora