CAPÍTULO 1: CONTRATADA

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ANASTASIA

‹‹Caras vemos corazones no sabemos››, pienso en esa frase mientras me termino de aplicar rímel en las pestañas.

Los últimos meses de mi vida han sido complicados. He aprendido muchas cosas nuevas y agradezco haberme encontrado con Vivian en mi vida, fue como la luz que necesitaba en medio de la oscuridad.

Mi rubia de rizos, ojos caramelo y sonrisa encantadora me cobijo desde el primer instante que nuestras miradas se encontraron. Sin saberlo la necesitaba y ella a mí.

Sin conocernos de nada nos hemos hecho mejores amigas en los últimos meses y ha sido mi sostén en los momentos en los que creía que no iba a poder más.

—¿Qué tal?

Miro mi pasaporte nuevo y sonrío.

—Estoy presentable —musito con una mueca—. Aunque tengo un ojo más pequeño que el otro.

Vivian se ríe con gracia y me tiende la bolsa zipper con mi sándwich que enseguida guardo en mi pequeño bolso.

—Estás preciosa, además el nuevo look te sienta fenomenal

—Me ayuda a no embarrar mi cabello de popó —le recuerdo.

Hace unas semanas me corté mi cabello más arriba de los hombros y me lo teñí de negro. Es más práctico y aunque nunca lo he tenido así, me ayuda con mi bebé. Así él no puede agarrarlo y tirar como sí no hubiera un mañana.

—Es funcional —me guiña.

Curvo un poco mis labios, sin embargo, un suspiro de preocupación me invade y Vivian me estira la mano sobre la encimera, acepto su gesto, lo necesito.

—Espero conseguir trabajo hoy

—Lo harás, estoy segura —afirma y me da un apretón—. Solo tienes que buscar a Ivy Ward, ella trabaja con la fundación y hablé por ti.

Eso me entusiasma, pero mis miedos y dudas me asechan.

—De todos modos, pasaré por los otros lugares

Ella me hace una mueca, esa idea no le gusta.

—No estoy de acuerdo con eso, pero está bien

No añado información, no quiero discutir con ella.

—Te quiero, nos vemos en la tarde

Rodeo la encimera y la abrazo. Es una de las únicas personas que tengo en el mundo, ella y mi bebé lo son todo para mí. Rompo el abrazo y busco a mi pequeño, quien está dormido en el coche que me regalo una vecina.

—Te amo, vuelvo pronto mi pequeño tesoro —susurro.

Me inclino y dejo un beso en su frente con cuidado para no despertarlo. Me enderezo, un poco más y terminaré llorando.

Duele vivir esta realidad, duele no tener muchos recursos para salir adelante y duele estar sola.

—Cuídalo, por favor —le pido a Vivian—. Espero regresar pronto

—No te preocupes, está en las mejores manos —me regala una sonrisa gigante.

Abrazo a Vivian muy fuerte, me despido y salgo del pequeño departamento.

Han sido algunos meses en los que mi amiga básicamente me ha mantenido, la situación es complicada y no puedo seguir esperando que ella sea la única que trabaje. No es justo, yo soy responsable de mi bebé y tengo que mantenerlo.

Camino por las calles de la bella, fría y cara ciudad de Londres mientras busco en el mapa de mi teléfono los puntos que marqué, lugares dónde solicitaban a alguien para diferentes trabajos.

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