CAPÍTULO 15: PIZZA

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ANA

Hoy Matthew se levantó con un poco de tos, le di un medicamento y espero mejore. Caso contrario tendré que acudir a Patrick una vez más, con la diferencia de que está vez podre cancelar por sus servicios.

A pesar de esa preocupación también recuerdo la conversación que tuve con Vivian ayer, justo después de llegar de ese extraño paseo con Iván.

***

—¿Cómo te fue?

Ella me ayuda con las cosas y toma a Matthew para acomodarlo en el tipo de nido que tenemos en medio de los sofás para que continúe inmerso en su profundo sueño.

—Bien, supongo —titubeo.

Me dejo caer en el sofá justo al costado de Vi; ella me mira con ese aire interrogatorio y me confronta:

—¿Cómo es eso de que supones?

—Vi, acabo de salir con mi jefe —indico como si ella no hubiese sido testigo de todo—. Iván Ward es más que ese hermético hombre que todos conocen —declaro y suspiro con pesadez—. Es un hombre amable, cálido y comprensivo —enumero—. Me ayudo a cargar a Matthew y a llevar su pañalera.

Vi abre los ojos y eleva las cejas como si no creyera lo que acabo de mencionar. Ya, que ni yo lo creyera si no hubiese sido la que lo vio.

—¿De verdad lo hizo? ¿Iván Ward?

Sonrío y asiento con un suave movimiento de mi cabeza.

—Lo hizo y se vi jodidamente perfecto —musito y recojo mis piernas contra mi pecho subiéndolas al sofá—. Luego, todo volvió a ser igual. El viaje silencioso, excepto por el ruido de nuestros pensamientos y el trato formal al llegar.

Una tristeza absurda me llena el pecho y un hormigueo desconcertante me recorre.

—¿Ana te gusta Iván?

La seriedad me asusta y su pregunta congela muchas cosas en mi interior y hace que otras exploten en fuegos artificiales.

—Iván es mi jefe, Vi —indico con una triste mueca—. ¿Qué esperanzas podría tener una mujer como yo con alguien como él?

Mi amiga gruñe algo que no logro escuchar, se coloca de pie y desaparece a su cuarto por un segundo. Al regresar trae en sus manos el espejo rectangular de más o menos un metro y medio y cincuenta centímetros de ancho.

—Ponte de pie —ordena—. Y explica cómo es una mujer como tú

—Vi —susurro con un nudo en mi garganta.

—Muéstrame Ana

Me miro al espejo con pesar. No es que tenga algo encontrar de mí, más allá del pasado que me rodea y las heridas que dejo.

—No soy elegante, ni siquiera rica y tengo un pasado que no solo vive en todas las cicatrices que tengo en mi cuerpo, algunas que ni logro ver —me refiero a aquellas de mi espalda alta—. Viven en mí, cada día, pienso en ese pasado y tengo pesadillas

Mi amiga me abraza por los hombros mientras mi vista aún está en esa delgada chiquilla que se refleja con nitidez.

—Ana... —murmura Vi.

—Tengo pesadillas y son horribles —declaro. Los ojos de las dos se humedecen y logro verlo a través del espejo—. Tengo miedo de que regrese —confieso—. Si me enamoro de Iván solo le hare daño. Dos personas heridas solo pueden dañarse, Vi.

—O pueden sanarse —replica.

Niego con mi cabeza y una triste sonrisa.

—La idealización es muy frágil y la realidad siempre la rompe

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⏰ Última actualización: 3 days ago ⏰

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