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La mansión Wayne parecía estar sumida en una calma inusual esa noche, pero en su interior, una tormenta silenciosa se preparaba para estallar. Bruce, después de una larga noche de patrulla, había llegado cansado y esperaba encontrar a sus hijos durmiendo, especialmente a Emmily, quien siempre había sido su mayor preocupación.
Subió las escaleras lentamente, con la intención de ver a Emmily antes de retirarse a su estudio. Sin embargo, cuando llegó a la puerta de su habitación, sintió un escalofrío. La cama de Emmily estaba vacía.
Frunciendo el ceño, recorrió los pasillos en busca de su hija, el cansancio siendo reemplazado por una creciente preocupación. Fue entonces cuando escuchó voces en el salón principal. Caminó hacia el sonido y lo que vio lo dejó helado.
Damian estaba de pie en el centro de la habitación, con los puños apretados y la mirada llena de furia, mientras Sophie, la madre biológica de Emmily, lo enfrentaba con una botella de licor en la mano. Parecía ebria, su cabello despeinado y la ropa desordenada. Emmily estaba escondida detrás de Damian, temblando.
─ ¡Quiero ver a mi hija! ─exclamaba Sophie, con la voz quebrada─. ¡Bruce no puede quitarme a Emmily, ella es mía!
Damian, con la mandíbula tensa, mantenía a Emmily protegida, bloqueando el paso de Sophie. Bruce se quedó paralizado en la entrada, observando cómo su hijo intentaba lidiar con la situación.
─ No tienes derecho a estar aquí ─respondió Damian con frialdad─. Bruce es su padre, y tú… tú ni siquiera deberías acercarte a ella.
Sophie soltó una carcajada amarga, tambaleándose ligeramente.
─ ¿Quién eres tú para decirme eso? ─espetó, acercándose más a Damian─. ¡Eres solo un niño que juega a ser adulto! Yo soy su madre, ¡tengo derecho a estar con ella!
Emmily, aún escondida detrás de Damian, comenzó a sollozar. Bruce, viendo la escena, sintió un dolor profundo en el pecho. Emmily le temía a Sophie, y en ese momento, lo comprendió completamente. Dio un paso adelante, su voz grave resonando en la sala.
─ Sophie, es suficiente.
Sophie se giró, su mirada desenfocada posándose en Bruce. La botella en su mano temblaba, y una mezcla de desesperación y rabia cubría su rostro.
─ ¿Tú? ¿Tú vas a decirme cuándo es suficiente? ─preguntó, su voz quebrándose─. ¡Me quitaste a mi hija, Bruce! ¡No tienes idea de lo que he pasado!
Bruce apretó los dientes, conteniendo la furia que crecía en su interior. Se acercó lentamente a Damian y Emmily, tomando a su hija en brazos con una ternura que contrastaba con la tensión del momento.
─ Emmily ya no está segura contigo ─dijo Bruce, su voz firme pero calmada─. Tú la dejaste en peligro, y ahora ella tiene una familia que la protege. Es mi hija también, y no permitiré que sigas lastimándola.
