𝐋𝐚 𝐠𝐚𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐞𝐫𝐫𝐨𝐫

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La mansión Wayne estaba llena de un aire de emoción y actividad esa tarde, ya que se preparaban para la gala anual de la Fundación Wayne

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La mansión Wayne estaba llena de un aire de emoción y actividad esa tarde, ya que se preparaban para la gala anual de la Fundación Wayne. Alfred, el leal mayordomo, estaba en su elemento, organizando todo con la precisión habitual, pero había un pequeño desafío que no podía evitar: Emmily.

La pequeña estaba sentada en una silla en el vestíbulo, vestida con un hermoso vestido azul que resplandecía bajo las luces del lugar, pero su inquietud era palpable. Se movía de un lado a otro, jugueteando con las cintas de su vestido y mirando por la ventana, sin poder contener la energía que la llenaba.

Alfred se acercó a ella con una sonrisa amable.

─Vamos, querida Emmily ─dijo, tratando de calmarla─. Necesitamos que te veas tan hermosa como te sientes.

Emmily levantó la mirada, sus ojos brillantes y llenos de emoción, pero al mismo tiempo, mostraba un ligero desasosiego.

─¿Puedo jugar? ─preguntó, con la esperanza de que Alfred pudiera hacer una excepción.

─Te prometo que después de la gala, podrás jugar todo lo que quieras ─respondió Alfred, intentando no desanimarla.

Con paciencia, Alfred comenzó a peinar el cabello de Emmily, mientras ella seguía moviéndose de un lado a otro.

─¿Sabes? ─continuó Alfred─. Esta noche habrá muchos niños con los que podrás jugar en la gala. Estoy seguro de que te encantarán.

La pequeña parecía contemplar esto por un momento, deteniéndose un segundo antes de que un pequeño rayo de esperanza iluminara su rostro.

─¿Con niños? ─preguntó, interesada.

─Sí ─asintió Alfred, mientras recogía su cabello en una coleta alta con cintas decorativas─. Y habrá un montón de cosas divertidas para hacer. Pero primero, debemos asegurarnos de que estés lista.

Emmily se quedó quieta mientras Alfred continuaba con su tarea, pero en cuanto él comenzó a aplicar un poco de brillo en su rostro, la inquietud volvió. La niña se retorcía en su silla, mirando de reojo la puerta y luego a Alfred.

─Alfred, ¿puedo ver a Dick? ─preguntó, sus ojos llenos de anticipación.

─Por supuesto, pero primero déjame terminar con tu peinado ─dijo Alfred, con una sonrisa comprensiva─. Dick estará por aquí en un momento, estoy seguro de eso.

Finalmente, después de varios minutos de peinados, ajustes y un ligero toque de brillo en su rostro, Alfred dio un paso atrás para admirar su trabajo.

─Ahí está, una verdadera princesa ─anunció con orgullo.

Emmily giró la cabeza y se miró en el espejo, sonriendo al ver su reflejo. Su vestido, peinado y los lazos en su cabello le daban una apariencia encantadora, pero no pudo evitar sentir que su energía seguía burbujeando.

𝐃𝐚𝐝𝐝𝐲'𝐬 𝐏𝐫𝐢𝐧𝐜𝐞𝐬𝐬 {𝐁𝐫𝐮𝐜𝐞 𝐖𝐚𝐲𝐧𝐞}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora