8- Que empiece el show

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Medville era el próximo destino de la banda, donde darían dos conciertos, por lo que se quedarían allí dos semanas. El bus estacionó en una casa a las afueras de la ciudad, rodeada de árboles, lejos del bullicio y de los fans.

Lena bajó del bus, subió sus gafas de sol a su cabeza y observó el entorno. Silencio absoluto, rodeada de naturaleza. Nada de la civilización hasta el sábado. Definitivamente, no pensaba quedarse allí. Su vida no tenía nada que ver con lugares tranquilos; a ella le gustaba el ruido, las luces de neón, y estaba decidida a encontrar la manera de salir de allí y buscar un club en la ciudad. Ni siquiera la rubia que pasaba a su lado, arrastrando una maleta, la detendría.

-Te apuesto 50 dólares a que dura solo tres semanas antes de renunciar -dijo Andrea, apareciendo detrás de Lena.

-Que sean 100, y la hago renunciar en dos semanas -respondió Lena con una sonrisa retadora.

Mon-El, que se había acercado a Andrea, le pasó un brazo por los hombros.

-Oigan, denle algo de crédito a la princesita. Yo digo que su fecha de caducidad es en un mes.

-En lo que dure aquí, ni se te ocurra acercarte a ella, Mon-El -advirtió Lena, bajándose los lentes de sol antes de dirigirse hacia la casa.

Ya era de noche, y Lena había identificado el club al que iría. Su celular le mostraba que era el mejor lugar de la ciudad. Se vistió con pantalones de cuero y una blusa gris sin mangas, un collar con una calavera colgaba de su cuello, y varios anillos adornaban sus dedos. Estaba lista para salir. Bajó las escaleras en la oscuridad, se dirigió a la puerta y trató de abrirla, pero no lo consiguió. Maldijo en voz baja mientras intentaba de nuevo, sin éxito.

Entonces, una lámpara se encendió, revelando a Kara sentada en el sillón, observándola.

-¿Vas a algún lado? -preguntó Kara con una sonrisa traviesa.

-¡Joder! Me asustaste. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en tu cuarto viendo *Glee* como toda buena mojigata? -respondió Lena, intentando provocarla.

-No veo *Glee* -le respondió para darle la contraria pero la verdad es q Kara ya se había terminado la serie la otra semana-. Tenía la esperanza de que como íbamos estar en un lugar alejado no irías a ningún lado pero no me he fiado de ti.

-Así que fuiste tú quien cerró la puerta. Ni pienses que me voy a quedar aquí. Dame la llave.

-¿Y si no? ¿Vas a hacer una rabieta? ¿Encerrarme en el baño otra vez?

-Eso fue solo el principio, cariño. Voy a hacer que tus días aquí sean tu peor pesadilla. Así que, si quieres conservar este trabajo, dame la llave, no me molestes y viviremos en paz.

-Entonces, que empiece el show -replicó Kara con un tono desafiante.

Lena se dirigió al fondo de la casa, buscando otra salida, pero no encontró nada. Esa publicista no se iba a salir con la suya, pensó. Fue a la cocina y sacó un cuchillo, considerando usarlo para romper la cerradura o, quizás, para apuñalar a la rubia. Pero no era una asesina, así que intentó lo primero pero sus esfuerzos fueron en vano; apenas logró astillar el pomo de la puerta, mientras Kara la observaba desde el sillón.

Corrio las cortinas de la ventana saldría por ahí dijo pero estas tenían una reja por fuera . Maldijo de nuevo. "¿Esto es una casa o una prisión?", se preguntó. Miró su celular; ya eran las 2 de la mañana, pero no importaba. Lo mejor de las fiestas empezaba tarde, así que se acercó a Kara y le dijo:

-Dime, ¿dónde tienes la llave?

-No lo sé -respondió Kara con indiferencia.

Lena, decidida se acercó a Kara y comenzó a toquetearle diré rebuscarle. Le metió la mano en el bolsillo delantero de su sudadera, pero no encontró nada. Tal vez estaba en los bolsillos de su pantalón. En su afán de querer molestarla, terminó bajándole los pantalones hasta la mitad de sus piernas.

-¡Suéltame, no me toques! No está ahí -protestó Kara, intentando subirse el pantalón con una mano mientras defendía que Lena no le bajara otra cosa más.

Lena entonces pensó: "La llave debe estar en un lugar donde no me atrevería a tocar... ¿su sostén?" Intentó levantarle la sudadera, pero Kara luchaba por mantener el control, cuando de repente, las luces de toda la sala se encendieron. Los demás integrantes de la banda estaban al final de la escalera, observando la escena, que dejaba poco a la imaginación.

-Joder, chicas, si querían tener su momento sexual, podrían haberlo hecho en su cuarto. O si quieren, les prestaba el mío -dijo Andrea, riendo.

-Ahora entiendo por qué no querías que me acercara a Kara -bromeó Mon-El, cruzando los brazos.

-Ya no podré echarme en ese sillón nunca más -se quejó Sam.

Lena iba a protestar, explicando que no era lo que parecía, pero al ver que el rostro de Kara se ponía rojo de vergüenza, decidió seguirles el juego a los demás.

-Solo le estoy enseñando a mi publicista que mis manos no solo tocan bien la guitarra, sino que también pueden hacerla vibrar como una -Lena le acarició el vientre, provocando una reacción en Kara que la dejó sin palabras-. Así que, chicos, si fueran tan amables de dejarnos solas.

-Dejemos que este par se divierta -dijo Andrea.

Las chicas comenzaron a subir las escaleras, pero se dieron cuenta de que Mon-El se había quedado abajo, queriendo seguir viendo la escena. Sam bajó de nuevo y lo agarró del polo.

-¡Sam, por favor! Quiero terminar de ver esto. Estas escenas ni siquiera las dan en Supergirl.

-Vamos, pervertido.

De repente, Kara reaccionó. Empujó a Lena, que estaba prácticamente encima de ella, se levantó del sillón y comenzó a arreglar su ropa, tratando de recuperar la poca dignidad que le quedaba.

-¡CHICOS, AQUÍ NO PASÓ NADA! -gritó Kara, desesperada.

-¡Uy! Ahora la pobre Kara quedó como una promiscua .

Kara fulminó a Lena con la mirada, subió rápidamente a su cuarto y cerró la puerta de un portazo.

Notas extras*

La banda estaba practicando en una de las habitaciones, acompañados por algunos técnicos de sonido y personal.

-Oye, Sam, ¿has visto a Skuiler? -preguntó uno de los chicos del equipo.

-Lena se lo llevó -respondió Sam sin darle mucha importancia.

-¿Sabes a dónde? No me fío de ella... La última vez se lo puso en su cabeza diciendo que le enseñaría a cocinar.

En ese momento, escucharon un grito agudo proveniente de la sala.

-¡Ahhh! ¡Una rata! ¡Quítenmela de encima! ¡Ahhh! -Los gritos de Kara resonaron por toda la casa.

-Bueno, ya sabemos dónde está Skuiler -dijo Sam, sonriendo mientras veía al chico salir corriendo en busca de su roedor.

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