Capítulo 09: Adeline

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Rune no se pudo quedar más sorprendido

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Rune no se pudo quedar más sorprendido. Una nota de la propia directora. En su habitación. Pidiéndole quedar a medianoche. En el Gran Comedor.

La curiosidad le consumía casi por completo, más que antes. La nota le había dejado más dudas que en un principio y en cuanto miró la hora, se dio cuenta de que apenas quedaba una hora para medianoche, a pesar de que él pensaba que era más pronto. ¿Qué podía hacer hasta que llegara el momento? Su primera idea fue echarse a descansar hasta las doce de la noche, pero supo que no iba a ser capaz de apartar la nota de su mente. ¿Qué diablos querría decirle Amara Hawnstar? ¿Qué habría hecho para que la propia directora le escribiera una nota citándole a medianoche? Repasó mentalmente todas las cosas que había hecho en las últimas veinticuatro horas. ¿Tendría algo que ver con la discusión de esa mañana entre Lysander, Jade y él? Se le vino a la cabeza una horrible imagen mental de él en el comedor junto a Lysander y Jade, los tres siendo reprendidos duramente por la directora por su poca capacidad de autocontrol y su inmadurez.

Pasó cerca de media hora en la que no hizo más que imaginar razones por las que la mujer podría querer hablar con él, cada una peor que la anterior y más terrorífica. Sintió que se le cerraban los párpados de forma casi inconsciente y se puso en pie. Si permanecía mucho más tiempo tumbado, iba a caer dormido y lo último que necesitaba era llegar tarde.

Mirando por la ventana, esperó solo en su habitación hasta que unas sonoras campanas indicaron por alguna parte que se había cumplido la medianoche. Para entonces seguía solo en su cuarto, con dos velas en su mesilla de noche y un repentino cansancio en el cuerpo. A pesar de ello, se obligó a salir de su habitación en silencio y cerró sigilosamente la puerta tras él. A diferencia de hacía una hora, cuando había entrado por primera vez a la estancia, ahora todo el castillo parecía estar en completo silencio. No había ni un alma en todo el pasillo oscuro y no se oía absolutamente nada. Pisando de forma lenta y suave para no llamar la atención de nadie, recorrió el pasillo entero y bajó las largas escaleras, bajando cada escalón detenidamente por la oscuridad que invadía el tercer piso. Sus ojos tardaron casi un minuto entero en acostumbrarse a la negrura de la noche.

A tientas y sin conocer muy bien el castillo todavía, llegó a la planta baja y con los brazos extendidos para palpar su alrededor, recorrió los pasillos serpenteantes hasta dar con el Gran Comedor. No fue muy difícil encontrarlo, porque de él emanaba una débil luz que pronto Rune identificó como la de unas velas encendidas. Cada vez se sentía más intrigado.

Entró a la estancia y de inmediato vio una figura no muy alta en el centro, junto a una de las mesas redondas donde los estudiantes comían. Sobre ella se encontraban las velas cuya luz Rune había identificado de lejos, y el joven pronto distuinguió aquella silueta a contraluz como la de la directora. La mujer se giró hacia él en cuanto dio los primeros pasos, como si tuviera un sentido del oído mucho más desarrollado que cualquier otro humano. Rune se sintió un poco fuera de lugar e incómodo mientras avanzaba más rápidamente hacia la bruja, que no dejaba de mirarlo. En cuanto se encontraron a unos metros de distancia, Rune vio que Amara Hawnstar esbozaba una sonrisa amable que lo relajó un poco. No creía que sonriera de esa forma en el caso de que fuera a echarle la bronca de su vida.

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