Capítulo 07: Sienna, la chica del dibujo

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Rune se unió a los aplausos distraídos que llenaron la sala cuando la directora dejó de hablar, pero antes de poder terminar siquiera de aplaudir, presenció algo que captó su atención y la del resto de la gente a su alrededor

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Rune se unió a los aplausos distraídos que llenaron la sala cuando la directora dejó de hablar, pero antes de poder terminar siquiera de aplaudir, presenció algo que captó su atención y la del resto de la gente a su alrededor.

Las largas mesas de los laterales que hasta el momento habían permanecido vacías se llenaron con pequeños estallidos de humo blanco. Rune dio un respingo y vio que, una vez este se desvanecía en el aire, dejaba sobre la mesa platos repletos de comida, cuyo aroma llenó el comedor como si fuese pólvora expandiéndose. Un rumor se estableció entre la gente de su alrededor, que comentaba asombrada la aparición de comida. Entonces, Rune se dio cuenta del hambre que tenía y de lo que deseaba comer algo de una vez. Apenas había desayunado por los nervios y parecía que llevara una eternidad sin ingerir nada.

Un grupo de chicas fue el primero en ocupar una de las mesas redondas que se extendían por el comedor, y a continuación, caminar hasta las mesas. Esa pareció ser la señal que los demás necesitaban, porque entonces Rune se vio envuelto en una masa de gente que iba de un lugar a otro, buscando un asiento que ocupar y acercándose a una de las dos mesas para coger un poco de comida.

Rune también lo hizo. Caminó hasta la mesa más cercana, abarrotada de gente, y cogió en un plato lo primero que vio. Entonces visualizó a una mujer pequeña al otro lado de la mesa, con aspecto anciano, que movía mediante magia algunos platos vacíos y hablaba con alumnos. Tenía la espalda encorvada y un rostro amable que sonreía mientras servía comida a una chicas.

Rune todavía se encontraba en busca de una mesa tranquila donde poder sentarse, cuando vio una al final en la que solo estaba sentada una chica, sola, con su comida servida y sin casi mirar a su alrededor. Estaba caminando para sentarse a su lado, aprovechando que no había nadie más que lo hubiera hecho, cuando se percató de su cabellera pelirroja, larga y lisa, y se detuvo casi en contra de su voluntad. ¿Dónde había visto un pelo como el de la chica?

Miró el gran comedor en busca de alguien con un cabello parecido al suyo, pero parecía ser la única chica pelirroja como el fuego de toda la multitud.

Entonces se acordó. El dibujo que se le había caído a la niña aquella mañana en la tienda del señor Nessme. Esa niña mitad pelirroja y mitad castaña que le había hablado de su hermana mayor. «Mi hermana también va a ir este año a la Academia del Crepúsculo. Es posible que te cruces con ella». Las palabras resonaron en su cabeza con la mandona voz de la chiquilla. Con la mano que le quedaba libre rebuscó en el bolsillo derecho de su pantalón y sacó el arrugado dibujo que a la niña se le había caído al salir de la tienda, ese hecho con tinta en blanco y negro y con aspecto desordenado y descuidado. Levantó la vista hacia la muchacha, estudiando sus facciones como podía, porque tenía la cabeza agachada hacia la comida. Frunció un poco el ceño y encontró un parecido considerable entre el rostro del dibujo y el que tenía a unos metros de distancia.

Tenía que ser ella. Además, la niña de la tienda era mitad pelirroja, y la única chica pelirroja que parecía haber por allí era ella. Leyó el nombre que aparecía escrito en la hoja: «Sienna». Bueno, no perdía nada por intentarlo.

De Honor y MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora