Prólogo

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La noche era silenciosa, lo suficiente como para que se escuchasen los sonidos de la bestia en el tejado sobre sus cabezas

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La noche era silenciosa, lo suficiente como para que se escuchasen los sonidos de la bestia en el tejado sobre sus cabezas. La mujer con dos moños y pelo canoso parpadeó y dejó algunos papeles sobre su escritorio, recostándose sobre su asiento y observando a las personas frente a ella: todas habían tomado asiento y tenían edades variadas, pero esa noche todos estaban serios.

—Quiero discreción —empezó, con su voz anciana y calmada, rompiendo el silencio que inundaba el despacho. Justo en ese momento, unas finas gotas de lluvia repiquetearon en el cristal de la ventana a su espalda—. Durante los siguientes tres cursos tendremos a los cuatro herederos de los cuatro clanes entre estos muros...

—Si sobreviven —apuntó el hombre de ojos violetas y cicatrices por casi toda la cara, con su voz madura y seria. La señora de los moños parpadeó y siguió hablando.

—... Si sobreviven. De esta misma forma, quiero asegurarme de que su estancia aquí es tan prudente como la de cualquier estudiante. No hace falta recordar que aquí formamos estudiantes independientemente de su clan, familia o riqueza.

El despacho se quedó en silencio unos instantes, la mujer de los moños paseando su vista por cada uno de los presentes, como si estuviera buscando un gesto de aprobación por su parte; sin embargo, todos permanecieron quietos. Suavizó la expresión y se inclinó hacia delante.

—Bien. Hablando de ellos, ¿qué sabemos?

En esos instantes, una mujer joven de cabello negro y de aspecto mojado pero sorprendentemente seco se acomodó mejor en su asiento y también ella se ladeó hacia delante, casi apoyando los codos en el escritorio de mesa robusta y oscura. Tenía una mirada y un aura misteriosa, acompañada de una voz fría y tan atractiva como su rostro.

—El primero de ellos: Lysander Ojos de Cristal. Un muchacho orgulloso, hijo de Clyde Ojos de Cristal. Aparentemente ambicioso y excelente jinete y guerrero —explicó—. Monta un dragón de raza azul oscuro.

La señora de los moños asintió mientras leía algunos papeles y los descartaba. La mujer de aspecto enigmático volvió a reclinarse sobre el respaldo de la silla, pasando el turno de palabra a quienquiera que lo tomase. Fue esta vez un anciano viejo, medio calvo y de barba canosa y larga, quien se apartó la pipa de los labios y tosió un poco antes de hablar.

—Giulius de Hierbas Verdes —murmuró, con su vieja voz. Acto seguido, alzó un poco más el tono—. Hijo de Blythe de Hierbas Verdes. Un joven poco presionado durante su infancia pero de carácter tranquilo, según me han dicho aficionado a pasar horas consigo mismo, preparando remedios naturales.

Sonrió cuando dijo esto último.

—Bastante avispado, según parece —añadió, finalizando así. Su pipa volvió a su boca y un poco de humo salió de ella mientras suspiraba. La mirada de la anciana de los moños voló hacia un hombre y una mujer de unos treinta años, sentados muy cerca el uno del otro. A juzgar por su aspecto y por su rostro tan similar, tenían que ser familia. El primero de ellos era de cabello negro y medio largo y liso, con la complexión de un gorila pero una sonrisa bondadosa. La mujer tenía su mismo pelo color azabache recogido en una trenza, pero a diferencia del aspecto alegre del hombre, su cara estaba marcada por una mirada severa. Ambos llevaban tatuajes negros por todo el cuerpo.

—Jade de Marcas Eternas —dijeron ambos al unísono, creando un contraste entre ambas voces muy agradable al oído; no obstante, fue la mujer la que siguió hablando, con su voz autoritaria natural—. Hija de Emeterio de Marcas Eternas. Ha recibido una estricta educación desde pequeña y es una de las mejores guerreras y jinetes del clan Marcas Eternas. Monta una dragona escarlata.

La mujer del pelo canoso y los moños continuó asintiendo con la cabeza al mismo tiempo que la contraria terminaba de hablar. Por último, le dedicó una mirada al hombre que la había interrumpido en un principio, el de ojos violetas y rostro hasta arriba de cicatrices Tenía el cabello liso y marrón oscuro, con un pequeño flequillo que le caía por encima de uno de los ojos justo cuando empezaba a hablar, con un suspiro.

—Rune de Sombras Profundas. Educado desde pequeño por su madre, Morana de Sombras Profundas, de forma estricta y disciplinada. Montaba un dragón color crema. —No quiso dar más información, cruzando los brazos en su silla. Permaneció con un semblante serio mientras la mujer de los moños se quedaba en silencio, procesando todo lo escuchado.

Cuatro herederos...

De Honor y MagiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora