Capitulo 18

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Naruto dejó escapar un suspiro triste. El puente estaba acabado y partirían de vuelta a Konoha al día siguiente. La única razón por la que no estaban ya de camino fue porque él y los aldeanos lograron convencer a Kakashi de que se quedara para la celebración.

No estaba seguro de dónde estaba su sensei, pero imaginó que estaría leyendo ese libro pervertido suyo. Bueno, él se lo perdía. La fiesta estaba muy animada y, a diferencia de la otra vez, había más comida y cosas que disfrutar.

Tanto el rubio como el peliplateado habían sido nombrados héroes de la Ola. Tal es así que el puente fue nombrado en su honor, "El Gran Puente de Naruto y Kakashi". Ambos shinobis se sonrojaron de vergüenza por el honor, aunque al ojinegro no se le notó gracias a la mascarilla.

Fue poco después de eso que le había perdido la pista. ¿Tal vez no le gustaba ser el centro de atención?

El ojiazul no pudo evitar sentir un poco de melancolía en ese momento. Echaría de menos Nami. Se había encariñado mucho con la tierra y su gente, especialmente la familia de Tazuna. Inari había superado su miedo y estaba decidido a ser tan fuerte como Kaiza tousan y Naruto niisan.

El entrenamiento con mokuton fue sorprendentemente bien y ya lo había terminado, por el momento. Había logrado reducir los sellos manuales para algunas técnicas. Alterar los sellos manuales fue mucho más difícil por lo que se descartó a favor de la otra opción.

Dado que solo mostró dos jutsus de elemento madera, los cuales ya había reducido la secuencia de sellos manuales, no creía tener problemas a la hora de mostrar sus habilidades. Las otras técnicas fueron un por si acaso.

El antiguo capitán anbu había estado discutiendo más a menudo con su aprendiz sobre lo que estaba practicando por su cuenta. Aunque estaba feliz de que fuera un genio como su padre, estaba francamente perplejo por su velocidad de aprendizaje.

Desde un principio supo que enseñar al hijo de su sensei tendría sus altibajos. Sin embargo nunca pensó en todos los dolores de cabeza que le iba a provocar sus antinaturales avances. La activación aparentemente de la nada del linaje del shodaime hokage no ayudó.

Por alguna extraña razón, tenía la sensación de que todo eso era su castigo divino por sus años de tardanza y desgana. ¡Lo peor de todo es que podía imaginarse a Obito desde el otro lado riéndose de él por sus problemas!

En ese momento estaba en la rama de un árbol leyendo Icha Icha. Aunque se mostró reacio a quedarse para la celebración, agradecía el tiempo extra. Probablemente no tendría mucho tiempo libre en la hoja en el corto plazo.

Ya estaba imaginando las reuniones del consejo y agradecía no ser el hokage.

Además, su estudiante se merecía un descanso. Habían estado entrenando casi constantemente desde que llegaron a la Ola. Por no hablar de su entrenamiento a parte. Si a eso le sumas lo de las personas rescatadas, era obvio que el chico debía estar agotado tanto física como mentalmente.

Luego estaba el tema de Zabuza. Entendía el razonamiento del rubio, pero aún seguía sin gustarle del todo. El mayor problema sería cómo explicárselo a su líder para que no se metiera en problemas, lo cual era una posibilidad incluso si ambos tenían una relación de nieto/abuelo.

Dejó de pensar en eso y se centró en su libro. ¿Dónde estaba? A sí, Torune se encontró con Miyoko recién salida de la ducha con solo una toalla, jejeje.

De lo que no se dió cuenta el jonin era que Hashirama estaba unas ramas más arriba observándolo, o más bien su libro, hasta que su esposa lo agarró por la oreja y lo sacó de allí.

El hombre se giró al escuchar el susurro de las ramas y las hojas moviéndose. Inspeccionó su entorno por un par de minutos antes de encogerse de hombros y seguir su lectura. Su tiempo en anbu lo volvió algo paranoico. Estaba claro que no había nada allí y solo era su imaginación.

A unos pocos cientos de metros de distancia, Mito estaba regañando a su marido por ser tan imprudente. No era necesario espiar al copy nin, menos aún tan de cerca. Podría haberse descubierto.

Por suerte para él, la Uzumaki no se había dado cuenta de su lectura.

Tobirama solo podía negar con la cabeza ante la idiotez de su hermano. Él tenía sus sospechas sobre lo que realmente estaba haciendo, pero decidió mantenerse callado para evitar problemas.

Suspiró con un poco de exasperación. Ya había llegado a la conclusión hace mucho tiempo de que su hermano era incorregible. Por suerte para todos, o al menos para él, pudo enseñar a su invocador moderación.

Al principio era demasiado parecido al Senju mayor. Le recorrió un escalofrío al pensar qué hubiera pasado si hubiera seguido ese camino. El mundo tenía suficiente con un Hashirama. Dos sería desastroso.

Su mente se desvío al Uchiha. Madara había estado algo distante desde el día que Naruto y su sensei, oficial, fueron a la mansión de Gato. ¿Quién hubiera pensado que sería el más afectado en el asunto?

No se equivoquen. Sabía que el pelinegro ya había visto cosas así y no le molestaban. Tampoco se hacía ilusiones de que, de repente, se hubiera vuelto una buena persona. No estaba seguro de lo que estaba pasando por su cabeza, pero sentía que algo había cambiado.

Decidió no darle más vueltas al asunto y centrarse en el próximo desafío que tenían por delante. El tiempo se estaba agotando y pronto volverían a Konoha. Confiaba en que su último alumno pudiera lidiar con todas las sospechas que su nueva habilidad con el mokuton había creado, pero nunca estaba de más tener planes de respaldo.

Las horas pasaron y llegó la hora de partir. La gente del pueblo donde vivía la familia de Tazuna y otras personas del país se agruparon al final del puente despidiéndose de sus héroes. Habían hecho grandes cosas por ellos y nunca los olvidarían.

-Niisan, ¿tienes que irte ya, no puedes estar un poco más? - preguntó Inari aferrándose al Uzumaki.

-Lo siento, Inari, pero tengo que volver. Realmente hemos estado aquí por más tiempo del que nos correspondía. Pero no te preocupes, volveré a visitarlos. Es una promesa.

-Cuídate. Y no olvides que aquí tienes una casa si lo necesitas. Lo mismo para ti, Kakashi san - les dijo el constructor.

El peliplateado asintió con agradecimiento.

Su partida fue acompañada con muchos "adiós", "buena suerte", "volved pronto" y otras tantas despedidas más.

El jinchuriki se sintió como una celebridad en ese momento. No es que le disgustara. Todo lo contrario. Le encantaba ser reconocido por la población de Nami. Sentía que estaba un paso más cerca de lograr su sueño.

El Hatake sonrió con alegría, lo cual solo se podía apreciar en su único ojo descubierto. Estaba feliz tanto por los habitantes del país como por su aprendiz. El genin se merecía todo el reconocimiento y la felicidad que pudiera obtener, incluso si lo volvía loco a veces.

El trayecto de regreso fue bastante tranquilo. No tuvieron ningún enfrentamiento y se la pasaban teniendo conversación amenas. Debido a que no tenían ningún civil con ellos, pudieron desplazarse mucho más rápido y acortar el tiempo de viaje.

Tres días después de irse de la Ola, más de tres semanas de empezar la misión, pudieron volver a ver las murallas de su aldea. El ojinegro no pensó que se alegraría tanto de verlas. A pesar de saber todo el dolor de cabeza que le esperaba a su vuelta, era buena estar en casa.

Dos Jutsus ProhibidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora