Capítulo 19

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Capítulo 19.

Secuelas.

Mi sistema nervioso estaba temblando

Las imagenes de la situación en la que estuvimos seguían torturandome : el choque que tuvo el cuerpo del pelimorado en el suelo, el charco de sangre que se formó en el suelo lentamente hasta mojar mis pies desnudos, el cadaver sin vida de Tahiel y los gritos a la vez ahogados y potentes provocados por ese asesinato...

Aún seguía con el corazón espachurado al echarme la culpa por lo que había pasado.

Todo esto lo he causado yo.

Ya no tenia el valor de ver a mi marido a los ojos.

Tampoco había tenido la oportunidad de volver a verlo.

Después de lo que pasó Silvio apareció y me llevó a la casa de la familia Bartolini, cuando me bajé del coche no me atreví a preguntar donde hiba a ir Uzziel pero el muchacho me lo dijo de todos modos, iría a enterrarlo y puede que a vengarlo de alguna manera, sentí la necesidad de suplicarle una vez más de llevarme a ese lugar pero sabía que si aparezco todo resultaría peor todavía.

Me encontraba en la antigua habitación de mi esposo, tenía el tamaño de mi apartamento pero eso no quitaba el hambiente acojedor que desprendía, las paredes azuladas y lisas decoradas con pósters que representaban a personas que desconocía, la cama en la que había intentado dormir, que estoy diciendo, no había podido descansar, la manta estaba exatamente en la misma posición como la que ví al llegar, en ese momento me dí cuenta que necesitaba a Wound para no tener pesadillas y no estaba segura de si lo volvería a encontrar.

En el costado pude ver una mesita de noche con unos cajones y un armario que no me había atrevido a abrir, ya no me quedaban lagrimas para expresar mi tristeza, llevaba encerada en ese cuarto sin hacer nada dos días seguidos.

-¿Estela?

Me giré enseguida al oír la voz dulce y angelical de la niña, la sonrisa que me dedicó fue interpretada como un pinchazo en el corazón, su vestido morado estaba manchado con barro por estar jugando en el jardín y su cabellera blanca estaba alborotada por la misma razón. Zara llevaba una bandeja con la cena y un vaso de agua.

-¿Ya puedes hablar o sigues mal?

-Estoy bien, gracias.

-Bueno-susurró ella.

-No dejes de sonreir por mí cariño, recuerda lo que te dijo tu hermano, los villanos no pueden mostrar sus debilidades.

-Puede que tengas razón-volvió a susurrar-Pero no me gusta no mostrar lo que siento para encajar en la sociedad.

Esa frase fue dicha con tanta firmeza que me quedé petrificada al pensar que lo que me había dicho era de una maduridad que no podía tener una renacuaja de su edad.

Solo asentí sin poder esconder mi perplejidad y la invité a sentarse a mi lado dando golpecitos en el colchón en el que estaba sentada, la paliblanca se apresuró hacia mi e hizo lo que le pedí silenciosamente.

-Espero que ahora te lo comas todo-me advirtió con un tono de voz más divertido a pesar de la situación delicada.

-Lo haré-asentí mostrando mi primera sonrisa después de lo que para mi era una eternidad.

Acabamos comiendo juntas mientras hablabamos de cualquier cosa tonta, como los juegos que le gustan o lo mucho que quiere a Freya, no podía imaginarme que alguien pudiese hablar tan bien de la asesina de mechas violetas pero aquí estaba su prima pequeña para desmentir mi suposicón puede que precipitada, pero en el fondo sabía que no lo era, la manera con la que se dirigía a mi decía muy claro que me odiaba, algo me dice que si aun no me a matado es por Uzziel, que digo...

Me porté voluntaria para bajar la vajilla vacía hacia la cocina para limpiarla mientras la pequeña de la casa buscaba sus muñecas para enseñarmelas. Cada paso que daba al haber pasado la puerta de la sala de la que no había salido desde que llegué provocaba una minuscula brisa de aire que recorría cada parte de mi cuerpo avisandome que mi soledad sería interrumpida por alguien muy rápido, me sentí desprotegida pero a la vez en una burbuja de vacío.

Y tenía razón.

Al acabar mi labor subí de nuevo las escaleras pero antes de que pudiese llegar a mi destino pude ver como una persona bajita pero con postura rígida me inpedía el paso.

-Tengo que hablar contigo.

-Buenas noches Freya-salude pasando de su voz amenazante.

-No estoy para juegos cazadora.

Dí un paso delante.

-Ni se te ocurra volver a llamarme así.

Ella se acercó dando tres pasos.

Retrocedí.

-¿Porque haría eso?, ¿ya no asumes lo que eres eh?

-Yo solo...

La muchacha no me dejó acabar.

Solo dió un salto hacia mi.

Tenía un cuchillo en la mano.

No creí que hiba a volver a observar la muerte de tan cerca.

-¡Alto!

Esa voz...

Claro que sabía de donde provenía.

Y a pesar de la tensión que se había acomulado en mí en ese momento me sentí relajada.

Solo con una exclamación.

Una sola palabra.

El juego del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora