capítulo 12

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Capítulo 12

Ser parte de él.

"Ahora soy parte de tí", esa frase no salió de mi cabeza en todo el trayecto en coche, cuando me giré hacia la ventana para ver las vistas llenas de verdura pude notar un contacto tocar el dorso de mi mano, desvié inmediatamente la vista hacia el conductor, que me dedicó una sonrisa ladeada.
-¿Que quieres?
-No has dicho ni una palabra en todo el trayecto, ¿ a caso estás nerviosa o que ?
-Deja de soñar despierto y concentrate en la carretera-solté secamente retirando el agarre y mirando al frente.
No puedo dejar que me toque.
Dejarme llevar nunca será la solución.
Mi primera misión está situada en una mansión en las afueras del Estado, ahí vive uno de los villanos más ricos y uno de los unicos que no tiene una gran alianza con los Bartolini, por eso existen sospechas de traición entre grupos, desde el punto de vista de Tahiel el dueño podría tener el contacto de algún cazador escondido, hay que tener en cuenta que ellos atacan por la noche y por eso no se dejan ver tan facilmente, por eso estoy segura que la embestida que tuvo lugar el día de nuestra boda no es una casualidad.
Bajé la vista para fijarme en el vestido de satín plateado que llevaba puesto, me sentía un poco rara, saber que teniamos pistolas en el maletero no me relajaba nada.
Esto es muy nuevo para mí.
Aun no estaba segura de si todo hiba a salir bien.
No estaba para nada preparada.
Puede que muera esta noche.
-Ya hemos llegado.
No se a que esperarme.
De esta misión.
De mi vida de ahora en adelante.
Del sueño que tuve ayer.
De lo que haría Uzziel si me atacan.
Absolutamente nada.
En el fondo no soy nada.
Para él ni para nadie.
Cuando bajamos del coche noté que unos dedos entrelazaban los míos.
-No te quejes y procura no comportante con un tono tan seco delante de la gente-me avisó con una voz extrañadamente calmada.
-Claro-asentí moviendo ligeramente los labios.
Nos encaminamos hacia el gran palacio, tenia una dezena de plantas decoradas con dos pares de ventanas rectangulares en cada una, la fachada era amarilla como los rayos de sol en verano y el tejado era de un rojizo carmín, me recordaba extrañamente a algunos apartamentos de España pero seguro que no tendría nada que ver en su interior.
Cuando llegamos en la acera que se encontraba entre el coche y la vivienda me percaté de que habían varias ventanas en el techo lo que me pareció bastante raro.
Porque estaban oscuras.
Como si las hubiesen tapado.
Puede que se me esté llendo la olla.
Al pisar el cesped húmedo notamos como una chica de edad cercana a la nuestra y cabellera rosada se acercaba a nosotros con una amplia sonrisa.
-Buenas tardes silenciador-saludó ella agachando ligeramente la cabeza.
-Hola Malva, muchas gracias por la invitación.
-Es un placer y un honor para nuestra familia tenerlo aquí.
-Dejemonos de formalidades, puedes tutearme.
-Claro-su sonrisa se extendió aun más-¿y tu quien...?
En ese momento la muchacha dirigió su mirada hacia mí, supe que Uzziel lo notó al escuchar su voz interumpiendola.
-Ella es mi mujer, lo más importante para mí.
-Es muy comprehensible-asintió.
Solo mostré una pequeña sonrisa nerviosa.
Sigue costandome fingir.
Ahora todo lo que dice me impacta con tanta fuerza que acaba por descolocarme por completo.
Y eso no es bueno.
Nada bueno.
Al adentrarnos en la vivienda no podía dejar la mirada quieta como lo hubiese querido para crear una impresión de calma y profesionalidad, pasó todo lo contrario, los rasgos de mi rostro solo mostraron lo impactada que estaba al contemplar el interior con los ojos alumbrados, las diferentes lámparas de araña que colgaban del techo estaban compuestas por centenas de cristales decorativos.
La sala principal era tan grande como la mismisima Sagrada familia, estaba todo lleno de mesas redondas ya adornadas con manteles, flores y cubiertos, todos adecuadamente limpios y ordenados.
-Siete ya -soltó el peli blanco con una ira que me resultó demasiado repentina.
-¿siete que ? -pregunté con una confusión visible
-Siete tios que voy a matar luego por estar mirandote con tanto interés.
Ahí fue cuando me dí cuenta que la sala debordaba de gente, ¿que tipo de fiesta es esta?
-¿No crees que estás yendo un poco lejos?
Uzziel no respondió, solo ví como desviaba la mirada hacia el frente durante un segundo para clavar de nuevo su mirada en la mia.
-Ahora son ocho.
Este chico esta loco.
"Loco por ti Mariel", esa frase de mi sueño atravesó mi mente en ese preciso instante, dejandome completalente colapsada.
No entiendo porque al pensarlo siento un ardaor en el pecho.
Una quemadura incurable en mi corazón.
Este sentimiento tiene que hacerse cenizas.
Lo más antes posible.
El problema es que no sé como hacerlo.
Estoy condenada a quedarme junto a él hasta irme.
Ya sé que escaparme no serviría de nada.
Ya no me quiero escapar de él.
Sino de mí misma.
El silenciador se convirtió en un imán que nunca me soltará.
Desde el día de la boda las cosas han cambiado.
Puede que sea verdad que se ganó una parte de mí.
No.
No se la ganó.
Me la arrebató.
Cuando nos casamos.
El anillo de sangre.
Esa es la llave.
En ese momento sentí una bibración, un temblor recorer todo mi cuerpo y mi esposo lo notó, cuando giró la vista hacia mí intenté no mirarlo mientras observaba la joya con atención.
Estaba brillando.
En ese mismo instante sentí un choque eléctrico recorer mi cabeza, ambos nos apartamos del otro dando un brinco y llevandonos la mano en el mismo lugar.
Ay no.
-Ya entendiste porque te dije lo de que cada uno tiene una parte del otro,¿cierto?-esa pregunta fue pronunciada por una voz calmada-La proxima vez no pienses tanto en el tema si no quieres que uno de nostros acabé desmayandose-y esa advertencia no mostraba enfado sino diversión.
-Entendido-asentí perpleja.
Cuando su mano volvió a envolver la mía volví a sentir ese ardor incontrolable apoderandose de cada centimetro de mi cuerpo.
Esto es una locura.
Una completa locura.
Un disparate demasiado adictivo como para hacer algo para que ya no exista.
Ya me es imposible no sentir cosas.
Cosas que no puedo describir.
Ni con unas cuantas palabras.
Ni con todo el tiempo del mundo.
Me sería imposible de cualquier forma.
-Ela siéntate.
-Ah si lo siento.
Hice lo ordenado mientras observaba lo que tenia alrededor de nuevo, nos encontrabamos en una de las mesas del fondo , apartados de los demás, cuando percibí que alguien se acercaba el peli blanco se apartó ligeramente de mí.
Si, se había acercado para decirme algo más.
Pero no lo hizo.
Una avalancha de curiosidad cayó ante mí.
"Maldita sea", pensé al girar la vista y verlos hablar como si de una reunion se tratase.
-Es cierto que la economía se está restableciendo con mucha más rapidez de la que podriamos esperarnos.
-Hice bien en guardar capital financiero y haber utilizado una parte en estos años de inflación.
-Usted si que es listo silenciador.
-Lo sé.
Bufé al escuchar su respuesta.
-Encantado de conocerla señorita Bartolini.
Esa era la primera vez que alguien me llamaba asi.
Y no me desagrada nada.
Quien lo hiba a decir.
El señor de una cuarentena de años me miró en ese mismo instante, ¿será alguien importante?, algo me decia que el gesto que acababa de hacer no fue una muy buena impresión.
No quiero arruinar la reputación de Uzziel por algo tan tonto.
-El placer es mío-respondí intentando no tartamudear.
Después de un largo rato el individuo porfin se fue y pude soltar todo el aire que habian contenido mis pulmones.
Tomé un sorbo de Aperol para calmarme.
Me extraña que el alchool esté mucho mas bueno aquí.
-No te habia visto tan callada desde la cena que tuvimos con mis padres-soltó el peliblanco posando un codo encima de la madera de la mesa apartando un poco el cuchiilo.
-Nunca pensé que tendrias tanta labia-admití divertida pasado de su comentario.
-El arte de la elocuencia es más poderoso de lo que crees.
La mueca que dibujó su rostro en aquel momento me llenó de felicidad sin ninguna razón realmente precisa.
No me lo puedo creer.
Esto no puede ser real.
Me estoy enamorando.
De alguien del que tendré que alejarme.
De alguien que tengo que despreciar.
De alguien que estoy obligada a odiar.
Lo unico que odio es no poder decirle todo lo que siento.
En ese instante noté como su mirada penetraba la mia con ganas.
Demasiadas ganas.
Esa era una de esas miradas que me contradecian.
No sabia que hacer.
Si mirarlo para siempre.
O marcharme.
Tengo que refrescarme la mente ya.
Retiré el contacto visual de una manera demasiado brusca.
En el fondo no queria hacerlo.
-Voy a retocar mi marca.
-No quieres que te acompa...?
-No hace falta-lo corté.
Me dirigí con prisa fuera de la sala agarrando mi bolso con fuerza, cuando crucé la puerta me encaminé en los largos pasillos amarillentos con la misma expresión impresionada que cuando habiamos llegado aquí.
Las paredes estaban adornadas por grandes cuadros de arte abstracto.
¿Una de las peculiaridades de ese lugar?, todas las obras estaban pintadas con colores oscuros y ópacos, a pesar de también estar rodeada por grandes ventanales.
Los cristales filtraban la luz.
Es cierto que desde fuera no se puede ver lo que pasa en el interior de la morada.
Esto se está poniendo de lo mas extraño.
Cuando porfin encontré el baño dejé caer mi esruche de maquillaje sobre el lavabo mientras me miraba al espejo, pensando en lo que podria decirle a Uzziel para salir de aquí, este sitio me da mala espina.
Pero por otra parte no puedo decirle eso, hicimos un trato, no puedo querer irme asi como así si él cumplió su parte y hasta me propuso acompañarme, ahora que me cuestiono, eso fue adorable por su parte.
No pude evitar sonrojarme hasta las orejas.
Respiré hondo mientras me fijana más detenidamente en mi reflejo.
La verdad es que no me reconozco.
A veces me pregunto que estaría pasandome si estuviese en Barcelona, puede que en estos precisos momentos podria habrer vuelto en el pueblo en el que vivía con mis padres y trabajar como una simple camarera arrancandome la piel por un misero salario.
Puede que en el fondo no esté tan mal estar aquí.
Fingir que soy alguien diferente.
Y crear un nuevo comienzo.
Apliqué el corrector y los polvos traslucidos palidos dando grandes pinceladas mientras me encontraba pensando, entre tanto razonamiento una idea atravesó mi mente y mi mirada se iluminó en solo un par de segundos.
Es arriesgado.
Pero voy a intentarlo.
Al acabar retrocedí hacia el lado opuesto del pasillo para mentalizarme intentando formar de nuevo en mi mente las imagenes del mapa del interior la mansión que me enseñó mi marido antes de salir de casa.
Ya sé.
Me dirigí sigilosamente hacia unas escaleras de caracol tan largas que parecian un torbellino, ascendí lo más cautelosamente que me permitian mis tacones.
Al llegar en la cima acabé mi camino hasta aterrir delante de la puerta que se encontraba en el fondo del piso, echa de madera oscura, con una cerradura.
No solo una.
Cinco.
Y una bisagra de metal.
Cada una más repleta de óxido que la enterior.
Me acerqué prudentemente para inspeccionar mi posible entrada, al estar a unos cuantos milímetros agarré una aguja e intenté descubrir el interior sin resultado.
Cuando quise pillar una ganzúa percibí varios sonidos.
Uno proviniente de dentro.
Y el segundo a mis espaldas.
Delante de mi unos susurros.
Y detrás una voz aguda.
Una voz que no queria escuchar.
Y mucho menos ahora.
-¡Malva!-exclamé fingiendo una sonrisa mientras guardaba el artefacto de nuevo en su sitio-Que contenta estoy de verte, creo que me perdí, fui al servicio y cuando quise volver pum, que despistada soy.
-Cierto-respondió secamente.
-Bueno, ¿me podrias indicar donde está el jardín?, tengo que tomar el aire.
-Claro.
No pude respirar hasta que la muchacha se alejó hacia dentro, el exterior era casi tan grande como la sala donde nos sentamos al llegar.
Cuando salí hacia la parte trasera del jardín me senté al costado de unos arbustos tallados estratejicamente y extendí mis piernas hacia el frente al notar que el lugar estaba desierto, ese toque verdoso en todas las plantas que me rodeaban fue perfecto para sentar la cabeza un rato.
Ese ático esconde algo y no creo que sea especialmente bueno.
No estoy segura si fue una alucinación pero si que oí voces ahogadas en el interior del cuarto.
Tengo que volver.
Tengo que encontrar a Uzziel e ir juntos.
Cuando quise levantarme la hija del dueño volvió con una sonrisa repentina comparada con la actitud que me mostró hace un rato.
-Me podrias ayudar Estela?
-Claro-respondí con un alivió en mi interior.
Pero no debí.
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-Que peculiar que tengais une lavanderia-solté con una sonrisa.
-Ya-susurró ella cojiendo una cesta.
-¿No hibamos a lavar ropa?-pregunté confusa-ahí no hay nada.
-Cambio de planes-me dijo con un tono de voz que no me gustó nada.
A continuación el objeto aterrizó en mi cabeza y acabé chocando con la baldosa que estaba pisabdo segundos antes, cuando quise levantarme para defenderme la pelirosa me clavó el pecho en el suelo con la ayuda del tacón de su bota dejandome sin aliento, antes de que pudiese empezar a ver oscuro pude percibir una persona con cabello rojizo a su espalda con una cinta adhesiva y una pistola en ambas manos...
Estoy jodida.
Alguien morirá hoy.
Y desde luego seré yo.

El juego del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora