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Regresaba a casa después de un largo día de trabajo, aunque, en realidad, no quería llegar. Sabía que al abrir la puerta, Chuuya lo recibiría con una sonrisa que apenas disimulaba la verdad que ambos conocían. Hace unos días, había descubierto que su pareja le era infiel con Akutagawa, quien, irónicamente, era el novio de Atsushi. La noticia lo había golpeado con fuerza; amaba a Chuuya con todo su ser y, al enterarse de la traición, las lágrimas brotaron sin control. Lo que más le dolía era ver a Chuuya comportarse como si nada hubiera pasado: le daba besos, lo abrazaba y susurraba cuánto lo amaba. Más que tristeza, una ira intensa se apoderaba de él ante la hipocresía de su pareja.

A pesar de todo, sentía pena por Atsushi. Era un ser tan hermoso, con ojos que reflejaban los colores del atardecer y una personalidad amable e inocente. Le dolía ver el amor sincero que Atsushi profesaba a Akutagawa, quien solo lo menospreciaba y trataba como si no valiera nada.

Al llegar a casa, se sorprendió al no encontrar a Chuuya. Un alivio inmediato lo invadió; no estaba preparado para enfrentarlo. Dejó sus cosas en su habitación —la misma que compartían— y decidió darse una ducha para despejar su mente. El agua caliente caía sobre su piel como un intento de lavar las preocupaciones y el dolor acumulado. Cuando salió, ya vestido con ropa cómoda, se sentó a cenar mientras reflexionaba sobre su vida. ¿Realmente quería seguir así, fingiendo ser feliz al lado de Chuuya? La respuesta era clara: no. No podía continuar en esa relación.

Tomó su teléfono y escribió un mensaje breve pero contundente:

Terminamos...

Sin esperar respuesta alguna, se dirigió a su habitación y comenzó a empacar sus cosas. Las prendas caían en la maleta mientras recordaba momentos felices junto a Chuuya: risas compartidas en la cocina, noches de películas acurrucados en el sofá... Todo parecía tan lejano ahora. Una vez terminado, salió de su hogar dejando las llaves sobre la mesa y se marchó.

 Una vez terminado, salió de su hogar dejando las llaves sobre la mesa y se marchó

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Logró conseguir un apartamento. Después de todo, su trabajo en una empresa reconocida a nivel nacional le permitía ganar un buen dinero. No era multimillonario, pero le sobraba para vivir cómodamente. Al menos eso pensó mientras organizaba sus nuevas pertenencias en el pequeño espacio que ahora llamaría hogar.

Una vez instalado, su teléfono comenzó a vibrar insistentemente. Al verlo, notó que era Chuuya quien llamaba. Suspiró y contestó.

—Hola —dijo.

—¡¿Qué demonios te pasa, idiota?! —exclamó Chuuya, visiblemente alterado.

—¿Qué me pasa? Sencillo: nada. La verdadera pregunta es ¿qué te pasa a ti? —respondió con calma, anticipando el reclamo por el mensaje que había enviado.

—¡A mí no me pasa nada! —gritó aún más—. De repente me envías un mensaje y ¡sorpresa!, me dices que terminamos sin aviso.

—Sí, ¿y? —contestó con desdén.

—¿¡Y?! ¡¿Por qué me dices que quieres terminar de la nada?!

—No te hagas el inocente.

—¿A qué te refieres? —preguntó enfadado.

—Ya sé de tu romance con Akutagawa —dijo Dazai con seriedad.

—¿Q-Qué? —empezó a tartamudear por los nervios.

—¿De verdad creíste que no me enteraría de tu relación con Akutagawa? Me enteré hace unos días. Quería sorprenderte en tu trabajo para llevarte a un restaurante de lujo y pedirte matrimonio —dijo con una notable tristeza al recordar lo sucedido—. Estaba nervioso; pero al ver el anillo en la cajita, me armé de valor mientras conducía.

Recordó ese día: al llegar al trabajo de Chuuya, se dio cuenta de que aún no salía, así que decidió esperarlo. El tiempo pasó hasta que vio pasar una cabellera naranja y se emocionó. Pero su felicidad se desvaneció al ver cómo Chuuya se acercaba a Akutagawa y comenzaban a besarse. Se quedó en shock; no podía creer lo que estaba pasando: su pareja, a quien tanto amaba, le era infiel con Akutagawa.

Comenzó a manejar sin rumbo fijo. No quería ir a casa; ni siquiera sabía adónde ir. Finalmente se detuvo en un parque y se sentó en una banca, tratando de procesar lo ocurrido mientras las lágrimas comenzaban a caer.

—No pienso contarle a nadie sobre tu infidelidad; solo te pido que no te vuelvas a acercar a mí. Te deseo lo mejor —dijo antes de cortar la llamada sin escuchar lo que Chuuya tenía que decir.

Suspiró agotado y se acomodó en la cama. No quería saber más del pelirrojo; simplemente deseaba descansar. Mañana sería otro día agotador.

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Yyy... Aquí está el primer capítulo, si tengo faltas de ortografía o que la historia no se entienda por favor dígamen en los comentarios para ir mejorando.

Otra cosita, es mi primera vez haciendo un separador entonces tengamen paciencia intentaré mejorar a la hora de hacer portadas y separadores.

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