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Ya habían pasado dos semanas desde que Chuuya y Dazai terminaron. El peli naranja se había mudado a un apartamento más alejado de lo habitual, buscando alejarse del tumulto emocional que le había dejado su relación. La nueva ubicación le proporcionaba un aire de tranquilidad, pero también una sensación de soledad que lo perseguía en las noches silenciosas. Por su parte, Dazai continuaba con su vida, inmerso en las exigencias de Mori, quien no parecía tener piedad en cuanto a tareas y publicidad. Sin embargo, había un pequeño cambio en su rutina: ahora pasaba más tiempo con Atsushi, lo cual le alegraba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

—Señor Dazai —lo llamó una de las secretarias de Mori con un tono serio y profesional.

—¿Sí? —respondió él, aún sumido en sus pensamientos.

—Mori-sama lo necesita en su oficina.

—Voy en un momento. —Dazai asintió mientras la mujer hacía una reverencia y se marchaba, dejando atrás el aire tenso del trabajo.

Con un suspiro que parecía llevar consigo parte de su cansancio emocional, el castaño se levantó de su silla y se dirigió hacia la oficina de Mori. Las paredes estaban adornadas con logros pasados y recortes de prensa; un recordatorio constante del éxito que la organización había cosechado bajo el mando del azabache.

—¿Me necesitabas, Mori-san? —preguntó al entrar, sintiendo cómo la presión del lugar se intensificaba.

—Oh, Dazai-kun, llegaste muy rápido —respondió Mori con una sonrisa que apenas disimulaba su aguda curiosidad—. Quería saber cómo va la competencia con la empresa Trendy Detective.

Dazai adoptó una postura recta y respondió con confianza:

—Va muy bien. Seguimos superándolos en calidad, diseño e innovación.

Mori asintió con aprobación; su mirada se iluminó por un momento antes de volver a ser seria.

—Perfecto, era justo lo que quería saber. Puedes retirarte —dijo Mori mientras movía su mano derecha en señal de despedida.

—Con su permiso. —Dazai hizo una reverencia antes de salir, sintiendo cómo el aire fresco del pasillo le daba una breve sensación de libertad.

Mientras caminaba por los pasillos, Dazai divisó una cabellera del color de la nieve a lo lejos y se sintió emocionado al reconocerla. Era Atsushi, quien caminaba con paso ligero y una expresión concentrada en el rostro.

—¡Atsushi-kuuuunn! —llamó al mayor con un tono algo chillón que resonó entre las paredes.

—¿Eh? —El albino se sobresaltó por la forma en que lo llamó Dazai. Sus ojos se abrieron como platos al verlo acercarse—. Ah, hola Dazai-san.

—¿Cómo has estado? —preguntó Dazai con una ligera sonrisa que iluminaba su rostro.

—Muy bien, estamos trabajando en el catálogo especial de Halloween —respondió Atsushi, iluminándose con una sonrisa que revelaba su entusiasmo juvenil.

El brillo en los ojos del albino hizo que Dazai sintiera algo cálido en su pecho; era como si cada encuentro con Atsushi le devolviera un poco de vida a su mundo gris.

—Me alegra oír eso. —Una idea cruzó la mente traviesa de Dazai—. ¿Tienes algo que hacer al salir? —inquirió con interés genuino.

—Mmm, no. ¿Por qué? —El menor ladeó la cabeza, mostrando curiosidad y un atisbo de esperanza en sus ojos claros.

—Quiero invitarte a cenar. Muy pocas veces logramos salir temprano como hoy, así que... ¿qué dices? ¿Aceptas?

La respuesta fue casi instantánea:

•~INFIELES~•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora