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Ya habían pasado varios días desde aquel accidente, y Atsushi aún se sentía perdido, sin saber cómo enfrentar a Akutagawa. El peli negro continuaba actuando como un hipócrita, sin darse cuenta de que el menor ya conocía su romance con Chuuya. La traición había dejado una marca profunda en Atsushi, quien se debatía entre la ira y la tristeza. Cada vez que veía a Akutagawa, una mezcla de emociones lo invadía: el deseo de confrontarlo y la esperanza de que todo fuera un malentendido.

Sin embargo, no todo era negativo para el albino. Su relación con Osamu, el castaño, había ido evolucionando de manera inesperada. Habían compartido momentos más íntimos y sinceros, lo que les había permitido acercarse emocionalmente. Osamu se sentía profundamente arrepentido por no haberle revelado la verdad a Nakajima; sabía que había fallado como amigo y como confidente. A pesar de las reiteradas afirmaciones de Atsushi de que no había problema y que entendía sus razones, el castaño no podía evitar sentir el peso de su culpa.

Para intentar remediar la situación, Osamu comenzó a darle pequeños regalos a Atsushi. Cada obsequio era una mezcla de disculpa y un intento sincero por hacerle sentir amado. Un libro que sabía que le gustaría, una caja de dulces, o una bufanda hecha a mano en un tono que resaltaba los ojos del albino. Con cada gesto, Atsushi comenzaba a percibir un amor genuino en él, algo que contrastaba fuertemente con la deslealtad que había experimentado.

Aun así, después de haber presenciado la infidelidad del peli negro, Atsushi se encontraba en una encrucijada emocional. La duda se instaló en su corazón: ¿podría alguien realmente amarlo? Las inseguridades lo acosaban día tras día; cada vez que pensaba en lo ocurrido con Akutagawa, sentía que su valor disminuía.

Lo que Atsushi no sabía era que Osamu lo amaba con toda su fuerza y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario por él. El castaño observaba cómo el dolor en los ojos del albino lo desgastaba y se sentía impotente ante su sufrimiento. Tenía la firme determinación de demostrarle que existía un amor verdadero, uno que no traicionaría ni lastimaría jamás. Sin embargo, sabía que debía ser paciente; el camino hacia el corazón de Atsushi no sería fácil, pero estaba decidido a recorrerlo.

-Atsushi-sama, el señor Mori lo necesita en su oficina.-Lo llamó una de sus compañeras de trabajo, con un tono profesional pero lleno de calidez que siempre le brindaba un poco de confort en esos momentos.

-Voy enseguida.-Atsushi dejó su lápiz sobre el escritorio, donde había estado esbozando un nuevo vestido para la colección de Halloween. La emoción de crear algo especial siempre lo llenaba de energía, pero la llamada a la oficina del jefe le generaba un ligero cosquilleo en el estómago.

Mientras se dirigía hacia la oficina de su jefe, el pasillo estaba adornado con carteles de las últimas colecciones y fotos de modelos que habían trabajado con él. En medio de ese ambiente vibrante y creativo, se encontró con Nikolai, uno de los modelos más destacados.

-¡Vaya, Atsushi-san! ¡Qué grata sorpresa verte aquí!-exclamó Nikolai, iluminando el pasillo con su amplia sonrisa y un destello travieso en sus ojos. Su cabello blanco resplandecía bajo las luces, otorgándole un aura casi etérea. Pero lo que realmente cautivaba eran sus ojos heterocromáticos: uno de un azul cielo profundo y el otro de un vibrante verde lima, que parecían contar historias de mundos lejanos y misterios por descubrir.

-Lo mismo digo, Nikolai-san.-Atsushi se sorprendió al verlo. Normalmente solo se cruzaban durante las sesiones fotográficas para las revistas de catálogos, donde la atmósfera era más profesional y menos relajada.

-¿Qué te trae por aquí a las oficinas del señor Mori?-preguntó Nikolai, ladeando la cabeza con curiosidad mientras su sonrisa juguetona iluminaba su rostro. Había algo en su energía que hacía que los nervios de Atsushi se disiparan un poco.

•~INFIELES~•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora