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Ya había pasado un tiempo desde que Osamu y Atsushi comenzaron su relación, un periodo de sanación y descubrimiento. Durante ese tiempo, habían perdido todo contacto con Chuuya y Akutagawa, quienes decidieron mudarse a una ciudad más lejana para comenzar una nueva vida juntos. Para el albino y el castaño, esto fue un alivio; la separación les permitió dejar atrás los recuerdos dolorosos que habían marcado su relación anterior, permitiéndoles enfocarse en su nueva historia.

A medida que los semanas pasaban, la conexión entre Dazai y Nakajima se fortalecía. Un día, Dazai le propuso a Atsushi la idea de vivir juntos. Al principio, el menor se sintió indeciso y lleno de dudas, cuestionándose si realmente estaba listo para dar ese paso. Sin embargo, al reflexionar sobre su relación, se dio cuenta de que Osamu era alguien en quien podía confiar plenamente; sabía que nunca le haría daño ni lo haría llorar. Con ese pensamiento en mente, Atsushi decidió aceptar la propuesta.

La vida juntos resultó ser una experiencia maravillosa y llena de sorpresas. Dazai no perdía oportunidad para demostrar su amor; cada día era una nueva aventura repleta de besos robados en momentos inesperados y regalos que dejaban a Atsushi con una sonrisa brillante en el rostro. Aunque al principio el menor se sentía nervioso ante tantas muestras de afecto-pues no estaba acostumbrado a ser tratado con tanto cariño-con el tiempo comenzó a adaptarse a esta nueva forma de amor.

Sus sonrojos se volvieron más frecuentes con cada cumplido que recibía de Osamu, especialmente cuando este le sorprendía con un beso repentino en la mejilla o en los labios. Cada gesto cariñoso era un recordatorio del profundo vínculo que estaban construyendo juntos. A pesar de las inseguridades iniciales, Atsushi empezó a comprender que estos momentos eran parte esencial de su relación, llenando su corazón de alegría y gratitud por tener a alguien como Dazai a su lado.

-Atsushiiiiii- llamaba su querido novio con un puchero que hacía que el corazón de Atsushi se derritiera. -Por favooooorrr, no lo hacemos como hace un mes.

-No, Osamu, ahora no podemos hacerlo -respondió Atsushi, algo nervioso pero firme. -El desfile se está acercando y no podemos distraernos. El señor Mori está planeando algo grande y siento que nos va a llenar de mucho trabajo.

Dazai había estado suplicando por un momento de intimidad, deseando ver otra vez esa carita de placer en su querido albino. Sin embargo, al darse cuenta de que Atsushi estaba decidido a concentrarse en sus responsabilidades, suspiró resignado. Comprendía perfectamente que tendrían que esperar hasta que ese estúpido desfile terminara; solo entonces podrían disfrutar de más tiempo juntos sin preocupaciones.

-Está bien, pero... cuando termine el desfile, no podrás escapar de mí, pequeño -le dijo Dazai con una mirada coqueta, esa chispa en sus ojos provocó que Atsushi se sonrojara intensamente. En ese momento, pensó que tal vez debería comprar una silla de ruedas para cuando llegara ese dia.

Atsushi decidió distraerse revisando los bocetos de sus vestidos y trajes. Siempre se maravillaba al unir sus ideas con las de su jefe; juntos lograban crear prendas realmente llamativas y únicas.

Así pasaron el día, sumergidos en su trabajo. Aunque era un día de descanso, decidieron adelantar algunas tareas para evitar una carga excesiva cuando regresaran al trabajo el lunes. La jornada no fue del todo mala; en realidad, disfrutaron del proceso creativo y encontraron tiempo para descansar. Era curioso cómo Dazai siempre encontraba la manera de colarse entre las hojas de trabajo para demostrarle su infinito amor al albino.

Cada vez que Atsushi levantaba la vista del papel, se encontraba con la sonrisa traviesa de Osamu, quien aprovechaba esos momentos para robarle un beso o hacerle alguna broma juguetona. El ambiente estaba lleno de risas y complicidad; era como si el estrés del desfile se desvaneciera cuando estaban juntos.

•~INFIELES~•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora