Capítulo 13.

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Paul lo miró fijamente, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y algo más que no dejaba entrever. Durante un instante, sus ojos se agrandaron, y luego se mordió el labio inferior, como si estuviera conteniéndose de decir algo que no debería.

John chasqueó la lengua, sintiendo que había tocado un nervio.

John se giró para seguir buscando entre los documentos, intentando ignorar la creciente tensión que sentía.

Pero entonces escuchó el sonido de pasos apresurados detrás de él. Antes de que pudiera reaccionar, una mano firme se posó sobre su hombro, obligándolo a volverse, sólo para encontrarse con los labios de Paul presionados contra los suyos. Todo su cuerpo se paralizó al instante, como si su cerebro no pudiera procesar lo que estaba ocurriendo.

Con un rápido empujón, John se separó, llevándose la mano a la boca y mirando a Paul con incredulidad y su corazón latía tan rápido que sentía que iba a explotar. Los ojos de Paul no vacilaban, su rostro serio pero calmado mientras se tocaba los labios, como si también estuviera sorprendido por lo que acababa de hacer, aunque no del todo arrepentido.

John estaba a punto de decir algo, tal vez una queja mordaz o una demanda de explicaciones, pero antes de que pudiera abrir la boca, Paul dio otro paso hacia adelante. Esta vez, John no tuvo tiempo de resistirse. Paul lo besó de nuevo, con más intensidad, acortando la distancia entre sus cuerpos, pegando a John contra él.

John se permitió ceder ese momento, sus manos subieron por instinto hasta el cabello oscuro de Paul, enredándose en él. Sentía cómo Paul lo empujaba suavemente hacia atrás, acorralándolo contra una pila de cajas llenas de polvo, mientras sus labios seguían atrapando los suyos con una ferviente urgencia. Los pensamientos caóticos que pasaban por la mente de John se desvanecían uno por uno, reemplazados por el ritmo acelerado de sus corazones y el calor que crecía entre ellos.

Paul no soltaba su rostro, sus dedos aferrados a las mejillas de John, mientras ambos seguían inmersos en el beso. John no sabía si debía estar enfadado, aliviado o rendido, pero lo que sí sabía era que no quería que ese momento terminara.

Finalmente, cuando el aire se volvió escaso, se separaron.
Ambos respiraban agitadamente, sus rostros estaban tan cerca que John podía sentir la respiración de Paul en su piel.

Paul bajó lentamente las manos, pero su mirada no se apartaba de los labios de John, ahora hinchados y rojizos.

—Este es tu verdadero trabajo, John —murmuró Paul, su voz apenas un susurro, pero cargada de significado.

Paul retrocedió apenas un paso, su respiración todavía agitada por el impulso del beso que había iniciado.

Pero lo que no esperaba era la reacción de John.

Al principio, el castaño parecía perplejo, pero luego, con una mano cubriéndose la boca, dejó escapar una carcajada.

El azabache, confundido y con el orgullo un poco herido, cruzó los brazos frente a su pecho, observando a John sin entender qué era tan gracioso. El eco de la risa de John resonaba en la habitación polvorienta, mientras Paul permanecía en silencio, esperando que terminara.

—¿De qué te ríes, Lennon? —preguntó finalmente, sin poder ocultar el tono de molestia en su voz.

John, todavía sonriendo con esa expresión socarrona que Paul tan bien conocía, lo miró de reojo, sacudiendo la cabeza con diversión. —Paul... eso fue... —hizo una pausa para intentar contener otra carcajada—. ¡Eso fue muy intenso! No lo vi venir...

La risa era incontrolable, mientras McCartney veía como las mejillas de John se coloreaban de rojo.

—Agh, basta, Lennon.— habló bajito el hombre mayor, rascándose la nuca, incluso sorprendido por su lado más salvaje y primitivo.

Temporary Secretary ; McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora