Capítulo 1.

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El ensayo estaba saliendo como un total desastre, eso era innegable. Todos los miembros de la banda estaban estresados practicando en un pequeño sótano que rentaban a un primo de Pete, y Stuart, quien pareciera no mejorar en sus habilidades en el bajo, no paraba de fumar incesantemente, molestando al resto con las cenizas que caían en la deteriorada alfombra.

—Idiota, para de fumar en un espacio cerrado— Mencionó Pete en la batería, moviendo sus manos a los costados para ventilar el olor a otros lados— Este lugar de porquería se incendiará por tu culpa.

Stuart, quien alternaba su vista entre el piso, los ojos furiosos de su amigo John y la impaciente mirada de Pete, sólo resolvió a tener otra gran calada a ese cigarro, para lanzarlo al aire—¿Ves que me importa?

—Stu, basta—regañó el joven de cabello largo y castaño, acomodándose sus lentes en el puente de su nariz—Tenemos que dar nuestro mejor esfuerzo para que esta canción salga bien, ¡En dos días nos presentamos en el Taberna de Louis!, y no avanzaremos nunca si—John miró indiscriminadamente a Pete—Si sigues perdiendo el ritmo de la jodida canción.

—¡Te dije que saber tocar tambor no era lo mismo que tocar una batería!—Protestó Pete, golpeando sin parar con su pie derecho el tambor central de la batería para liberar estrés.

Stuart tiró el cigarro a medio terminar al suelo, pisándolo con su pie y poniéndose de espaldas al "público" que poseían en ese lugar:—Ya, empecemos a tocar.

John se exasperaba ante la idiotez que hacía Stuart de ponerse de espaldas al público para tocar—Oh, no, no me vendas de nuevo tu mierda de pánico escénico aquí, ¡Nos vemos tontos con un integrante de espaldas!

El chico pelinegro, ignorando los llamados de su amigo, intentaba acordarse del ritmo con el pie derecho, mirando a la vez el techo de ese sótano sucio, frío y mugriento.

John al percatarse, apretó sus dientes, enfocándose en tocar la guitarra eléctrica que tenía en manos—Puta mierda...—Susurró para sí mismo—A la una, a las dos, y a las...¡Tres!

Todos coordinaron rápidamente para empezar a tocar sus instrumentos, y comenzar a corear una canción escrita por John, teniendo unos exitosos 30 segundos de canción. Pero como no podían pasar ese límite, tanto Pete como Stuart se equivocaron en los acordes, en la parte de la canción a cantar y, como si fuera poco, una de las cuerdas de Stuart se había roto en el momento.

—Felicidades Stuart, eres tan malo en el bajo que lo rompiste— dijo John de manera ácida, con su mandíbula tensa ante el desastre que era su grupo— Suficiente, un receso de 15 minutos, me voy a volar la cabeza a este paso por ustedes.—Su cólera era evidente, dirigiéndose a su mochila, cruelmente maltratada, para buscar una pequeña tirita de una nueva droga que le había pasado un amigo que le funcionaba de maravilla cuando estaba muy estresado.

Stuart chasqueó la lengua—Mejor toma esa droga de hippies y déjate de joder—dejó el bajo roto contra la batería de Pete, y se dirigió a una esquina del sótano, mientras John le levantó el dedo de al medio como reacción, todavía rebuscando en su desahuciada mochila la tirita de LSD.

Stuart se acercó a una esquina, teniendo un cigarro sin encender en su boca, y rebuscó en una caja vieja si habían nuevas cuerdas de bajo para reemplazar la cuerda que se había roto. Pete, quien se masajeaba las cienes, se levantó de su asiento para dirigirse a las escaleras del sótano para ir a buscar algo de beber en la cocina de su primo. Cuando estaba a mitad de la escalera, una chica de cabello corto y flequillo apareció en su campo visual, mirándole confundida por la expresión de hartazgo de Pete.

—¿Pasa algo, Astrid?— preguntó Pete, algo impaciente para querer salir de ese lugar donde ensayaban.

La chica alemana movió frente a su cara unas cartas que habían llegado para la banda:—Tengo que comentarles estas noticias—Su tono era calmado y lento, adecuándose al idioma que hablaban aquellos chicos ingleses.

Temporary Secretary ; McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora