Mecanismos de defensa | Maxley.

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Max's POV

Desde que comenzamos a estudiar juntos en la biblioteca, nuestra rutina se había vuelto casi ritual. Los lunes y viernes, después de nuestra clase de Bienestar Psicológico, nos quedábamos hasta tarde revisando apuntes, intercambiando ideas y disfrutando de esa química silenciosa que se había establecido entre nosotros. Incluso a veces iba entre semana, si mi horario me lo permitía, sólo con la excusa de la tarea.

Cada vez que Bradley ofrecía llevarme a casa, sentía una mezcla de emoción y comodidad. Me encantaba que no solo compartiéramos el tiempo de estudio, sino que también se convirtiera en un momento para conocernos un poco más. Era un espacio seguro donde ambos podíamos ser nosotros mismos, lejos de las miradas del resto del campus.

Sin embargo, había algo que había cambiado en mí. Inexplicablemente, comencé a preocuparme más por mi apariencia. Antes simplemente me vestía con lo primero que encontraba en mi armario, pero ahora pasaba un poco más de tiempo eligiendo mi ropa y asegurándome de que todo estuviera en orden. Cada mañana me miraba en el espejo y pensaba: ¿Qué pensará Bradley de esto?

Mis amigos, Bobby y PJ, no tardaron en notarlo. Un día, mientras me preparaba, escuché a Bobby burlarse desde el sofá.

— Oye, Ma-ax, ¿te estás pre-eparando para una cita o q-qué? —dijo con una risa burlona, y PJ se unió con un guiño.

— ¡Sí, seguro que tienes un encuentro romántico! —añadió PJ, provocando que me sonrojara y tratara de desviar la atención.

— ¡No es eso! Solo... quería verme bien —contesté, sintiéndome un poco avergonzado.

Ambos rieron, y aunque sabía que estaban bromeando, no podía evitar que sus comentarios resonaran en mi mente. ¿Por qué me importaba tanto lo que pensaban?

Una mañana con Bradley, antes de la clase y mientras revisábamos libros en la biblioteca, no pude evitar observar cómo sus dedos se movían con agilidad al pasar las páginas. Cada vez que Bradley se detenía para reflexionar sobre algo, había un destello de concentración en su mirada que me hacía perderme en el momento.

— ¿Te has dado cuenta de lo mucho que hemos avanzado en estas semanas? —le comenté, intentando romper el silencio mientras él tomaba notas.

Bradley miró hacia arriba, sus ojos brillando. — Sí, es genial. Me gusta estudiar contigo. Es más fácil.

La manera en que lo dijo me hizo sonreír. Tal vez él no se daba cuenta, pero esos pequeños momentos significaban más de lo que podía expresar. Sentía que había construido un espacio en el que ambos podíamos ser vulnerables, a pesar de las inseguridades que llevábamos dentro. A pesar de que no habíamos vuelto a tocar el tema del llanto, parecía que nos habíamos acercado más.

— ¿Estás listo para la próxima clase? —pregunté, intentando mantener la conversación ligera.

— Listo y preparado —respondió, y su tono tenía ese matiz que me hacía sentir que estábamos en la misma sintonía.

Mientras nos preparábamos para salir, me detuve un momento y pensé en cuánto nos habíamos acercado. Cada risa compartida, cada mirada cómplice, eran momentos que no quería que se acabaran. Aunque seguía sin tener claro lo que realmente significaba eso entre nosotros, sabía que quería seguir explorando esa conexión, sin importar cuán confusa pudiera ser.

Al salir de la biblioteca, la brisa fresca de la tarde nos recibió, y una vez más,me di cuenta de que estaba agradecido por esos momentos compartidos. A veces, la vida se sentía un poco más ligera cuando estaba con él. 

Tras dos meses de entrenamiento, finalmente había llegado el día de los X-Games. El ambiente en el parque de skate estaba cargado de energía. La música vibrante y las risas de los espectadores resonaban mientras los patinadores realizaban trucos impresionantes. Yo estaba en el centro de todo, junto a Bobby y PJ, nervioso pero emocionado por lo que estaba a punto de suceder. Bradley, como nuestro entrenador y campeón en los X-Games, estaba a nuestro lado, dándonos instrucciones con esa intensidad que lo caracterizaba.