SUS OJOS SON LOS DE ÉL

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    Todos los días me levantaba con emoción, entraba al baño, me bañaba, vestía, perfumaba y peinaba. Empacaba mis cosas y salía para la universidad. En realidad, no era la emoción de un día más de aprendizaje o de estadía con mis compañeros. No. Era por estar con ella, con la bella mujer con la que me crucé una fría noche en una silla de la calle, con la que me topé afuera de los baños, con la que gané entre todos los estudiantes por la mejor pintura, de la que me enamoré perdidamente y ahora no puedo dejar de ver.

    Ese mismo día, un jueves veintisiete de agosto, caminando por los pasillos de la universidad, yendo hacia el aula, le pregunté:

    —¿Quieres ser mi novia?

    Mis manos no paraban de sudar y mi piel se tornó roja. Ella me miró y sonrió. Por un segundo sentí que lo dudó, sin embargo, aceptó. Me besó; la besé. Y desde ese día viví por primera vez.

    El tiempo transcurrió y, después de un año de ser pareja, decidí preguntarle:

    —¿Quieres iniciar una vida conmigo?

    Ella aceptó feliz, y luego empezó a dudarlo: “¿Cómo vamos a ganar dinero? ¿Y nuestras carreras? ¿Dónde viviremos?”, entre miles de preguntas más...

    Yo salí de la universidad para comenzar a trabajar. Ella continuó estudiando. No dejé que dejara su sueño a un lado.

    Empecé siendo mesero de un pequeño restaurante al sur de Francia. Rápidamente comencé a trabajar en otros empleos para ganar el dinero suficiente y mantenernos estables. Pasé por algunos otros trabajos como repartidor de correspondencia, asesor de ventas, chofer, y otros más, durante un periodo de siete años. Además, Isabella continuó estudiando: luego de terminar la carrera de Artes, empezó a estudiar Periodismo.

    Después de haber ahorrado lo suficiente, compré una pequeña casa y llevé a Isabella a vivir conmigo. Ella justo acababa de terminar su carrera de Periodismo.

    Entró a un centro de noticias creando pequeños reportajes. Yo, con algunos ahorros, escribí, edité, imprimí y saqué a la venta mi primer libro: El retorcido silencio, el cual mostraba una crudeza sin igual, una descripción de eventos violentos y una trama desgarradora, capaz de ser un libro muy amado o muy odiado. Por suerte, al público le encantó, y rápidamente se consolidó entre los mejores libros del año. Con las ganancias, compré un anillo de compromiso y lo guardé esperando el día perfecto.

    1 DE MAYO

    —Feliz cumpleaños, mi amor —dijo Isabella apenas abrí los ojos.

    Mi día comenzó perfecto. Desperté con el amor de mi vida al lado mío. Justo era mi cumpleaños y mi carrera empezaba a ser increíble.

    —Te tengo un regalo —dijo ella, dándome una bolsa plateada brillante.

    —¿Qué es? —le pregunté.

    —Averígualo —respondió emocionada.

    Agarré el gran paquete y lo saqué de la bolsa. Luego arranqué el papel periódico que tenía alrededor con tantas ganas que no me importó el desastre sobre la cama. Al revelar el regalo, no tuve palabras para expresar lo que sentía, pero las lágrimas sí hicieron el trabajo.

    —¿Te gusta? —ella preguntó suavemente.

    —Es... El... —mis palabras no lograban salir de mi boca.

    —Durante estos años en la carrera de Artes lo hice para ti.

    Agarré el cuadro entre mis manos, sin palabras ante el perfecto trabajo que hizo Isabella al pintarme a Vincent Van Gogh.

    —¿Te gustó? —preguntó.

    No respondí. Solo la abracé, la besé y de mi boca solo pude decir:

    —Me encantó.

VINO TINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora