Capítulo 1

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Evan

Que fastidio el de mi padre, obligarme a tener que recogerla. Katelyn Brown. Desde niño, con tan solo escuchar ese nombre, ¡se me arruinaba el día completo! Siempre arruinándome todo. Siempre hacía que me castigaran. La detestaba, la detesto. Me hizo tan infeliz de niño. Yo no lo llamaría un trauma de la infancia, pero hasta ahora sigo guardándole cierto rechazo. Me negué a recogerla del aeropuerto en primera instancia, pero como mi padre le tiene tanto cariño (no sé cómo), me ha obligado. "Si no estuviera tan ocupado, iría yo mismo, hijo. Porque no sabes cuánto la extraño." Ruedo los ojos al recordar lo que dijo mi padre. No me cabe en la cabeza como esa niña pudo ganarse tanto cariño de un ser humano. De una piedra tal vez. Aunque en realidad, mi padre es un hombre muy bueno. Siempre cariñoso, divertido. Siempre viendo el lado bueno de las personas. Algo ha de haber visto en Katelyn.

Suspiro, observando con aburrimiento como pasan las personas en el aeropuerto, mirando mi reloj con frecuencia. En solo una hora quedé de verme con Lisa. Es por eso que no quise recoger a Katelyn, además de todo el odio que me hace sentir. Conocí a Lisa hace unos pocos meses y nos llevamos muy bien. A la perfección diría yo. Al pensar en Lisa y en todo lo que podríamos hacer esta noche, siento punzadas de excitación. Se me dibuja una sonrisa en el rostro. El efecto Lisa.

-¡Hola!- dice una señora de edad avanzada. Se sienta a mi lado y me sonríe, pude notar que le faltaban unos cuantos dientes.

Entonces siento como toda la sangre que se me había acumulado en el miembro, prácticamente corre de él.

-¿Me imagino que vienes a recoger a tu novia, no?

¡¿Qué?! No, no, no. ¡¿Estará loca esta vieja?! ¿Katelyn, novia mía? ¡¿Esa niña inmadura, engreída y latosa?! ¡Creo que primero me pego un tiro!

-No, es solo una amiga.

-Ah perdón. Por esa carita que traes pensé que estabas feliz porque te ibas a reencontrar con alguien muy querida.

Bueno en parte eso era verdad. Pensaba en Lisa, y en cómo disfrutaré esta noche... Su forma de besar, acariciar. Es una experta en el placer. Su sexo me enloquece. Es una amante apasionada y salvaje. Sin reservas, ni inhibiciones. Jamás encontraré otra mujer así. Una mujer capaz de encender mis más candentes deseos y llevarme a la cima del éxtasis.

La señora me muestra una última sonrisa y se para, a recibir a su familia.

¡Maldita sea! Ya tengo aquí más de media hora. Diez años después y todavía logra esta niña colmarme la paciencia.

Relajo mi cuerpo entre el sillón, suspirando nuevamente del coraje. Hasta que mi mirada se encuentra con un trasero bastante apetitoso. Enderezo mi cuerpo y observo con deseos. La mujer se encuentra de espaldas, esperando a que pase su equipaje. Lleva una camiseta blanca de tirantes y unos jeans negros ajustados que abrasan sus curvas a la perfección. Sus tacones negros la hacen ver aún más sexy. Su cabello castaño era largo, algo rizado. Es muy ardiente. Parece una diosa. ¡Al Diablo con Katelyn! Que se consiga un taxi. ¡Pero a esta me la hecho!

Me acerco a ella y tomo unos segundos para aspirar el aroma fresco de su cabello y de su cuerpo.
-Hola, preciosa- le susurro al oído, antes de que pudiera voltearse.

Katelyn

Sé cómo soy y sé todo lo que tengo. Me considero bastante coqueta. A veces aprovecho mi belleza para dominar a los hombres y manejarlos a mi antojo. Desde más o menos los quince años, me di cuenta del poder que tenía sobre ellos, grandes y chicos. ¡Cosa que me encanta! No soy virgen, pero tampoco me acuesto con cualquier tipo que se me cruce en frente. Considero mi cuerpo un templo, y los únicos que tienen acceso a él, son aquellos quienes se lo merecen. De hecho nada más han habido dos. Un ex novio del pasado y un "amigo" íntimo, Josh.

Volteo sonriente ante ese inusual susurro. Pero mi sonrisa rápidamente se borra.

-¿Tú?- digo con disgusto.

Evan me mira algo confundido. Aún no me ha reconocido. Sonrío de nuevo.

-Has cambiado bastante, eh- lo miro de arriba a abajo.-¡Y no estás nada mal!

-¿Nos conocemos?- dice, aún confundido.

Evan

¡Dios, es hermosa!

Katelyn

¿Con que no me reconoces, eh? Sigues siendo el mismo idiota de siempre. Tal vez pueda divertirme un poco.

Evan

-Mmm... no sé. ¿Mi rostro se te hace conocido?- pregunta con voz coqueta y seductora.

Tenía la mirada enfocada en sus labios carnosos y deseables. Luego hacia su pecho, que estaba medio descubierto.

-No, no creo- murmuro, sin quitar los ojos de su busto. Me imagino con la cara perdida en sus pechos, saboreando cada rastro.

Katelyn

Estoy utilizando todas mis fuerzas para no echarme a reír. Acerco mi cuerpo hacia él, rozando la cadera contra el creciente bulto de Evan, provocando que suelte un leve gemido. Esto es tan gracioso.

Me acerco aún mas, con nuestros labios a solo centímetros.

-¿Estás seguro... Evan?

Él se queda pasmado por unos segundos, abriendo los ojos del asombro. Luego se aleja rápidamente de mí, mientras yo me reía a carcajadas.

-¿Katelyn?

Evan

¡No puede ser! ¿Katelyn? Esta hermosa chica no puede ser esa niña fastidiosa. Todo ese deseo que me hervía y me estremecía, se iba esfumando al ver como ella se ríe estruendosamente, quedando únicamente coraje.

-¡Ay, Carter! ¡Qué calenturiento me saliste!-dice ella intentando controlar la risa.

La agarro fuertemente, pegando su cuerpo de nuevo hacia mí.

-¿Te crees muy chistosa, no?

Katelyn

Al sentir su cálido cuerpo junto al mío, siento un punzado de excitación. También pudo sentir el miembro de Evan, que aún estaba algo firme.

Evan

Ella me sonríe coquetamente y me da un leve rozo con su cuerpo.

-Estás más... grandecito.

Me aparto de ella.

-¿Por qué hiciste eso?

-¿Qué... no te gustó?-dice acercándose a mí y tomando mi camisa.

-¡Deja tu juego!-grito molesto y me alejo de ella.

-Ay, ya quita esa cara de yeso, que solo fue una broma. No es para tanto.

Ella voltea y empieza a caminar. Instintivamente miro su trasero, el cual ella movía seductoramente. Sacudo mi cabeza y reacciono.

-¿Adónde vas?-pregunto.

-¿Acaso piensas quedarte aquí todo el día? Mis maletas son esas dos-grita sin voltear y sigue su modelaje hacia la salida, provocando que más de uno se quede embobado con su figura. Incluyéndome.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora