Capítulo 11

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Katelyn

Estaba dentro de la habitación de William y Adela. Me dirijo al armario para ver si mi madre tiene algo de ropa que me guste. Nosotras solemos prestarnos la ropa ya que ella es casi de mi misma talla. Tiene estilo y su ropa es muy bonita. Busco entre todas las blusas, hay una que es mi preferida. Pero al tratar de encontrarla entre las mil blusas que hay colgadas (no hay realmente mil, pero son demasiadas), veo una caja en un rincón del armario. No puedo evitar tomarla para ver su contenido. Encuentro fotos de hace muchos años, de mi madre cuando era más joven y de cuando era pequeña. Esto sí que despierta mi curiosidad.

Me siento al pie del armario. Hace años que no veo estas fotos. Me detengo a observar una que me llama la atención. Es una mía con Evan. Tenía tres años y Evan, cuatro. Estábamos abrazados. En otra foto de ese mismo día, yo lo tenía por el cuello, plantándole un beso en la mejilla.

Sonrío. La mayoría de las fotos más viejas son de nosotros juntos. Siempre abrazados. Recuerdo que éramos mejores amigos, hasta más o menos la edad de ocho o nueve años. Después, las fotos que nos tomaban juntos parecían ser a la fuerza. Ambos con malas ganas y con fastidio de estar cerca el uno del otro.

-¿Qué haces?

Evan hace que me sobresalte.

-¡Evan! Me asustaste.

Él se ríe y se sienta a mi lado.

-Perdón, no era mi intención.

Él ve las fotos que tengo en la mano.

-¿Y esas fotos? Déjame verlas.

Le paso primero las que ya vi. Él empieza a reírse y niega con la cabeza.

-Me acuerdo de ese día. Estaba tan enojado contigo, por tu culpa me castigaron.

-¿Mi culpa?-digo inocentemente.

-No te hagas la santa, sabes lo tremenda que eras.

-Tú no te quedabas atrás, Carter. ¿Te acuerdas cuando me pegaste chicle en el cabello?-Evan se ríe a carcajadas.-No es para que te rías, tarado. Tuviste suerte, no me tuvieron que cortar el pelo.

Él se me queda viendo y sonríe.

-No entiendo.

Lo miro extrañada.

-¿Qué?

-No entiendo cómo es que llegamos a odiarnos tanto. No puedo imaginarme estar peleado contigo.

A veces dice cosas tan dulces.

-¿No te acuerdas por qué?

-No, ¿por qué?-dice con una sonrisa pícara.

-¡No te rías! Sabes muy bien por qué.

-Sí y creo que ya entiendo. Te pusiste celosa.

-Estás loco.

-Fue cuando le pedí a Paula que sea mi novia el día de San Valentín. Después de ese día todo entre nosotros cambió.

Mi expresión se torna algo triste, pero intento disimular.

Evan

-Tú cambiaste, no eras el mismo. Me dejaste. Era muy pequeña, pero me acuerdo lo horrible que me hiciste sentir.

Acaricio su cabello. Me siento culpable, no sabía lo mal que la pasaba.

-Perdón. No quise lastimarte, pero era un niño. Era la primera vez que sentía esas cosas, y estaba tontito por Paula.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora