Capítulo 5

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Tanto Evan como Katelyn no podían dormir. Ambos daban vueltas y vueltas en la cama, cada uno pensando en lo ocurrido. En esa impulsiva tensión sexual que se apoderaba de sus cuerpos. ¿Será únicamente una aventura? ¿O un juego peligroso?

Evan

Salgo de mi cuarto y me dirijo hacia el de ella, pero me detengo frente a su puerta.

¿Qué estoy haciendo? ¿Me voy acostar con ella? Cierro los ojos y respiro hondo. Maldita sea, me estoy volviendo loco. No puedo hacerlo. O sea, sí puedo. Pero no debo. No es que me vaya a sentir mal, pero es que hay algo que no me permite consumar todo esto que tanto deseo. Vuelvo a mi cuarto.

No sé que me pasa. El Evan de siempre ya se habría tirado a la chica que quiera y cuantas veces quiera. Pero siento que esta chica es diferente. Kate es diferente. Pasé casi toda mi infancia a su lado. Ya sé que siempre he dicho que me arruinó la vida y todo ese rollo. Pero en fin, no me imagino que hubiera sido de mi vida si no la hubiera tenido cerca. Creo que Kate me dio momentos que, por más malos que fuesen en el pasado, ahora son recuerdos de los que puedo reírme y suspirar al traerlos a mi memoria. Todas esas travesuras que nos hicimos el uno al otro, le dieron a mi niñez cierta diversión y emoción. Si no, ¿qué anécdotas tendría para contarle a mis hijos?

Recuerdo cuando ella escondía mis juguetes y yo lloraba por horas, haciendo berrinche y atormentando a todos en la casa. Todos le rogaban a Kate que me devolviera mi cochecito favorito. Debo admitir que era el supremo rey de los berrinches. Pero a ella no le importaba. Supongo que le causaba risa verme así. Hasta que Adela la amenazaba con no traerla nuevamente a la casa, ella me llevaba de la mano hasta el escondite y me devolvía el juguete. Sus preferidos eran los nuevos. Siempre que me regalaban algo nuevo, ya sea un juguete o hasta mi ropa, ella lo tomaba y lo escondía. Porque sabía que me pondría triste si pensaba que se había perdido. Hasta que pronto descubrí su táctica. Cuando sus padres la traían de visita, Katelyn venía a jugar conmigo. Al principio era amable e incluso me pedía si por favor podía tomar alguno de mis juguetes. Pero luego, en cualquier descuido mío, ella se iba sigilosamente con el juguete que había tomado a esconderlo. Cuando me daba cuenta, ya era demasiado tarde.

Vuelvo a salir y me dirijo a la habitación de Katelyn, de nuevo. Justamente cuando estaba a punto de abrir la puerta, ella se me adelanta.

-¿Qué haces?

-No puedo dormir.

Ella sonríe.

-¿Y qué? ¿Venías a que yo te leyera un cuento?

La miro a los ojos. Había algo en ella que me enloquecía, algo que me impulsaba a besarla, abrazarla, quererla y protegerla.

-¿Evan? ¿Estás ahí?-me pregunta tomando mi rostro entre sus manos.

Bajo la mirada hacia su pecho. La tela de su pijama era tan fina que aparentaba ser transparente, sus senos se pronunciaban debajo de ella, haciéndome arder en deseos.

-Katie-susurro tomándola entre mis brazos y deslizando una de sus estiras.

-¿Qué?-murmura, rozando sus labios contra los míos. Pego su cuerpo junto al mío, dejándole saber lo prendido y dispuesto que estaba.

Ella me jala hacia adentro del cuarto. De pronto escuchamos un leve grito.

-¿Qué fue eso?

Lo escuchamos de nuevo, aún más fuerte.

-¡Mi mamá!-ella sale de la habitación con la puerta aún abierta. Empieza a correr pero logro detenerla.

-¿Adónde vas?-ella intenta zafarse.

-¡Suéltame! Es mi mamá, algo le sucede.

-¿Cómo vas a ir tú? Si algo te pasa...

Nos quedamos viendo. Siento como una electricidad que me recorre todo el cuerpo.

Pero el momento es arruinado por otro de los gritos de Adela. Tomo a Katelyn de la mano y corremos juntos hacia el cuarto de su madre. Al abrir la puerta, ambos nos quedamos boquiabiertos.

-¡Mamá!

Adela y mi padre rápidamente se tapan con las sábanas.

-¡Katie! Mi amor, déjame explicarte.

-¿Explicarme qué, mamá? ¿Qué me vas a decir? ¿Que tropezaste y caíste encima de su...?-Katelyn estaba muy alterada.

-¡Respeta a tu madre!-dice papá.

-¿Respeto? ¿Cómo te atreves tú a mencionar siquiera la palabra?

-¿Qué es esto, papá?-digo algo decepcionado.

-¿Qué no está más que claro? ¡Qué asco, la verdad!

-Katelyn, por favor. Nosotros nos queremos-Adela estaba al borde de las lágrimas.

-¿Qué? ¿Para esto fue que viniste, no? Para revolcarte con este.

-No te permito que le faltes respeto-dice mi padre.-Tu madre y yo nos amamos y nos vamos a casar.

Oh, Dios mío. ¿Qué acaba de pasar?

Después de un par de horas discutiendo y hablando, Kate y yo por fin descubrimos la verdadera razón por la cual la familia de ella decidió mudarse hace diez años. El papá de Katelyn encontró a mi padre y a Adela en una situación bastante comprometedora. Él la amenazó con quitarle la custodia de Kate si ella no se alejaba de mi padre y de toda la familia Carter. Por no perder a su hija, Adela renunció al amor, y se fue con su aún esposo e hija a Italia. Ambos, mi padre y Adela, terminaron por divorciarse de mi madre y el padre de Kate, respectivamente. Y ahora esta es la situación. Ellos se casarán. No es una feliz noticia que llenará de alegría todos los días de mi vida, sin embargo me hubiera gustado enterarme de otra manera. Quizás una cena, o un paseo. No encontrando a mi padre y a Adela desnudos en pleno faje.

Después de todo este desastre, acompaño a Kate hasta su puerta.

-Todavía no lo puedo creer-dice.

-Yo tampoco, pero ahora entiendo todo. Ahora sé por qué mis padres se divorciaron.

-Y los míos.

Ambos nos miramos a los ojos.

-Vamos a ser hermanastros. ¿Te imaginas?-asiento con la cabeza.

-Ni modo.

-Sí...

Ambos sabíamos que ya era hora de ponerle fin a nuestra aventura.

-Que duermas bien-beso tiernamente su frente y empiezo a caminar hacia mi cuarto.

No puedo acabar con esto, todavía no.

-Evan...-volteo y ella se acerca para susurrarme al oído.-¿Quieres que grite?

Mi cuerpo se estremece.

-Buenas noches... hermanito-sonríe y camina hacia su cuarto.

Puedo escuchar como ella cierra la puerta con llave. Más te vale, despiertas tantas cosas en mí, incluyendo el diablo.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora