Capítulo 12

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Katelyn

Le muestro a la recepcionista mi tarjeta de membresía e ingreso al gimnasio.

A ver si puedo aliviar un poco esta tensión. Siento que tengo la cabeza dando vueltas. Me estoy volviendo loca.

-Hola, preciosa-dice un hombre, alto y muy guapo.

Hace unas semanas atrás me hubiera encantado coquetear con un hombre como él. Es bastante atractivo. Pero ahora por alguna razón era diferente. No tengo ni el más mínimo interés de dirigirle la palabra. ¿Se me cruzaron los cables dentro del cerebro o qué?

-Adiós-digo alejándome, dejando al hombre algo molesto.

Será uno de esos tipos que no les gusta que los rechacen porque tienen el ego tan alimentado que creen que ellos son los únicos que pueden rechazar. Já, un idiota más.

Me dirijo hacia una bicicleta de ejercicios, sin percatarme de mi alrededor. No quiero pensar en nada que no sea ejercitarme. Me monto en la bici y empiezo a mover las piernas.

Parece que mis intentos de distraer la mente son fallidos porque de pronto me llama la atención un hombre joven, aún más atractivo que el anterior, que estaba en una máquina de correr a unos metros de mí. Tiene el torso desnudo. Se me dibuja una sonrisa en el rostro.

Mmmm... Miren ese abdomen... Esas piernas... ¡Esos brazos! ¡Quisiera estar rodeada por esos brazos todo el año!

La sensación de como el sillón de la bicicleta rozaba mi feminidad me hizo excitar. No crean que soy una ninfómana. Pero siento unos deseos inmensos hacia este hombre. A través del espejo que está frente a mí me queda la vista perfecta.

Así todo sudado y jadeante me haces pensar en tantas cosas que deberían ser ilegales. Dios, como quisiera que me hagas tuya en este mismo momento.

El hombre tiene los ojos cerrados, está escuchando música y no se da cuenta cómo yo lo observo. Menos mal, no es muy bonito que te pillen mirando a alguien con los deseos que yo tengo.

Luego de unos segundos, él levanta la mirada y me ve. Sonríe. No se siente amenazado.

Detiene la máquina y se baja. Se dirige a mí y se apoya en la bici que tengo al lado.

-Katie.

Le devuelvo la sonrisa.-No esperaba encontrarte aquí.

-Yo tampoco.

Se acerca más a mí, secándose el sudor con una pequeña toalla.

Jesús, que sexy es.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí sin decir nada? ¿Me estabas espiando?-dice divertido.

Lanzo una carcajada.

-Estás mal, Carter. Solo no quería interrumpirte. Estabas muy concentrado.

-¿Te vas a quedar más tiempo aquí?

-No.

Le lanzo una de mis miradas. Esas que nunca fallan.

-Tengo ganas de hacer... Otras cosas-Evan sonríe.-Nos vemos en casa... Carter.

Evan

He roto todos los límites de velocidad. Solo podía pensar en una cosa. En como ella me miraba con esos ojos hambrientos. Hambrientos por saciar esos deseos que nos estaban volviendo locos a ambos.

Sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora