Katelyn
Caminaba sonriente y muy coqueta por el pasillo de la escuela, como siempre captando la atención de los que estaban a mi alrededor. Los chicos me observaban y perseguían con la mirada, embobados como estúpidos por mi figura y mi manera de caminar. No sé si se puede decir que era "deseable". Al principio ser deseada era algo incómodo, por no decir asqueroso. La idea de que algunos hombres me miren de esa forma me era repulsiva. Pero tuve que vivir con eso. Tengo. En fin, estamos hablando del pasado ahora.
A pesar de los estereotipos que rodean a las niñas que son bonitas y un tanto adineradas como yo, yo nunca me consideré parte de ese montón. No era la típica chica hermosa, rica y mala que tiene subordinados en vez de amigos. Yo era simpática y amigable con la gente, con mi espíritu libre y esa rebeldía de la buena que siempre me ha caracterizado, a la mayoría le caía muy bien. No tenía un mar de amigos, pero era feliz con que muchos me consideraran una buena persona.
Pero entre los chicos mi imagen era un tanto diferente. Era conocida como "la intocable", ya que ninguno había logrado lo que tantos deseaban... Ya saben, eso. Sexo. Conmigo.
Los admiradores eran muchos, y los novios, muy pocos. De hecho, nada más había tenido uno, a los quince años, pero esa relación no duró. Fue algo pasajero, sin sentimientos reales. Ni siquiera mencionaré al tipo ni describiré la relación porque me parece irrelevante. Además, supongo que ya sabrán de lo que hablo. Luego de esa experiencia, pensaba que ya estaba lista para algo más serio. No esperaba a un príncipe azul en realidad, pero sí soñaba con él. Soñaba mucho, fantaseaba con el chico perfecto para mí. Ahora me parece algo tonto, pero en ese momento estaba ilusionada con el amor y mi imaginación era imparable. De hecho, los profesores muchas veces me llamaban la atención por andar distraída en clase.
—Señorita Brown, ¿me va a contestar?—pregunta el profesor Smith. Aún lo recuerdo.
Reacciono y se me escapa una pequeña sonrisa de vergüenza.
—Ah... Perdón... ¿Qué?
Todos en el salón ríen. Menos el profesor, obviamente, quien suspira y niega con la cabeza.
—¿No crees que deberías mostrarle más interés a la clase? Por respeto a mí, por favor.
—Perdón—digo formando una línea con mis labios.
El profesor Smith me lanza una última mirada y luego sigue con la materia. Pero apenas empieza a hablar, yo volteo hacia atrás, donde estaba sentada mi mejor amiga, Mariana.
—Tengo que hacer algo. Si no salgo de aquí, te juro que moriré de aburrimiento—digo en voz baja. Mariana me sonríe.
—¿Y qué piensas hacer?
—No lo sé—muerdo mi labio.
—Ay, mi reina, solo no te vayas a meter en tus líos. Pídele permiso para usar el baño y ya.
Asiento y miro hacia adelante, encontrando la mirada de Josh en mí. Le alzo mis cejas y él ríe silenciosamente. Me muestra un sonrisa, seguida de un guiño. No sé cómo recuerdo todo esto. Recuerdo que se veía muy guapo.
—No sé por qué ustedes dos no se juntan ya. Se nota que se muere por ti.
—No, Mariana. Josh es como un hermano para mí. Sería muy raro... No sé...
—¡Señorita Brown!—me sobresalto.—¿De nuevo interrumpiendo mi clase?—Volteo lentamente, esta vez estoy muy avergonzada.—A la dirección.
Abro los ojos en asombro.
—¡¿Qué?! ¡Si no hice nada malo!
—Acércate.
Me levanto de mi lugar y camino hacia él. El profesor me entrega unos papeles.
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Sabor a ti
Novela JuvenilEvan y Katelyn se conocen desde niños. Sus familias eran muy unidas, pero ellos siempre se llevaban como perros y gatos. Pero cuando ambos tenían 11 años, la familia de ella se muda a Italia. Después de 10 años la mamá de Katelyn regresa a Estados U...