CAPITULO 19 : Italia

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Tras sus increíbles aventuras en Francia e Inglaterra, la familia Ayanokouji puso sus ojos en Italia,


un país conocido por su rica historia, su impresionante arte y su cocina de fama mundial.


La expectación era palpable cuando embarcaron en su vuelo de Londres a Roma, dispuestos a sumergirse en una tierra que antaño había sido el corazón del Imperio Romano.



Mientras el avión descendía hacia el aeropuerto , Haruto miraba por la ventanilla, cautivado por la ciudad que se extendía a sus pies.




Roma era un lugar sobre el que sólo había leído en libros de historia y visto en películas.




La idea de pasear por las mismas calles por las que antaño habían deambulado emperadores, gladiadores y artistas le llenaba de emoción.



A su llegada, la familia se alojó en un lujoso hotel cerca de la Plaza de España, un lugar perfecto para explorar la ciudad.




Lo primero que les llamó la atención fue la mezcla única de historia antigua y vida moderna. Roma es una ciudad donde las ruinas centenarias conviven con bulliciosos cafés, y donde cada calle parece susurrar historias del pasado.



Su primer día en Roma lo dedicaron a explorar los lugares más emblemáticos de la ciudad.


Comenzaron con una visita al Coliseo, el enorme anfiteatro que antaño había albergado juegos de gladiadores y espectáculos públicos.



Mientras caminaban por los antiguos pasillos y se paraban en la arena, Haruto no podía evitar imaginarse el rugido de las multitudes y las feroces batallas que habían tenido lugar allí.



La enorme escala de la estructura le dejó asombrado, y pasó largo rato estudiando los intrincados detalles de la arquitectura, fascinado por cómo se había construido un edificio tan enorme hace tanto tiempo.



A continuación, se dirigieron al Foro Romano, el corazón de la antigua Roma.



Mientras paseaban entre las ruinas de templos, basílicas y espacios públicos, Kiyotaka y Suzune compartieron historias sobre la República y el Imperio romanos, ayudando a Haruto a apreciar la importancia de lo que estaba viendo.



Se pararon ante el Arco de Tito, se maravillaron con el Templo de Saturno e imaginaron cómo debía de ser la vida en el bullicioso mercado que antaño prosperaba en el Foro.




Cuando el sol de la tarde empezó a ponerse, se dirigieron al Panteón, uno de los edificios antiguos mejor conservados de Roma.


La enorme cúpula, con su óculo central abierto al cielo, era una maravilla de la ingeniería, y a Haruto le impresionó especialmente el hecho de que hubiera permanecido en pie durante casi dos mil años.


La serena atmósfera del interior del Panteón, con su luz suavemente filtrada y sus majestuosas estatuas, proporcionó a la familia un momento de tranquila reflexión.



Al día siguiente, los Ayanokoujis se aventuraron a visitar la Ciudad del Vaticano, el estado independiente más pequeño del mundo y centro espiritual de la Iglesia católica romana.




Su primera parada fue la Basílica de San Pedro, una obra maestra arquitectónica que les dejó boquiabiertos por su grandiosidad.



Al entrar en la basílica, fueron recibidos por la sobrecogedora visión de la Piedad de Miguel Ángel, una escultura que captaba a la perfección el dolor y la ternura de María sosteniendo el cuerpo de Jesús. Haruto, que siempre había admirado la obra de Miguel Ángel, quedó conmovido por la belleza y la emoción de la escultura.



La vida Después del instituto (Kiyotaka x Suzune)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora