CAPITULO FINAL : La reflexión de una buena Vida

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El suave resplandor de la luz de la luna se filtraba a través de las cortinas del dormitorio de los Ayanokouji, proyectando una luz serena y plateada por toda la habitación.



La pacífica atmósfera contrastaba con el bullicioso mundo exterior. Kiyotaka, a punto de cumplir sesenta años, yacía junto a Suzune en su cómoda cama, con el peso de los años y la alegría de su vida en común reflejados en su mirada contemplativa.



Habían pasado más de 45 años desde que se conocieron en la escuela, y su viaje juntos había sido extraordinario.


Su familia había florecido; su nieto mayor, Kazuki, prosperaba en la clase A del instituto Ayanokouji, siguiendo los impresionantes pasos de sus padres.



Sus dos nietos más jóvenes, un alegre niño de 10 años llamado Riku y una brillante niña de 8 llamada Emi, habían traído aún más alegría a sus vidas.



Suzune, con el pelo ahora mechado de plata como el de Kiyotaka, yacía junto a él, con la cabeza apoyada en la almohada, mientras le acariciaba suavemente el cabello.


La apacible quietud de la noche proporcionaba el telón de fondo perfecto para las reflexiones de Kiyotaka.



Kiyotaka giró la cabeza para mirar a Suzune, con los ojos llenos de calidez y gratitud.



"Suzune", empezó, con voz suave pero llena de emoción. "He estado pensando en todo, en nosotros, en nuestra vida juntos".



Los ojos de Suzune se encontraron con los suyos, una tierna sonrisa jugueteando en sus labios. "¿Qué tienes en mente, Kiyotaka?"



Kiyotaka respiró hondo, los recuerdos de su largo viaje juntos inundaron su mente. "Es que... es increíble pensar en lo lejos que hemos llegado. Recuerdo cuando nos conocimos y todos los retos a los que nos enfrentamos. Parece que fue hace toda una vida".



La sonrisa de Suzune creció mientras le pasaba suavemente los dedos por el pelo, ahora gris, señal de los muchos años que habían compartido.



"Ha sido un largo viaje. Pero míranos ahora: nuestra familia, nuestra vida juntos, es más de lo que jamás hubiera imaginado".



Kiyotaka asintió, su mirada se desvió hacia las fotos familiares enmarcadas de la mesilla de noche.


"Sí, así es. Hemos sido bendecidos con muchas cosas. Kazuki está muy bien, y Riku y Emi traen mucha alegría a nuestras vidas. Estoy muy orgullosa de todos ellos".



Un suspiro de satisfacción se escapó de los labios de Suzune mientras se acurrucaba más cerca de Kiyotaka. "Son maravillosos. Y estoy orgullosa de todo lo que hemos construido juntos. Ha sido un viaje precioso".


Los ojos de Kiyotaka brillaron mientras continuaba: "No dejo de pensar en lo afortunado que soy. Tenerte a mi lado en todo, tener una familia que se quiere y se apoya es más de lo que nunca he merecido. Nunca he sido tan feliz como ahora".


El corazón de Suzune se hinchó de amor al mirar a Kiyotaka. Le había visto pasar por muchas etapas de la vida: triunfos, luchas y todo lo demás. "Yo siento lo mismo, Kiyotaka. Nuestra vida juntos ha estado llena de amor y felicidad. No cambiaría nada".


La expresión de Kiyotaka se suavizó y tendió la mano a Suzune.



"Recuerdo lo preocupados que estábamos por el futuro, por si seríamos capaces de superar los retos a los que nos enfrentábamos. Pero lo conseguimos. Salimos adelante y creamos una vida llena de amor y alegría".


Suzune le apretó la mano y sus ojos brillaron de emoción. "Y todo gracias a nosotros, trabajando juntos y sin rendirnos nunca. Hemos creado algo realmente especial".


La voz de Kiyotaka estaba llena de un profundo sentimiento de agradecimiento.

"Estoy agradecido por todos los momentos que hemos vivido, los buenos y los malos. Todos han formado parte de nuestro viaje, y nos han traído a este lugar de felicidad".


Allí tumbados, abrazados, el mundo exterior parecía desvanecerse. Los años habían traído sus retos, pero los habían afrontado juntos, haciéndose más fuertes cada día que pasaba.


Suzune se inclinó y depositó un suave beso en la mejilla de Kiyotaka. "Feliz cumpleaños anticipado, mi amor. Me has dado toda una vida de felicidad, y estoy muy agradecida por cada momento que hemos compartido".



Kiyotaka giró la cabeza para encontrarse con su mirada, sus ojos llenos de un profundo amor.


"Gracias, Suzune. Soy el más feliz de mi vida, y todo gracias a ti".


Se abrazaron, saboreando la tranquila intimidad del momento.


La noche seguía velando suavemente sobre ellos y, mientras se dormían, sabían que su amor había resistido la prueba del tiempo y se hacía más fuerte cada año que pasaba.


Por la mañana, cuando Kiyotaka cumpliera 60 años, la casa se llenaría del calor de la familia y la celebración.



Pero por el momento, en la quietud de la noche, apreciaban la sencilla alegría de estar juntos, reflexionando sobre toda una vida de amor y esperando con ilusión los muchos momentos más que compartirían...



~FIN~

La vida Después del instituto (Kiyotaka x Suzune)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora