"Pero lo acabas de hacer."
-No, Tobio, no estaba tratando de hacerte daño. No lo estaba, te lo juro. Lo siento, es solo que... -Takahiro se interrumpió. Kageyama escuchó un suspiro de disgusto y un portazo vago-. Estoy herido.
-Sí -dijo Kageyama. A pesar de lo helado que estaba su corazón, comprendió el motivo de Takahiro. Se frotó los ojos, haciendo una mueca de dolor-. Tengo que irme, Takahiro-san.
-Tobio, te amo... por favor no pienses lo contrario.
Kageyama solo pudo ofrecer silencio como respuesta. Las lágrimas brotaron de sus ojos. La llamada terminó.
Con la cabeza nublada por un millón de cosas, salió de la casa sin tener ni idea de adónde se dirigía. Después de todo, la única persona que quería ver en ese momento era, al mismo tiempo, la última. Terminó dando un paseo sin sentido bajo el cielo que se oscurecía, sin esperar encontrarse con nadie en el camino. Hasta que apareció Matsukawa.
Kageyama se tocó los ojos suavemente, preocupándose de si Matsukawa se había dado cuenta de que estaba llorando justo antes de eso. Se quedó mirando tristemente el pavimento mientras caminaba. Si hubiera aceptado la oferta de Matsukawa, habría conocido a Oikawa.
Dejando caer la cabeza con un gemido inaudible, no pudo evitar imaginar cómo habría reaccionado Oikawa si lo hubiera visto.
Saltó de repente al sentir que su teléfono vibraba en su bolsillo. A pesar de su lamentable estado mental, todavía era capaz de sentir curiosidad por saber quién lo llamaba. En el momento en que leyó el nombre de la persona que llamaba, su dedo se movió antes que su mente.
"¿Dónde estás? Mattsun dijo que estás llorando. ¿Por qué lloras?"
Los párpados de Kageyama volvieron a pesarle. Deseaba que Oikawa no sonara tan ansioso y angustiado.
Estaba muy contento de haberlo hecho.
"No estoy llorando", dijo Kageyama suavemente.
-¿Me estás mintiendo? -preguntó Oikawa, con voz entrecortada, como si Kageyama se preguntara con avidez si estaba corriendo hacia él.
"No", dijo Kageyama.
-¿Dónde estás ahora? ¿Estás cerca del puente? -preguntó Oikawa.
Kageyama miró por encima del hombro hacia el puente del que supuso que estaba hablando Oikawa, a una buena distancia. "Pasé por allí hace un rato".
-Deja de moverte, quédate donde estás -ordenó Oikawa.
Kageyama respiró profundamente, nervioso. Su visión empezó a llenarse de lágrimas.
-¿Vienes a buscarme? -preguntó con voz serena.
-Sí. No te muevas -ordenó Oikawa una vez más, con firmeza.
El corazón de Kageyama latía dolorosamente y con fuerza como si estuviera en llamas. Oikawa era tan, tan injustamente bueno haciéndolo caer. Justo cuando decidió que también quería ver a Oikawa, el miedo se apoderó de él inesperadamente.
-No vengas, Oikawa-san. -Kageyama hizo ademán de dar un paso adelante, obligándose a irse a casa antes de que apareciera Oikawa, pero sus pies seguían pegados al pavimento. Escuchó atentamente la respiración agitada de Oikawa entre varios ruidos de fondo.
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Me llamaste la atención
Fiksi UmumKageyama tiene novio. Oikawa se enteró y le pareció "genial". Pero poco a poco empieza a pensar que no es nada genial.